jueves, 8 de enero de 2015

Periodismo independiente y crítico

¡¡Exijamos lo Imposible!!

Adiós a Julio Scherer

Murió ayer en esta capital, a los 88 años de edad, Julio Scherer García, sin duda el periodista más destacado de México en la segunda mitad del siglo XX. Formado a la vieja usanza, desde muy joven se incorporó a Excélsior en calidad de auxiliar; se hizo reportero y cronista y en 1968 asumió la dirección de ese diario, y muy pronto le imprimió una línea crítica e independiente que generó la animadversión del poder públicoencabezado entonces por Gustavo Díaz Ordazy empresarial. La hostilidad de la entonces todopoderosa Presidencia se acentuó en el sexenio siguiente y culminó con un golpe orquestado por el gobierno de Luis Echeverría para sacar del diario al periodista ahora fallecido y a un amplio grupo de sus colaboradores. En menos de cinco meses muchos de los expulsados organizaron un nuevo proyecto informativo: la revista Proceso, a cuya conducción Scherer consagró todo su empeño en las décadas siguientes.

Desde su primer número, ese medio documentó las fallas y las miserias del poder; dio tribuna a intelectuales, políticos opositores y dirigentes sociales; abordó la generalidad de los asuntos nacionales e internacionales con visión siempre crítica, y asumió la tarea de operar como contrapeso necesario a la autoridad. Ello disgustó también a José López Portillo, quien en las postrimerías desastrosas de su gobierno cometió el exabrupto de ordenar el retiro de la publicidad oficial a Proceso, alegando: "No pago para que me peguen".

Es exasperante e ilustrativo el hecho de que, casi 40 años después del golpe presidencial que sacó a Scherer y a su grupo del viejo Excélsior, el poder público siga hostigando al semanario con las mismas estrategias ilegítimas y patrimonialistasescatimarle la publicidad oficial y siga actuando como si los presupuestos para comunicación social fueran propiedad de los gobernantes, haciendo uso discrecional y arbitrario de ellos, según simpatías y antipatías políticas y personales, y no recursos públicos que debieran ser distribuidos en forma equitativa y regulada entre los distintos medios impresos, electrónicos y digitales, en forma proporcional a sus respectivas audiencias, impacto, penetración y tráfico.

Permea la impresión de que en los círculos del poder político y empresarial lo que se pretende es tener una prensa arrodillada, una prensa al servicio no de la sociedad, sino de las castas que se turnan en un ejercicio de poder con tufo patrimonialista. Vivir en una burbuja debe ser gratificante, pero siempre sucede que la realidad acaba imponiéndose a los sueños guajiros.

Lo cierto es que desde el sexenio diazordacista hasta el actual, la tarea periodística presidida por Scherer hubo de enfrentarse a la incomprensión de quienes encabezan las instituciones, que, a lo que puede verse, no han sido capaces de comprender que para el desempeño de sus propias funciones, y para la sociedad en general, resulta crucial la información independiente y crítica de la que Julio Scherer fue exponente destacadísimo desde su juventud hasta el final de sus días.

Descanse en paz.

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