lunes, 3 de agosto de 2015

A dos años y medio del acabado sexenio

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

La triste historia de un país en manos de traidores
María Teresa Jardí
Como salta de manera diáfana, para el mundo, a dos años y medio del acabado sexenio del regreso del sanguinario PRI, a Enrique Peña Nieto le hicieron creer sus dueños (Televisa, Higa, el imperio yanqui, Monex y Soriana y etcéteras), que lo estaban preparando para convertirse en rey.

 Le hicieron creer que vendiendo a los convertidos en adictos a la desinformadora telebasura su “guapura” y la de belleza de la mujer que le “regalaron” con una casa blanca, como compra, bajo el brazo, iba a convertirse en soberano.

 La represión, aplicada contra los estudiantes mientras tomaba posesión del cargo, fue para bajarles los humos. Para que entendieran lo que de él se esperaba marcado desde momento como represor asesino de estudiantes. Incluso, es posible que haya estado con él acordado como venganza el ataque del aciago primero de diciembre de 2012.

 Eligieron a Peña para imponerlo por su ausencia de la cultura incluso intuitiva. Esa cultura que acompaña a la mayor parte de las personas desde que nacen y la que nos permite a los humanos conocer qué comportamientos nos van a perjudicar al punto de convertirnos en seres esperpénticos.

Ausente su capacidad de razonar y sin un solo amigo verdadero, autoritario y vengativo, rodeado está de gente que lo odia. Gente que encantada está de verlo caer en medio del mayor desprestigio, jamás alcanzado en México por ningún otro gobernante, incluido Porfirio Díaz, al que, a despedir fueron a Veracruz los muchos partidarios que le quedaban, más allá de que se fue con su mujer que es claro que lo amaba.

 Le hicieron creer a Peña, queda claro, que llegaba como rey sin decirle que sólo como capataz lo necesitaban.

 Elegido por su nula capacidad para razonar, no entendió que sólo era necesario como el capataz que el capitalismo necesitaba para acabar de convertir a México en el país donde la barbarie es regla, como puntal y ejemplo, de cara a exportar al mundo el miedo que inmoviliza.

 Tampoco es que les saliera ni al imperio ni a Televisa ni a sus otros amos del todo bien la elección. A dos años del inicio de la gestión de Peña, que a Santa Ana reivindica casi como un héroe si se les compara, el sexenio del regreso priísta es el punto de partida, iniciado por Calderón, para ahogar a México en la sangre de sus hijos.

 Amén de exigir mayores pagos a Peña, es obvio que ya preparan al nuevo capataz que sólo será figura de ornato, porque los dueños del país, incluso, van a tener sus propios ejércitos para su resguardo. Tampoco vaya a resultar favorecido el Ejército sacado a la calle por Calderón, otro capataz a modo de la traición convertida en regla con la desaparición forzada de la política, dejó el ejercicio del poder como bien propio de mafiosos. Al “Chapo” lo necesitaban afuera y le abrieron la puerta sin importar que el costo fuera otro golpe que ahonda el desprestigio de Peña. Hace tiempo que en México no tenemos presidentes.

 Peña, en la historia de la ignominia, está ya enterrado al lado de los cadáveres que continúan del territorio mexicano brotando.

 Imparable el genocidio que en México se comete sin que la humanidad tenga ya la capacidad de ayudar a pararlo. Todos los países transitan en tiempos de transacciónque no de transición sus propias y particulares luchas contra la globalización que todo lo ha pervertido de manera esperpéntica.

 Primero por el Poli y luego por los normalistas y el resto de maestros y periodistas que denuncian. Toca el turno a la UNAM y no deja de ser sorprendente la mediocre actitud de Narro y del resto de directores, maestros, estudiantes y egresados, entre los que me incluyo, para defender a nuestra Alma Mater y máxima casa de estudios. Van por ella para acabar de privatizar la educación que podría convertir a los jóvenes en promotores del cambio


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