Proceso
Max Morales, abogado criminalista
El multihomicidio fue por encargo
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La tortura, violación y el tiro de gracia que recibieron cinco personas –entre ellas el reportero gráfico Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera– el pasado 31 de julio en la colonia Narvarte de la Ciudad de México revelan una acción de sicarios, perpetrada por personas que “llevaban consigna”, además de la participación de cuatro o cinco victimarios.
Fernando Ruiz Canales, presidente del Consejo para la Ley y los Derechos Humanos y quien desde 1991 se dedica a investigar y estudiar perfiles de secuestradores, sostiene que quienes perpetraron el crimen fueron “asesinos a sueldo”.
Por su parte Max Morales, abogado criminalista y quien realizó el perfil psicológico del secuestrador Daniel Arizmendi, El Mochaorejas, echa abajo la hipótesis de la procuraduría capitalina, que tiene entre sus principales líneas de investigación la del robo. “Es una fantasía”, asegura, lo dicho por las autoridades porque no está debidamente sustentado. Y centra su atención en la maleta sustraída y en que no se llevaron las computadoras portátiles ni los teléfonos inteligentes.
En entrevista, este criminólogo que ha participado en el esclarecimiento de algunos multihomicidios ocurridos en la Ciudad de México no descarta como móvil el “crimen político”; sin embargo, aclara que sólo lo ve como una posibilidad, pues se inclina más hacia robo de información, dinero o droga, pues “la tortura” se aplica para obtener información.
Ambos investigadores coinciden en el reclamo a las autoridades por la falta de secrecía y la filtración de datos de la investigación.
Cadena rota
Entre las primeras fallas de la procuraduría capitalina destaca que no se cumplió “la cadena de custodia”; es decir, no se preservó intacta la escena del crimen; no se hizo el perfil del delincuente ni la victimología, que significa investigar “por qué te pasó lo que te pasó y con ello llegas al responsable. Si aplicas la psicología del delito vas a entender la naturaleza del mismo y por qué operó de tal forma”, dice Ruiz Canales a Proceso.
Además demanda que al único detenido y consignado hasta ahora, Daniel Pacheco Gutiérrez, se le aplique el polígrafo –en presencia de representantes de derechos humanos– y se le haga un análisis de estrés de voz.
Basado sólo en las declaraciones que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal ha filtrado, Max Morales considera que el amago a las víctimas, la tortura, violación y los cinco “tiros de resolución”, se pueden perpetrar en 48 minutos, pero con la participación de cuatro o cinco personas y no sólo tres, como sostiene el detenido.
Descarta que se haya tratado de un robo a casa-habitación, como sostiene la autoridad. Argumenta: “Dejaron muchas cosas” de las que un ladrón profesional se lleva. “Iban por otra cosa”. Quien se dedica al robo de casas “no viola ni tortura. Te lesionan, te amagan… En un robo te amordazan y te dejan vivo. Entonces, ¿por qué cargar la violación, matarlas y torturarlas? Pues porque necesitas saber algo”, afirma.
–¿Se podría tratar de una venganza? –se le pregunta.
–Pudiera ser. Vas predestinado a matar, pero no torturas al resto.
Morales acota que sí hubo robo, porque se llevaron una maleta, “pero se llevaron (algo) por lo que ellos iban, lo demás lo dejaron y eran cosas importantes. Sería posible un robo dirigido”.
Entonces, añade, es importante saber qué llevaba la maleta: droga, dinero, información o documentos. “Lo planearon muy bien y probablemente conocían a alguien, pues les abrieron la puerta”. Pudo haber sido la empleada doméstica y eso hay que investigarlo, agrega. Todo ello se puede saber con las pruebas del polígrafo y de estrés de voz.
Se refiere luego a la presunta relación del “viene-viene” con la colombiana Milena Virginia Martín y la considera absurda, pues no corresponde a su nivel socioeconómico. En todo caso, dice, una de las líneas de investigación debiera apuntar a la empleada doméstica, que también fue ejecutada, por ser de una condición económica parecida.
“Aquí hubo una saña dirigida; alguien les abrió la puerta”, sostiene, “fueron meticulosos”, y por la forma en que actuaron y la información que se ha publicado se puede considerar que fueron más de tres y quien se llevó la maleta es el jefe.
El rostro del detenido muestra a un sádico, no se ve arrepentido; está justificando que no participó en la muerte, él puede ser el jefe. Y adelanta: “Si hay un autor intelectual, lo contrató a él. Si es que lo hubo”.
–¿Pudo tratarse de un crimen político? –se le pregunta.
–Es difícil pero no imposible, porque hay que ver qué es lo que contenía la maleta.
No considera que Nadia Vera estuviera verdaderamente asustada en la última entrevista que dio, pero el reportero gráfico sí. “Puede ser que Nadia tuviera información o documentos que descubrió, pero ni a Nadia ni a Rubén los matarían así, sino que simularían un asalto en la calle”.
Coincide con Ruiz Canales en que no pudo tratarse de una violación como objetivo, pues lo habrían realizado con los cinco, ensañándose con Rubén.
Perfil de sicario
Ruiz Canales, quien estuvo cerca del proceso jurídico por el asesinato del hijo de Fernando Martí en 2008 y ha participado en la indagación de por lo menos mil 500 homicidios en todo el país, es contundente: no fue robo; el perfil criminal de los ladrones no registra asesinato. Considera que fueron cuatro o cinco quienes perpetraron las violaciones, torturas y ejecuciones.
“No es lo mismo un secuestrador que un violador. El ladrón va por el bien, no lo deja, como el abandono del Mustang rojo, los teléfonos y las computadoras. El violador ejerce poder sobre su víctima a través del sometimiento sexual.
“La violación, tortura y ejecución son actos atípicos en un robo. Esas peculiaridades obedecen más al perfil de un sicariato. Veo un conjunto de acciones donde a sicarios les pagaron por hacer sufrir. Están entrenados para manejar armas y cosifican a sus víctimas. No ven las virtudes de un ser humano”.
Y añade: “Lo que veo es que este grupo ejerció pasiones, es decir, sentimientos, en particular odio y desprecio. Aunque seas contratado, eres la extensión de quien te contrata; quien te pagó te hizo un pedido y el sicario lo hace mientras le paguen. El sicario es la extensión de quien lo contrata y expresa su sentir, pero también manifiesta su propia enfermedad. Un sicario sí usaría un tubo para violar, porque a él lo contratan para hacer sufrir.
“La tortura muestra que se buscaba información, para eso es. Si es cierto que se ejerció con un pelapapas, entonces fue una tortura prolongada, dura, se tomaron su tiempo. El torturador busca métodos para hacer daño y causar el mayor terror a sus víctimas. A esa tortura, estoy seguro, la presidió un interrogatorio.”
En 48 minutos, más de cuatro sicarios pueden matar, violar y torturar, sostiene y considera que todos iban armados.
Para Ruiz Canales es risible el dicho del único detenido sobre la presunta participación de un malabarista y un acomodador de autos.
“Los presuntos asaltantes de casa abandonan el bien más preciado del robo, que es el Mustang, el cual en dos días pueden vender con papeles legales; dejaron dos computadoras portátiles y teléfonos que son fácilmente vendibles en horas y lograr por ellos 5 mil 500 pesos por lo menos; pero no sólo eso… dicen que uno de ellos era amigo de la modelo.
“Conozco a las modelos. No se mueven con gente de menor ingreso que ellas. Dicen que el viene-viene se mueve en Calzada del Hueso y Miramontes. Ahí no hay más que la Comercial Mexicana, donde obtendría 200 pesos por día. Alguien con un ingreso de 200 pesos diarios no puede tener un arma nueve milímetros, un Renault y tener como amigas a modelos. No encaja.”
Hace referencia al malabarista. Sostiene que por conocer la zona y estar haciendo desde 2010 un documental sobre la gente que labora en la calle, conoce perfectamente a quienes ahí trabajan “y no hay ninguno con las señas que dio el detenido.
“Nada suena lógico y alcanzar ese nivel de delito no se hace de la noche a la mañana. Hay todo un proceso –sostiene–. Por lo tanto, no por ser una persona que labora en la calle como malabarista se es un delincuente. Muchos son gente con preparación que han decidido obtener un ingreso mediante el arte que practican y saben. Ellos se conocen, se juntan en Ciudad Universitaria a practicar y no hay en esa avenida de Miramontes malabaristas con esas características.”
Ruiz Canales abunda sobre el robo y sostiene: “Una persona que tiene que compartir la renta no tiene grandes recursos y quien se dedica a este delito sabe cuánto puede obtener y si la víctima tiene dinero. El hecho encaja más en el perfil de un sicariato y no se puede olvidar que tanto Nadia como Rubén habían sido hostigados y amenazados. No hay que olvidar que en Veracruz se puede contratar a un sicario por sólo 10 mil pesos.
“Creo que iban sobre ellos. La señora Alejandra fue un daño colateral al igual que Yesenia Quiroz. El procurador tiene la obligación –y la victimología así lo marca– de establecer como línea de investigación las amenazas que recibieron las víctimas. Pero para el procurador, éstas nunca existieron. Ni se enteró.”
JESUSA CERVANTES
Fernando Ruiz Canales, presidente del Consejo para la Ley y los Derechos Humanos y quien desde 1991 se dedica a investigar y estudiar perfiles de secuestradores, sostiene que quienes perpetraron el crimen fueron “asesinos a sueldo”.
Por su parte Max Morales, abogado criminalista y quien realizó el perfil psicológico del secuestrador Daniel Arizmendi, El Mochaorejas, echa abajo la hipótesis de la procuraduría capitalina, que tiene entre sus principales líneas de investigación la del robo. “Es una fantasía”, asegura, lo dicho por las autoridades porque no está debidamente sustentado. Y centra su atención en la maleta sustraída y en que no se llevaron las computadoras portátiles ni los teléfonos inteligentes.
En entrevista, este criminólogo que ha participado en el esclarecimiento de algunos multihomicidios ocurridos en la Ciudad de México no descarta como móvil el “crimen político”; sin embargo, aclara que sólo lo ve como una posibilidad, pues se inclina más hacia robo de información, dinero o droga, pues “la tortura” se aplica para obtener información.
Ambos investigadores coinciden en el reclamo a las autoridades por la falta de secrecía y la filtración de datos de la investigación.
Cadena rota
Entre las primeras fallas de la procuraduría capitalina destaca que no se cumplió “la cadena de custodia”; es decir, no se preservó intacta la escena del crimen; no se hizo el perfil del delincuente ni la victimología, que significa investigar “por qué te pasó lo que te pasó y con ello llegas al responsable. Si aplicas la psicología del delito vas a entender la naturaleza del mismo y por qué operó de tal forma”, dice Ruiz Canales a Proceso.
Además demanda que al único detenido y consignado hasta ahora, Daniel Pacheco Gutiérrez, se le aplique el polígrafo –en presencia de representantes de derechos humanos– y se le haga un análisis de estrés de voz.
Basado sólo en las declaraciones que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal ha filtrado, Max Morales considera que el amago a las víctimas, la tortura, violación y los cinco “tiros de resolución”, se pueden perpetrar en 48 minutos, pero con la participación de cuatro o cinco personas y no sólo tres, como sostiene el detenido.
Descarta que se haya tratado de un robo a casa-habitación, como sostiene la autoridad. Argumenta: “Dejaron muchas cosas” de las que un ladrón profesional se lleva. “Iban por otra cosa”. Quien se dedica al robo de casas “no viola ni tortura. Te lesionan, te amagan… En un robo te amordazan y te dejan vivo. Entonces, ¿por qué cargar la violación, matarlas y torturarlas? Pues porque necesitas saber algo”, afirma.
–¿Se podría tratar de una venganza? –se le pregunta.
–Pudiera ser. Vas predestinado a matar, pero no torturas al resto.
Morales acota que sí hubo robo, porque se llevaron una maleta, “pero se llevaron (algo) por lo que ellos iban, lo demás lo dejaron y eran cosas importantes. Sería posible un robo dirigido”.
Entonces, añade, es importante saber qué llevaba la maleta: droga, dinero, información o documentos. “Lo planearon muy bien y probablemente conocían a alguien, pues les abrieron la puerta”. Pudo haber sido la empleada doméstica y eso hay que investigarlo, agrega. Todo ello se puede saber con las pruebas del polígrafo y de estrés de voz.
Se refiere luego a la presunta relación del “viene-viene” con la colombiana Milena Virginia Martín y la considera absurda, pues no corresponde a su nivel socioeconómico. En todo caso, dice, una de las líneas de investigación debiera apuntar a la empleada doméstica, que también fue ejecutada, por ser de una condición económica parecida.
“Aquí hubo una saña dirigida; alguien les abrió la puerta”, sostiene, “fueron meticulosos”, y por la forma en que actuaron y la información que se ha publicado se puede considerar que fueron más de tres y quien se llevó la maleta es el jefe.
El rostro del detenido muestra a un sádico, no se ve arrepentido; está justificando que no participó en la muerte, él puede ser el jefe. Y adelanta: “Si hay un autor intelectual, lo contrató a él. Si es que lo hubo”.
–¿Pudo tratarse de un crimen político? –se le pregunta.
–Es difícil pero no imposible, porque hay que ver qué es lo que contenía la maleta.
No considera que Nadia Vera estuviera verdaderamente asustada en la última entrevista que dio, pero el reportero gráfico sí. “Puede ser que Nadia tuviera información o documentos que descubrió, pero ni a Nadia ni a Rubén los matarían así, sino que simularían un asalto en la calle”.
Coincide con Ruiz Canales en que no pudo tratarse de una violación como objetivo, pues lo habrían realizado con los cinco, ensañándose con Rubén.
Perfil de sicario
Ruiz Canales, quien estuvo cerca del proceso jurídico por el asesinato del hijo de Fernando Martí en 2008 y ha participado en la indagación de por lo menos mil 500 homicidios en todo el país, es contundente: no fue robo; el perfil criminal de los ladrones no registra asesinato. Considera que fueron cuatro o cinco quienes perpetraron las violaciones, torturas y ejecuciones.
“No es lo mismo un secuestrador que un violador. El ladrón va por el bien, no lo deja, como el abandono del Mustang rojo, los teléfonos y las computadoras. El violador ejerce poder sobre su víctima a través del sometimiento sexual.
“La violación, tortura y ejecución son actos atípicos en un robo. Esas peculiaridades obedecen más al perfil de un sicariato. Veo un conjunto de acciones donde a sicarios les pagaron por hacer sufrir. Están entrenados para manejar armas y cosifican a sus víctimas. No ven las virtudes de un ser humano”.
Y añade: “Lo que veo es que este grupo ejerció pasiones, es decir, sentimientos, en particular odio y desprecio. Aunque seas contratado, eres la extensión de quien te contrata; quien te pagó te hizo un pedido y el sicario lo hace mientras le paguen. El sicario es la extensión de quien lo contrata y expresa su sentir, pero también manifiesta su propia enfermedad. Un sicario sí usaría un tubo para violar, porque a él lo contratan para hacer sufrir.
“La tortura muestra que se buscaba información, para eso es. Si es cierto que se ejerció con un pelapapas, entonces fue una tortura prolongada, dura, se tomaron su tiempo. El torturador busca métodos para hacer daño y causar el mayor terror a sus víctimas. A esa tortura, estoy seguro, la presidió un interrogatorio.”
En 48 minutos, más de cuatro sicarios pueden matar, violar y torturar, sostiene y considera que todos iban armados.
Para Ruiz Canales es risible el dicho del único detenido sobre la presunta participación de un malabarista y un acomodador de autos.
“Los presuntos asaltantes de casa abandonan el bien más preciado del robo, que es el Mustang, el cual en dos días pueden vender con papeles legales; dejaron dos computadoras portátiles y teléfonos que son fácilmente vendibles en horas y lograr por ellos 5 mil 500 pesos por lo menos; pero no sólo eso… dicen que uno de ellos era amigo de la modelo.
“Conozco a las modelos. No se mueven con gente de menor ingreso que ellas. Dicen que el viene-viene se mueve en Calzada del Hueso y Miramontes. Ahí no hay más que la Comercial Mexicana, donde obtendría 200 pesos por día. Alguien con un ingreso de 200 pesos diarios no puede tener un arma nueve milímetros, un Renault y tener como amigas a modelos. No encaja.”
Hace referencia al malabarista. Sostiene que por conocer la zona y estar haciendo desde 2010 un documental sobre la gente que labora en la calle, conoce perfectamente a quienes ahí trabajan “y no hay ninguno con las señas que dio el detenido.
“Nada suena lógico y alcanzar ese nivel de delito no se hace de la noche a la mañana. Hay todo un proceso –sostiene–. Por lo tanto, no por ser una persona que labora en la calle como malabarista se es un delincuente. Muchos son gente con preparación que han decidido obtener un ingreso mediante el arte que practican y saben. Ellos se conocen, se juntan en Ciudad Universitaria a practicar y no hay en esa avenida de Miramontes malabaristas con esas características.”
Ruiz Canales abunda sobre el robo y sostiene: “Una persona que tiene que compartir la renta no tiene grandes recursos y quien se dedica a este delito sabe cuánto puede obtener y si la víctima tiene dinero. El hecho encaja más en el perfil de un sicariato y no se puede olvidar que tanto Nadia como Rubén habían sido hostigados y amenazados. No hay que olvidar que en Veracruz se puede contratar a un sicario por sólo 10 mil pesos.
“Creo que iban sobre ellos. La señora Alejandra fue un daño colateral al igual que Yesenia Quiroz. El procurador tiene la obligación –y la victimología así lo marca– de establecer como línea de investigación las amenazas que recibieron las víctimas. Pero para el procurador, éstas nunca existieron. Ni se enteró.”
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