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“Alito”, un EPN IV región
José Luis Campos Fizu
Inculto, ignorante y burro como EPN, Alejandro Moreno Cárdenas se prepara –si el pueblo así lo decide con su voto– a gobernar, ya no como un virrey priísta, sino como un tirano, que será cabeza de playa en el Sureste para una empresa mayor de uno de sus padrinos, la Presidencia de México en el 2018 de Manlio Fabio Beltrones “Don Beltrone”, capo de capos en lo que a narcopolíticos se refiere, justo a la mitad de la nefasta gestión de Peña Nieto, cuando se prepara todo para que el actual presidente termine su saqueo, si el Congreso lo deja, y si el grupo de “Don Beltrone” adquiere la fuerza que se espera.
Manlio Fabio Beltrones, ese mismo que no puede pisar tierra estadounidense porque iría directo a la cárcel por narcotráfico y lavado de dinero, no ceja en su empreño de ser Presidente de los mexicanos, falló en su intento en 2012, cuando fue bajado por Peña Nieto y el duopolio televisivo, amenazando a los 20 gobernadores y el Senado, donde era pastor, y entre sus pupilos estaba Fernando Ortega Bernés –que lo traicionó– y el propio Alejandro Moreno Cárdenas, que ya no tuvo poder de decisión, pese a que se sumó a la candidatura de FOB.
Alito es puesto a prueba, y se asegura que Manlio Fabio y la plana mayor priísta estará en su cierre de campaña, para confirmar su interés porque Moreno Cárdenas esté a su servicio los próximos años y obtenga los recursos suficientes para sostener la campaña rumbo a la carrera presidencial de su padrino “Don Beltrone”, al menos en la península de Yucatán.
La historia de Manlio Fabio Beltrones Rivera está vinculada a los más oscuro de la política nacional; siendo Gobernador de Sonora, fue activo partícipe en ocultar muchas evidencias del magnicidio de su paisano y candidato presidencial priísta, Luis Donaldo Colosio, todo documentado en los archivos secretos de ese partido, además de haber sido de los primeros gobernadores que han tenido trato con narcotraficantes, en su caso con Amado Carrillo Fuentes, expuesto en una serie de reportajes de Craig Pyes y Sam Dillon, publicados en el prestigiado New York Times, que les valió el Premio Pulitzer por reportaje internacional.
En los reportes de Craig, se da a conocer los vínculos de Don Beltrone con el narco, y cómo les brindaba protección para sus operaciones en Sonora y su paso a Arizona en Estados Unidos, así como las enormes cantidades de dinero que recibía Beltrones Rivera del narco.
Esa experiencia la quiere repetir en otra persona, Alejandro Moreno Cárdenas, ahora en la frontera sureste, donde habrá condiciones propicias para el desarrollo de una plaza muy poderosa y estratégica en la Península de Yucatán, desde donde se puede proyectar a un mercado muy importante en Cuba y los Estados Unidos, con el restablecimiento de relaciones entre USA y la isla caribeña, y Alito deberá operar en favor de los capos que ya le han comprado la plaza, lo que el priísta no ha podido desmentir.
El propio Moreno Cárdenas, famoso por sus festejos en el antro conocido como Chupis, y otro ubicado en el malecón de la ciudad de Campeche, donde se hizo famoso por semidesnudarse en el apogeo de la fiesta y tirar billetes de 500 pesos, completamente ebrio y drogado, se ha visto rodeado de personajes de aspecto gangsteril, en reuniones en diversos puntos alejados de la ciudad de Campeche.
El panorama que se vislumbra en el futuro cercano para Campeche, de conseguir hacer efectiva la compra de votos, el recurso del voto duro priísta y de llegar a necesitarlo, el software que ha conseguido su equipo de campaña para modificar el resultado electoral, como miembros de su equipo cercano han presumido, va a ser de violencia provocada por carteles del narcotráfico que vendrán a asentarse a Campeche, que perderá su tranquilidad y su presumido primer lugar como estado más seguro del país.
Los recientes asesinatos, ajustes de cuentas y presencia de narcomenudistas, es el primer paso para que los cárteles de la droga se apoderen de Campeche y los campechanos.
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