Por Esto!
Al paro nacional
María Teresa Jardí
Como, por fin, la realidad, terca que es, ha taladrado hasta la cabeza de Peña. Lo que ya es decir. Y quitadas las caretas se pone el PRI en manos de otro impresentable, pero al menos un tanto cuanto más pensante. Descarado el narcoestado y la entrega acordada con la Clinton del traidor de traidores sentado en la silla del Ejecutivo federal por el poder de facto a nombre del que regala para seguir deseducando, la siniestra Robles tan Ahumada, televisores. Golpear al dinero es un imperativo moral para la sociedad entera.
Como, por fin, la realidad, terca que es, ha taladrado hasta la cabeza de Peña. Lo que ya es decir. Y quitadas las caretas se pone el PRI en manos de otro impresentable, pero al menos un tanto cuanto más pensante. Descarado el narcoestado y la entrega acordada con la Clinton del traidor de traidores sentado en la silla del Ejecutivo federal por el poder de facto a nombre del que regala para seguir deseducando, la siniestra Robles tan Ahumada, televisores. Golpear al dinero es un imperativo moral para la sociedad entera.
Ha llegado la hora de que la sociedad diga ¡ya basta! Golpear a los señores del dinero es un imperativo moral de cada mexicano y de cada hombre y mujer de bien de este planeta.
Si aspiramos a cambiar las cosas, la medida es hacer perder dinero a la oligarquía hasta que la oligarquía exija el cambio que la sociedad anhela.
Sí aspiramos a un cambio por lo que a la violencia establecida como regla toca, sin una aún más brutal guerra civil, que la impuesta con una sola regla: la venganza de los unos contra los otros y de estos contra todos los demás. Qué es lo que la crónica anuncia que sigue si no somos nosotros, cada mexicano, los que les afectamos antes los bolsillos a los que dictan las reglas, que no son ni los Peña ni los Beltrones menos aún los otros segundones, el paro total, los días, las semanas, los meses que hagan falta, es nuestra encomienda, incluso para salvar la vida de traidores neoliberales al servicio del imperio yanqui, que hacen palidecer la represión aplicada por los señores feudales regresando a México a la época aciaga de la brutal conquista.
Se me cuestiona a menudo mi capacidad de ver lo que viene sin dar nunca soluciones. Lo que es cierto. No sé si virtud o defecto, lo primero. Lo segundo no se me da en absoluto y pienso que otros tendrían que reflexionar para verlo. Pero esta vez es diáfano lo que podemos hacer como sociedad unida. Parar al país por las reformas que nos convierten en esclavos, por los estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos forzadamente, por los jóvenes ejecutados de cara a la pared en Tlatlaya, por los ejecutados extrajudicialmente en la colonia Narvarte, por los feminicidios, por los niños achicharrados y por los enjaulados, por los productos transgénicos con los que se envenena, también, al pueblo, por el hambre como sentencia de los que todo lo tienen para millones que ni a un pan llegan, por el miedo impuesto contra todos como regla, por sentido común demostrando capacidad de resistencia...
Muchas veces he dicho que tendríamos que apagar la telebasura desinformativa y deseducadora. Es un paso. Pero ya no es suficiente.
Tenemos que parar al país. No un día, una semana, un mes, sino el tiempo que haga falta. Aunque adelantar, se puede, que no aguantaría mucho más la oligarquía.
Hay que pararlo todo el tiempo que sea necesario. Todos a la calle o sin salir de casa. No entrar a un supermercado a comprar. No ir a un cine a ver la basura, que es lo único que en ese monopolio se exhibe para continuar embruteciendo a una sociedad que ha perdido la capacidad, que hay que recuperar, de decir ¡ya basta! En aras de enfrentarnos de otra manera a un destino que no tiene por qué ser la condena contra los mexicanos dictada por traidores neoliberales narcotraficantes oligarcas.
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