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Lo que nos faltaba: La crisis del INE
Javier Corral Jurado
La postura de los partidos trasciende el asunto de los proyectos para reglamentar la imparcialidad del uso de los recursos públicos y para garantizar el uso legal y no electoral de los programas sociales. Esa fue la gota que derramó el vaso. Es el resultado de una ya larga lista de hechos que señalan acciones y omisiones, que a ciencia y paciencia de la mayoría de los integrantes del Consejo General del INE, han violentado los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, objetividad y de máxima publicidad.
El hecho más preocupante es la existencia de un bloque de consejeros al servicio del PRI-gobierno que actúan coordinadamente hacen prevalecer criterios parciales en diversas resoluciones, tanto de los comités como en el pleno del Instituto. Conformado el bloque por 5 consejeros, han perdido cualquier escrúpulo o forma en su desempeño. Son un grupo que oye, calla y obedece. Bajo esa batuta se integraron de manera facciosa los Organismos Públicos Locales Electorales (Oples) para asegurarle control al PRI.
Logran la mayoría de seis a través de agendas particulares y desequilibran las decisiones del Consejo. Ello tiene su manifestación más grotesca en la integración y desempeño de la Comisión de Quejas y Denuncias, convertida en un órgano de censura del oficialismo, se otorgan medidas cautelares de acuerdo al partido que las solicita, y con tiempos diferenciados para casos similares.
Lo más delicado es la cancelación del diálogo; el desdén y la descalificación hacia los partidos por parte de varios consejeros, creando un ambiente de creciente adversidad, entre partidos y autoridades. La arrogancia de Lorenzo Cordova y su incapacidad para presidir el órgano dio pie a su suplantación de facto por parte del consejero Marco Antonio Baños, lo que ha abonado al desacuerdo general.
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