Por Esto!
Este no es el México que queremos
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
La terca realidad nos muestra a un país a punto de zozobrar, como una nave sin capitán en medio de una terrible tormenta y sin tierra a la vista. Así parece porque no hay condiciones objetivas que nos permitan tener confianza en el futuro, pues el régimen sigue atascado en el lodazal de corrupción que no permite dar un paso en la dirección que reclama la sociedad. Por eso suenan a una burla las palabras de Enrique Peña Nieto, exhortando a la población a trabajar en unidad, “con pensamiento optimista, positivo, para modelar el México que queremos”.
Apuntes
La terca realidad nos muestra a un país a punto de zozobrar, como una nave sin capitán en medio de una terrible tormenta y sin tierra a la vista. Así parece porque no hay condiciones objetivas que nos permitan tener confianza en el futuro, pues el régimen sigue atascado en el lodazal de corrupción que no permite dar un paso en la dirección que reclama la sociedad. Por eso suenan a una burla las palabras de Enrique Peña Nieto, exhortando a la población a trabajar en unidad, “con pensamiento optimista, positivo, para modelar el México que queremos”.
¿Qué posibilidad mínima hay en este momento para hacer lo que pide el inquilino de Los Pinos? Para donde quiera que uno voltea se mira el pus que brota de la corrupción; la desesperanza de las clases mayoritarias es el común denominador, debido a la ausencia de un Estado de derecho que permita un mínimo margen, ya no de optimismo, porque eso es impensable, sino de confianza en que las cosas pueden cambiar a mediano plazo. Esto es imposible porque el régimen sufre un cáncer incurable, tanto más pernicioso cuanto más se desentiende el gobierno de la realidad.
Peña Nieto sigue hablando como si viviera en otro país, hecho que molesta al ciudadano común atento a lo que ocurre en su entorno. Al clausurar la 79 Convención Nacional Ganadera, afirmó: “Decidimos que ya era tiempo de dar un nuevo rostro al campo mexicano, un rostro de modernidad y progreso, un rostro de inclusión y justicia”. Exactamente todo lo contrario de la realidad que se vive en las zonas rurales del país, donde el abandono y la pobreza es lo que más sobresale. Tal situación se ha venido prohijando desde hace tres décadas, por la estrategia de acelerar la urbanización de áreas ejidales proclives a ser aprovechadas con una finalidad puramente mercantil.
¿Cómo puede hablar de modernidad en un momento en que es del dominio público la esclavitud de que son víctimas miles de jornaleros en explotaciones privadas dedicadas a la producción de hortalizas de exportación como sucede en el Valle de San Quintín? Decididamente, lo único que cabe pensar es que Peña Nieto no tiene una idea elemental del país que le tocó “gobernar”. En tan solo dos años y meses se le está saliendo de control el nivel de gobernabilidad requerido para evitar un colapso generalizado, lo que de suceder sólo podría dar margen a un régimen policiaco. ¿Será eso lo que están buscando los poderes fácticos?
No se acaba de salir de un escándalo de corrupción o de violencia extrema cuando ya está otro en los medios. ¿Qué optimismo puede caber ante una situación tan dramática? Por ejemplo, el caso de los ahorradores de la sociedad financiera popular, Ficrea, permanece en el limbo jurídico, como acaban de denunciar los representantes de los miles de ahorradores que fueron esquilmados por Enrique Olvera Amezcua, el principal responsable del fraude, quien continúa prófugo. En conferencia de prensa acusaron a las autoridades correspondientes de tener una actuación “omisa y dilatoria”, para favorecer al personaje citado. ¿Este es el México que queremos?
Decididamente no, porque no tendríamos una mínima posibilidad de progresar con tanta podredumbre. Un país se gobierna con base en instituciones que garantizan el ejercicio de las leyes y la firmeza del Estado de derecho, y aquí los hechos nos demuestran que las instituciones son utilizadas por una camarilla que usa el poder con una finalidad depredadora, sin que le importe un carajo el futuro de la sociedad. Al menos eso es lo que nos dejan ver los hechos. ¿Cómo es posible que el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, afirme, con respecto al escándalo de la empresa española OHL: “Yo no tengo conocimiento de ningún caso de corrupción, creo que son cuestiones que tienen que ser determinadas por las autoridades judiciales, si es que las hay”?
Mientras que Germán Larrea, el multimillonario que aquí es protegido por el sistema, en Perú y España es requerido por diversas autoridades por los costosos daños al medio ambiente producto de su labor depredadora; aquí en cambio se le premia con más concesiones, como es del dominio público. ¿Qué “pensamiento positivo, optimista”, puede haber en una masa hambrienta que espera con preocupación el día siguiente?
(guillermo.favela@hotmail.com)
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