viernes, 28 de agosto de 2015

Nada será nuevo con los sabios secretarios

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Un gobierno que se hunde
Pablo Gómez

Los cambios en el gabinete, largamente esperados, no vendrán a resolver el problema del gobierno de Peña Nieto porque no implican un cambio en la política económica y social. Nada será nuevo con los flamantes secretarios, quienes, por lo demás, ya lo eran. De nada servirá Meade en Desarrollo Social, por ejemplo, si todo va a seguir igual debido a que no hay una línea diferente a la Cruzada, con todo y el abominable nombrecito: el problema de México no es el hambre sino la pobreza estructural basada en ingresos miserables. Lo mismo se puede decir de Nuño en Educación Pública, porque la reforma administrativa no se va a convertir en una reforma educativa. Peña no intenta entender qué clase de cambios se requieren pues aunque haya sido algo necesario e impostergable quitar el control de la administración al SNTE, eso no resuelve el problema de fondo: hay que fraguar una nueva escuela democrática y popular para enseñar y aprender mejor.

Los neoliberales no podrán resolver ningún problema social de México. El neoliberalismo se hizo para impedir reformas sociales, para echar atrás las viejas reformas, pero nunca para hacer nuevas. Así que el cuarteto fantástico, Peña, Videgaray, Osorio y Nuño, no saben lo que se debe hacer para promover el progreso. Es ridículo ver la fotografía promocional de la figura de Peña junto con un sencillo puente de los que se hacen por todas partes pero presentado como símbolo del progreso nacional. Es evidente que en los últimos tres años el país está un poco peor que antes y que el estancamiento de los últimos 25 años mantiene a México en el mismo agujero.

En los próximos dos años las cosas se van a poner aún más feas. Es evidente que las inversiones públicas y privadas van a relajarse, que el salario volverá a decrecer y que los precios no mantendrán su nivel de crecimiento como hasta ahora. Todo está en contra. El presupuesto base cero es una técnica que en esta ocasión va a usarse para recortar el gasto social y ajustar el de inversión. Pero, eso , los altos sueldos de la alta burocracia, incluida la del Poder Legislativo, no van a bajar un solo peso mientras que se mantendrán los fuertes gastos operativos dentro de un presupuesto sin objetivos económicos y sociales.

Enrique Peña tiene un gobierno que se hunde. Esto no quiere decir que el presidente vaya a renunciar. Eso jamás. El hundimiento consiste es seguir con la falta de respuesta, aunque sea en forma mínima, a los retos del país. Al final, no habrá mejor salario, más crecimiento, mayor productividad, mejoría en la distribución del ingreso, menos pobreza, más empleo. Estos objetivos que tendrían que serlo de cualquier gobierno no lo son de Peña. Para los gobernantes actuales lo que hay que hacer es darle una manita de gato a todo lo que se pueda pero jamás realizar reformas. Para ellos el reformismo es, como en el campo de la energía, un programa limitado a fomentar las inversiones extranjeras en la explotación de los recursos naturales del país. ¿Ampliar el mercado interno? ¿Qué es eso?

Justo cuando se está produciendo una corrida financiera y huyen capitales golondrinos cuyas inversiones en
México han sido promovidas por los sucesivos gobiernos, Peña presume que está aumentando la afiliación al IMSS sin aclarar que eso se debe al nuevo régimen fiscal para los pequeños comercios que antes estaban al margen de la seguridad social: no hay nuevos empleos, son los mismos de antes. Mientras, el secretario de Hacienda nos sale con el cuento de que la actual devaluación del peso (25 por ciento) es buena para promover turismo extranjero aunque eso no se haya visto en el verano que está por concluir. O sea, puros disparates de un gobierno que se hunde.

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