Por Esto!
Verde, el color de pesadilla
Jorge Zepeda Patterson
La apropiación del color verde y la palabra ecología le ofrecen a este membrete, en automático, entre 3 y 5 por ciento de los votos por parte de electores jóvenes poco politizados; con 28 diputados y siete senadores con frecuencia se convierte en fiel de la balanza en votaciones decisivas y, por consiguiente, en la niña de los ojos que cortejan los partidos mayores.
Pero no basta. La familia González y sus amigos encontraron otros filones de explotación de su mina de oro. Ofrecen el membrete de su organización a candidatos de otros partidos en alianzas mercantiles, basadas en la mejor oferta y la conveniencia política, al margen de cualquier consideración sobre programa, plataforma electoral o ideología. Sólo en 1994, tres años después de su creación, lanzaron candidato presidencial propio: Jorge González Torres, obviamente. Después han preferido arropar a un candidato de otro partido, luego de la negociación respectiva. En 2000 a Vicente Fox, en 2006 a Roberto Madrazo, en 2012 a Enrique Peña Nieto. O sea, al PAN o al PRI, dependiendo de la correlación de fuerzas que perciban y las ofertas que reciban. No es pues un partido que permita que las convicciones políticas, si las tuvieran, entorpezcan una negociación favorable.
La clientela a quien ofrecer el uso del membrete no se restringe a otros institutos políticos. En los últimos años el PVEM es el principal vehículo para dar acceso y posicionar a la llamada telebancada. Es el caso de los senadores Ninfa Salinas Sada, hija de Ricardo Salinas Pliego, Luis Armando Melgar, ex director de Canal 40, Carlos Puente, ex directivo; todos ellos vinculados a la televisora del Ajusco. Entre ambas cámaras se estima que la telebancada asciende a 16 legisladores, una cifra superior a la de algunos partidos políticos.
En el Partido Verde la selección de candidatos no tiene nada que ver con plataformas ideológicas o trayectoria política. El criterio de reclutamiento tiene más que ver con la agenda social del Niño Verde y otros juniors, y con las virtudes fotogénicas del candidato. Ser bonito o ser famoso independientemente de las capacidades intelectuales o morales.
Son las encuestas las que definen las “demandas” políticas del partido. Reivindicaciones aisladas y populacheras al margen de cualquier agenda ecológica o a favor de la vida. Tal es el caso de su petición de la pena de muerte, que convirtieron en una cruzada mediática. Un objetivo irreal e impracticable a sabiendas, pero útil para atraer votos. Sin importar el hecho de la aberración que significa que un partido “verde” apueste por la muerte, único caso en el mundo.
En suma, el Partido Verde Ecologista de México es como su actual líder, Jorge Emilio González Martínez, impresentable. Es una anomalía absurda, onerosa e inútil para el tejido social y político. Explicable sólo en el contexto de irracionalidades de la vida política y de los políticos. En efecto, en tales asuntos, moral es un árbol que da moras.
(SINEMBARGO.MX)
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