miércoles, 5 de agosto de 2015

Una vez más, las versiones contradictorias

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Revolución, única opción para salvar a México
Jorge Canto Alcocer

 Una vez más, un crimen atroz cometido contra personas incómodas para el Estado. Una vez más, las versiones contradictorias o de plano increíbles, pretendiendo en todo momento la criminalización de las víctimas. Una vez más, podemos anticipar, se establecerá una “verdad oficial” absolutamente insostenible. Luego vendrán, probablemente, algunas detenciones, algunas declaraciones, la rasgadura de vestiduras de parte de los funcionarios involucradostanto los responsables de haber amenazado a las víctimas como quienes debían investigar con ética y profesionalismo-, luego, esperar que el tiempo o un nuevo escándalo hagan olvidar el bárbaro asesinato del periodista Rubén Espinosa, de la antropóloga y activista de derechos humanos Nadia Vera, ambos amenazados por agentes del gobierno de Veracruz, y de otras tres personas.

 Es indudable que se trata, nuevamente, de un crimen de Estado. Tal vez la orden de la ejecución no haya partido de Los Pinos, ni de Bucareli, ni del Palacio de Gobierno de Veracruz, pero indudablemente de personajes cercanos a estos centros de poder, personajes que los políticos utilizan para hacer el trabajo sucio; personajes cuyos criminales intereses coinciden plenamente con los de los políticos como Peña, Osorio Chong y Javier Duarte, lo que convierte a los enemigos del poder en sus propios enemigos. Así como en Iguala, fue el Estado criminal que, a través de alguno de sus tentáculos, tomó la vida de una pareja de jóvenes valiosos, valientes, comprometidos con la lucha por un México mejor.

 ¿Es realmente posible esperar justicia de ese Estado criminal? Tan sólo pensarlo es de una ingenuidad bárbara. Es posible que Mancera y su procurador Rodolfo Ríos no hayan llegado a los extremos de corrupción e impunidad que los priístas veracruzanos y que los perredistas guerrerenses, pero es indudable que pertenecen a una misma cadena de complicidades, contubernios, silencios, negociaciones y subterfugios. Pertenecen, en fin, al mismo Estado, aunque tal vez sus rostros menos descompuestos. De todas formas, las investigaciones tendrán por objeto maquillar las cosas, colocarlas del modo menos corrosivo para el Estado, el cual aspiran a encabezar nacionalmente en los próximos años.

 No puedo afirmar que realmente el Estadosea cual fuere la instancia que emitió la orden de la ejecución de Espinosa y Vera- haya, con este crimen, emitido un mensaje aterrorizante dirigido a todos los que deseamos salvar a nuestra patria. Tal vez simplemente fue un “trabajito” coyuntural, una “operación” que se salió de las manos. Pero el asesinato de estos jóvenes, así como de las otras tres víctimas, que hasta hoy podríamos tomar como colaterales, es una nueva prueba de que el Estado mexicano no solamente es un Estado fallido, sino es una maquinaria absolutamente corrompida, degradada, pervertida, descompuesta, cuya mayor manifestación es lo que parece una irrefrenable política de exterminio lanzada contra nuestra juventud, contra quienes tienen la visión y el compromiso de construir un país libre y democrático.

Por ello, una reforma del poder público es absolutamente insuficiente. Es necesario dinamitar al Estado criminal, demoler sus estructuras, fundar una nueva sociedad sobre las bases de la justicia, la libertad, la democracia participativa y, por supuesto, condiciones de viabilidad económica para todas y todos. Esta construcción no será posible, por supuesto, a través de la fuerza ni por la vía armada, sino por el camino de la consciencia, de la crítica, de la organización, de la unidad. Tenemos que convertir esta indignación, que afecta a todo el gremio periodístico, en nueva punta de lanza que se articule al gran movimiento popular que ya protagonizan cientos de miles de maestros, de trabajadores de la salud, de petroleros, de estudiantes, de ciudadanos en general. Ya no se trata sólo de cerrar los espacios a la impunidad, sino de hacer posible la vida en este país, algo que ya no vieron Rubén y Nadia, pero que queremos para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.
 
 

No hay comentarios: