Golpe de Estado el del PRI con Peña
María Teresa Jardí
Golpes de Estado en México se han dado varios. El primero por Carlos Salinas cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó la elección -sin la menor de las dudas ni para el Ejército nacional- en la que Salinas ordenó a Bartlett o éste último entendió la orden sin que tuviera la necesidad de darla nadie, de acabar con el proceso electoral que de mal a peor hoy se expresa en el INE.
Un Golpe de Estado el que dio Ernesto Zedillo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Convertida en Corte, a secas, al servicio del Ejecutivo, y desarmando por completo al antaño independiente Poder Judicial.
Donde la clase “política” se torna en mafiosa la sociedad tiene el derecho de refundar la República. Y lo anterior pasa por la restauración de la Constitución de 1917 y por el nombramiento de un nuevo Constituyente.
Y que no se equivoquen los mafiosos que hoy gozan o ya buscan gozar del fuero. El descaro es diáfano y a los corruptos “legisladores” traidores no les da vergüenza mostrarse con la obscenidad que los acompaña e igual les da ser catalogados así por el mundo que contempla azorado la brutalidad en manos de “los políticos” en contra de periodistas que los critican.
Ayotzinapa no es sólo Iguala. Ojalá y lo fuera. Ayotzinpa es Veracruz y el Estado de México. Es Guerrero y es Morelos, es Tamaulipas y Coahuila, es Chihuahua y Quintana Roo... Ayotzinapa es México y en los padres de los 43 normalistas desaparecidos forzadamente por “fuerzas del orden” nos identificamos los cientos de miles, entre los que se encuentran los guerrerenses de los que dicen los impresentables que temen perder la generosa “chamba”, que no desempeñan, que se van a sentir afectados si no se permiten las elecciones en Guerrero. Como sí permite Peña que el hijo de Aguirre, que sigue impune por el caso Ayotzinapa, ya se sienta el nuevo capataz destinado para Acapulco. ¿Quién es capaz de decir, sin mentir, que se siente representado por lo toca al manejo de la cosa pública, que a todos atañe, en el diputado o legislador de su distrito? Nadie, y quien diga que sí, miente.
¿Cuántos años tardará el mundo en conmemorar la verdad sobre Ayotzinapa en un México distinto donde nadie se permita como permiso el derecho de asesinar mujeres porque la trata no está mal vista por esos que se llaman políticos, como hoy se conmemora Aushwitz? ¿Cuántos millones harán falta aquí?
Seis millones de seres humanos: como usted judío, como yo comunista, como mi amigo gay, como los 43 estudiantes de Ayotzinpa, porque sí, por haber nacido judíos, como otros nacen católicos o budistas... 6 millones de personas desaparecidas de la faz de la Tierra por no tener los ojos azules ni la tez blanca. Por haber decidido ser quienes eran sin afectar con ello a nadie y con el derecho a elegir nuestra religión e ideología. Porque a un loco como Hitler, votado por los Merkel, un demente, al que nada le piden los Bush, por cierto, de la mano de un acomplejado Felipe Calderón, así decidieron lo continuado por Peña en la dictadura que hoy se aplica en México.
Peña Nieto le pesa a Obama, es claro, pero lo sufrimos los mexicanos y las elecciones no pueden resolver lo que sólo tiene solución con la refundación de una República que ha dejado de ser.
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