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Memorias negras
Víctor Flores Olea
También ahora el New York Times entra al vapuleo presidencial, y el periódico mexicano “Reforma”, que lo toma como base para la investigación de su propio artículo y califica a nuestro actual régimen como la “cleptocracia infinita de los Atracomulqueños”,
El artículo del New York Times muestra, en primer término, los numerosos vínculos entre el Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y el contratista Juan Armando Hinojosa Cantú. Ser parte de la historia de un grupo de habitantes indígenas de San Francisco Xochicuautla que lucha, en vano, para que una autopista no atraviese el patio trasero de su hogar, y el New York Times relata la omnipresencia del Grupo Higia, es decir, no deja resquicio para ninguna suerte de salvación. Higia es propiedad de Hinojosa Cantú, que fue el contratista preferido de Enrique Peña Nieto en los tiempos del gobierno del Estado de México y, muy probablemente, también hoy en la presidencia de la Republica. Es decir, los campesinos referidos no están batallando contra una constructora cualquiera, sino enfrentados a un hombre de negocios tan bien conectado que los mexicanos lo consideran como el contratista favorito del Presidente. El mismo contratista a cargo de la autopista es el que construyó la vivienda familiar del Presidente en las Lomas de Chapultepec y le proporcionó una casa al Ministro de Finanzas por cero ganancias y al mismo tiempo ganando miles de millones de dólares en acuerdos con el Gobierno”.
El diario neoyorquino señala que la relación con el contratista es uno de los varios escándalos que han originado preguntas muy difíciles para el Presidente, manchando su legado y erosionado aún más la fe en las instituciones de gobierno. Pero además el New York Times cita la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán, diciendo que ambos casos, pese a sus diferencias, han causado una frustración a gran escala entre la ciudadanía y puesto muy seriamente en entredicho la credibilidad de Enrique Peña Nieto.
Entre la multitud y variados contratos entre el Gobierno y el Grupo Higia, el periódico cita la autopista a Toluca, cuyo costo original de 132 millones de dólares pasó a un total de 207, así como el acuerdo de 74 millones de dólares para renovar el hangar presidencial y el gigantesco proyecto del acueducto de Monterrey. En total, de acuerdo con el registro citado por el NYT, la empresa de Hinojosa obtuvo más de 2 mil millones de dólares a través de más de 80 contratos gubernamentales.
El periódico pone de relieve la larga relación entre el Presidente y el jefe del Grupo Higia, que se remonta a la época en la que el primero era diputado local en el Estado de México.
Los expertos que menciona el diario coinciden en que no es extraño que cada Administración presidencial tenga a sus contratistas favoritos. “El mensaje es: no importa tu talento, tu grado de innovación o capacidad como hombre de negocios. Lo único que realmente importa son tus conexiones políticas”,
Sigue diciendo el New York Times: el contubernio Peña/Higia “erosiona la ya débil fe de los mexicanos en las instituciones del país”. Pero además la fuga de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y los vínculos del presidente Enrique Peña Nieto con el contratista mencionado, Hinojosa Cantú, son dos asuntos que han causado una frustración a gran escala entre la ciudadanía y puesto en duda la credibilidad del Ejecutivo mexicano, dice el NYT.
“Aunque ambos casos tienen diferencias importantes, causaron una frustración descarada que llevó a la convicción compartida de que, a pesar de las declaraciones de Peña Nieto según las cuales México y su PRI cambiaron, no fue el caso en algunos de los problemas fundamentales del país”, De acuerdo con el diario neoyorquino, en los últimos años las empresas de Hinojosa Cantú obtuvieron más de 80 contratos por un valor superior a 2 mil 800 millones de dólares, pero la relación del empresario con Peña Nieto saltó a luz pública después de que se reveló que el dueño de Grupo Higia había construido la “Casa Blanca” de la pareja presidencial “bajo términos inusualmente favorables”.
“La relación de Peña Nieto con el contratista es uno de los mayores escándalos recientes en México, que manchó su herencia y erosionó la ya débil fe del público en las instituciones del país”. De igual manera, plantea que el escape del capo a través de un túnel de un kilómetro y medio representó “otro golpe para la administración”, y pregunta “¿cómo eso fue posible sin la ayuda de alguien en el poder?”.
Y sigue el propio NYT. “La ASF desnuda fraude masivo en cruzada contra el hambre. A través de cinco convenios firmados en 2013 con las universidades autónomas del Estado de México y de Morelos la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), que encabeza la experredista Rosario Robles, encubrió un fraude masivo en el marco de la entonces recién creada Cruzada Nacional contra el Hambre (CNCH), que costó al erario no menos de 845 millones de pesos, concluyó la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Esa auditoría demuestra que, a través de contrataciones en forma de ‘pirámide invertida’, las universidades pagaron cantidades millonarias para proyectos mal o de plano no realizados, recursos que terminaron en las cuentas bancarias de una empresa ajena a los contratos.
El inteligente periodista mexicano Jenaro Villamil nos dice que los artículos escritos recientemente, en dos periódicos estadounidenses y uno británico (The New York Times, Washington Post y The Economist), nos señala que la política mexicana pasó con Peña Nieto del “momento mexicano” al “México del crimen”, cuando además la ONU está exigiendo al gobierno encuentre a desaparecidos o aclare los crímenes que se han presentado en diversas regiones del país, con especial énfasis en el respeto a los derechos humanos que han sido particularmente olvidados en el actual régimen.
Ya terminado el artículo, me entero de las dificultades creadas por instancias del Gobierno Federal para el ingreso a México de distintas personalidades y representantes de partidos políticos, inclusive congresistas, para asistir en la Ciudad de México al Foro de San Paulo que se desarrolla en estos días en nuestra capital. Aquí, otra vez, se juntan la ignorancia y la estupidez
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