jueves, 12 de febrero de 2015

La historia de renuncias no termina ahí

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Renunciaron Videgaray y Navarrete Prida
Martín Moreno

Lo ocurrido dentro del gabinete de Enrique Peña Nieto entre diciembre y enero pasados, arroja dos lecturas: una pérdida de confianza, o una estrategia personal de los hombres del Presidente con miras a reposicionarse rumbo al 2018. Y ambas, para el país, son preocupantes.

Cierto: como lo adelantó Ciro Gómez Leyva el 19 de enero en El Universal, Miguel Angel Osorio Chong, “en horas previas a la Navidad, fue a presentar su renuncia como secretario de Gobernación”.

Aún más: el 5 de febrero, Gómez Leyva insinuó, basándose en “versiones creíbles”, que el todopoderoso Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, también habría entregado su dimisión a su amigo, jefe y cómplice: Peña Nieto.

Hoy, en esta columna podemos confirmar que, efectivamente, Videgaray le presentó también su renuncia al Presidente de la República.

Pero la historia de renuncias no termina ahí.

El secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Pridaotro mexiquense prominente y cercano al primer círculo peñista-, al igual que Osorio y Videgaray, igualmente presentó su renuncia al Ejecutivo. Y tampoco se la aceptaron.

¿Por qué están renunciando los hombres del Presidente?

Bajo una explicación de estricta lógica políticasi en política existe la lógica-, responderían las dimisiones a que el gabinete de Peña Nieto ha entrado en una fase de desgaste natural, aunque anticipado, y que la inercia del propio gobierno y del ejercicio del poder, hace ya necesarios cambios en el gabinete. Podría ser.

La otraque abordaremos líneas adelante-, se encuadra en una estrategia de ambiciones políticas personales y de demagogia futurista, dentro de un juego de conveniencias de cada uno de los actores rumbo al 2018. Podría ser.

Pero en el fondo, el Presidente Peña Nieto enfrenta un conflicto que, mientras no lo resuelva, lo mantendrá hundido en la inmovilidad, el descrédito y la desconfianza. Y ese conflicto tiene nombre: Luis Videgaray.

Peña sabe que cualquier golpe de timón dentro de su gobiernoviraje real, no simulado-, pasa, forzosamente, por la secretaría de Hacienda. Hablar de un verdadero cambio de rumbo del gobierno peñista para reposicionarse y salir del hoyo, implica la salida de Videgaray por tres razones poderosas: su fracaso económico, su relación con el Grupo Higa, y su influyente cercanía con el presidente de la República.

El golpe de timón peñista pasa, por fuerza, por Hacienda.

Cualquier otro cambio o cambios en el gabinete, sin tocar a Hacienda, es mera simulación. Simple astracanada.

De allí el conflicto personal de Peña Nieto.

Sacrificar o mantener a su amigo… aun a costa del hundimiento de su gobierno. Y de México.

* * * *
La renuncia de Navarrete Prida obedecería a su objetivo personal: ser el primer Fiscal Anticorrupción de México, que lo elevara a la cima del plano político. Nada menos que el Fiscal nacional. El Policía de todos.  La conciencia justiciera del país.

Navarrete tiene experiencia en el terreno. Recordar que fue procurador de Justicia del Estado de México, llevando el espinoso y confuso caso del asesinato de Enrique Salinas de Gortari, hasta hoy, no aclarado.

El mexiquense tiene como obstáculo a un paisano: el tenebroso y desprestigiado Alfredo Castillo., el mismo fiscal que lleva tatuado en la frente el nombre de la niña Paulette, y que dejó a Michoacán hundido en la confusión, la fabricación de culpables, y en las manos de La Tuta. Castilloel de los trabajos sucios de Enrique Peña Nieto-, estaría en los planes de Los Pinos para ser propuesto como Fiscal Anticorrupción. Sería una tragedia nacional.

A ello respondería el movimiento de Navarrete Prida, quien en la secretaria del Trabajo ha tenido un paso discreto y que ve el cargo como mero trampolín para alcanzar latitudes mayores. Dimitió, pero tampoco se la aceptaron.

La renuncia de Videgaray se enmarcaría en un conflicto de interés, otro más-, dentro del primer círculo de Peña Nieto: el fracaso indiscutible del “Vice-Garay en la conducción económica del país, la innegable derrota con una Reforma Fiscal repudiada por todos y, como cereza del pastel, su casota en Malinalco gracias a la bendición financiera del Grupo Higa.

Esa sería una razón.

La otra, se encarrila en una perversidad.

Si Osorio Chong renunció en Navidad para, según dijo el hidalguense, “darle siempre el mayor margen de acción posible al jefe para que pueda refrescar al gabinete”, su acción lo ubicaría como un cuasi demócrata, más preocupado por el rumbo del país que por sus ambiciones personales.

Entonces, Videgaray no podría quedarse atrás de Osorio Chong y verse mezquino, a pesar de su pésimo desempeño en Hacienda. De allí que levantara la mano para decir: “Yo también renuncio, señor Presidente”, sabiendo, de antemano, que no le aceptarían su dimisión.

Osorio Chong se la habría jugado al presentar su renuncia. ¿Qué tal que Peña se la aceptaba? Era una carta que debía jugarse el hidalguense. Y le salió.

Lo de Videgaray es por añadidura.

Y lo de Navarrete Prida como parte de ese juego de poder dentro del gabinete.

* * * * *
Las dimisiones de Osorio, Videgaray y Navarrete Prida se encuadran en la innegable pérdida de confianza que los mexicanos le tienen al gobierno de Peña Nieto y, por ende, a los hombres del Presidente.

Más allá de estrategias personales rumbo al 2018, el cordón umbilical que une a los tres funcionarios con Los Pinos, es el rechazo, el repudio y la ausencia de credibilidad que crece día a día respecto a Peña Nieto y a su gabinete. Y eso lo saben Osorio, Videgaray y Navarrete Prida.

Los cambios en el gabinete no deberían esperar más. Es necesidad y consenso.

Pero Peña Nieto sabe que la única manera de reposicionar a su gobierno pasa, forzosamente, por Hacienda, quitando a su amigo Luis Videgaray. Si no lo hace, el desgaste será mayor.

Y apenas van dos años y cachito de gobierno.

El naufragio podría agravarse
(SINEMBARGO.MX)

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