Por Esto!
A sus órdenes, mi gerente
Gerardo Fernández Casanova
¡No lo vamos a permitir! -clamó el ínclito alfil del comercio- con lujo de exhibición para congraciar al abrumado rey, quien ya tiene congelada a su dama que se ahogó al pretender la defensa de una casilla blanca. Por el lado opositor se han registrado éxitos de la peonada, pero no se observa que haya una estrategia ganadora, si acaso con la esperanza de coronar una reina por algún descuido de la defensa. La partida está pasmada y se desenvuelve con extrema lentitud, cercana al aburrimiento, con riesgo de quedar tablas.
Ironía aparte, la verdad es que del lado del régimen se acusa el golpe de la pérdida de autoridad y se aplica, incluso de manera errónea, a recuperarla. Desde diciembre, el dueño de Bimbo se lanzó al ruedo clamando por brindar todo el apoyo empresarial al presidente en su “peor momento”, no sin pasar la factura al calce para merecer mayores prebendas y privilegios. También salieron a la arena los jefes del Ejército y de la Armada, denunciando a los que pretenden aprovecharse del dolor de los padres de los estudiantes desaparecidos para llevar agua a su molino desestabilizador, o sea: los militares inmiscuidos en el ejercicio de la política. Ahora juntos, empresarios y milicos, insisten en su intervención, esta vez con el presidente de los comerciantes que, con voz engolada, advierte que no van a permitir el allanamiento de los cuarteles por los civiles en busca de la huella de sus desaparecidos. ¡A sus órdenes, mi gerente! Es una mala táctica, pero táctica al fin.
Es indudable que López Obrador carga con un pesado costal de errores; casi treinta años de actuación en la escena política acumulan las fallas y diluyen los éxitos. La prensa saca a colación frecuente la toma de los pozos de Pemex en Tabasco, como tilde en su currículum, sin hablar de las causas de su movilización, como si los campesinos tabasqueños tuvieran que quedarse callados ante los atropellos cometidos por la paraestatal contra ellos. Otros errores se inventan y también los hay reales. La única manera de no cometer errores es la inacción y AMLO es hiperactivo; seguramente se le seguirán acumulando cargas en su historia, para alimentar la lupa de sus críticos. Pero nadie ha podido tocar la esencia de su liderazgo: la honestidad y el apego estricto a principios. De sus detractores de la derecha sólo puede esperarse mayor enjundia difamatoria. ¿No sería la hora para que quienes aspiramos a la transformación decidamos, de una vez por todas, confirmarle la confianza en su liderazgo?
Correo electrónico: gerdez777@gmail.com
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