Por Esto!
A comer sobras para combatir el hambre
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Así pudiera el PIB alcanzar cifras de 6 por ciento anual, la realidad de las familias mexicanas no iba a cambiar favorablemente. No, desde luego, mientras las ganancias del capital se queden en las cúpulas del aparato productivo, y la parte de la renta que corresponde a los trabajadores se les esquilme con salarios a la baja, como sucede desde hace tres décadas. Así lo ejemplifica el hecho de que el salario mínimo en México está en el último sitio entre los países de América Latina, 58 por ciento debajo del promedio regional y 72 por ciento menos con respecto al de Costa Rica, de acuerdo con indicadores de la Cepal.
En ningún país de los llamados emergentes se ha desatendido tanto como aquí la microeconomía, en beneficio de una élite cada vez más reducida. Esto dizque con el fin de apuntalar la competitividad de México en el concierto internacional, meta que no se alcanzó en tres décadas ni se habrá de lograr en lo sucesivo, porque el modelo económico deshumanizado, inmoral e irracional que se nos impuso desde Washington ya dio todo de sí, como lo demuestra la realidad tan dramática que estamos viviendo. El proceso de acumulación de capital en la cúpula social es todo un récord a nivel mundial, sin que ello haya beneficiado un ápice a la gran mayoría de ciudadanos.
La tecnocracia mexicana resultó la más hábil y eficaz para esquilmar a las clases mayoritarias la parte de la renta que les correspondía, mejorando incluso las pautas marcadas por el Consenso de Washington para ese efecto, como la puesta en marcha del Fobaproa por Ernesto Zedillo, las Afores y la corrupción en las altas esferas con la protección de las autoridades hacendarias y del Ministerio Público. ¿No es el caso de los ahorradores defraudados por la sociedad financiera popular Ficrea, quienes no tienen para cuándo recuperar algo de sus ahorros?
Sin embargo, Enrique Peña Nieto presume que los cambios realizados, “que a veces no se entienden suficientemente”, son para tener mayor crecimiento económico en beneficio de las familias mexicanas. No es que no se entiendan los “cambios”, sino que no se ven por ningún lado: el programa de gobierno de la actual administración federal es exactamente el mismo que se trazó la tecnocracia desde el sexenio de Miguel de la Madrid, sólo que ahora corregido y aumentado, pero para generar todavía mayores beneficios a la élite oligárquica.
Por eso nos produce urticaria saber que el gobierno federal está empeñado en aprovechar los restos de alimentos que desechan las grandes cadenas, no porque estén en mal estado, según el inquilino de Los Pinos, sino porque lo que está deteriorado son los empaques. “Se trata de mermas, no puedo decir desperdicios porque parecería que son alimentos que no están en condiciones de ser consumidos por el ser humano”, afirmó en un acto en Querétaro con motivo del Mes de la Cruzada Nacional contra el Hambre. A tal extremo hemos llegado, de desprecio a la población indefensa. Ahora se le ofrecerán sobras, de las muchas que tiran los grandes centros comerciales, porque esos productos no se venden debido a sus elevados precios.
El gobierno federal, en vez de exigir a esas grandes cadenas que vendan sus mercancías a precios razonables, lo que pretende hacer es aprovechar esas sobras para ofrecerlas a los menesterosos por conducto de los Bancos de Alimentos. No debe ser mera coincidencia que un programa tan indignante se acelere en tiempos electorales. Peña Nieto no tuvo empacho en felicitar al sector privado por “su actitud altruista y de beneficio a la comunidad”. ¡Increíble!
(guillermo.favela@hotmail.com)
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