¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Llamado tardío
María Teresa Jardí
Luego de doce años de desgobierno panista con una falsa guerra incluida por Calderón como cereza de un pastel que sólo para unos llega. Si Enrique Peña Nieto hubiera llegado, como llegó: comprado por Monex, Soriana y otros e impuesto por Televisa, pero ofreciendo como en su nueva modalidad de articulista de La Jornada, hizo ayer, con hechos la firma de un nuevo pacto social. Los que desde luego pasaban por no nombrar a la Robles como parte de su gabinete por un acto de inteligencia elemental.
El pueblo mexicano pobre que no ha perdido ni su solidaridad con el otro ni su nobleza y la esperpéntica clase media que no quiere perder su confort y los pequeños empresarios y quizá muchos de los medianos y probablemente incluso alguno de los grandes, si se hubiera rodeado de los buenos políticos que deben quedar en el PRI e incluso hubiera echado mano de los de otros partidos y se hubiera esperado a recibir las casas blancas a su salida de la mayor encomienda de su vida, la que en México supone el alzarse como jefe de todo y de todos, pero la que sólo dura seis años, hubiera obtenido una generosa respuesta, incluso de los más críticos del PRI. Si hubiera llagado y se hubiera mantenido firme en la decisión de respetar la libertad de comunicación y de expresión, que al que más beneficia es a quien gobierna, porque a final de cuentas, quien lo hace bien, no repara en lo que de él se dice. En fin, si de entrada hubiera llamado a la firma de un nuevo pacto social, sin nombrarlo, tan hartos de la derecha del PAN, llegada desde el PAN, y de eso que se llama izquierda llegada desde el PRD, estábamos los mexicanos, que el PRI, por la buena, y con sus votos de siempre y con las abstenciones previsibles se habría quedado cien años. Mientras que hoy puede que se quede los mismos cien años, pero de la peor de las maneras, la que ha convertido a México en un gran cementerio y teñido todos los ríos con la sangre de sus hijos.
Cuando un país tiene tantos muertos, lo que necesita es tranquilidad para poder elaborar su duelo y estirar la cuerda como se ha hecho aquí a base de venganzas inaceptables, no pronostica ningún éxito al llamado que de entrada llega tarde y que no debería haberse hecho en medio de un proceso electoral. México hoy necesita hechos, no la creación de más instituciones, cuando a la vista de todos está que ya nada funciona.
Va un caso real. Una sobrina circula por una lateral de un periférico y cuando ya había casi pasado, un vehículo con los logos de Pemex le da un golpe en la parte de atrás, se arrima —mi sobrina— a la acera, dejando lugar para que se estacione quien le golpeó el coche y el chofer, futuro despedido de esa institución destruida, se va. Lo sigue y logra, cruzándosele, que se pare, buscando simplemente que reconozca que la golpeó porque no se fijó. El hombre se niega y ambos llaman a sus respectivos seguros. Como el de mi sobrina cubre gastos de terceros, el seguro de Pemex no tiene que pagar nada. Pero el empleado se niega altaneramente a reconocer su culpa. Probablemente así le han dicho que lo haga. Es decir, lo que Peña no ha entendido es hasta dónde está destruido el tejido social y que eso no se repara con promesas de nuevas instituciones, sobre instituciones desarmadas en su estructura ética.
Mi sobrina decide que los lleven ante el Ministerio Público y los del seguro le informan que tienen que esperar que vengan en una patrulla a buscarlos y una grúa para llevarse los coches y, al preguntar cuánto tarda lo anterior, les informan que de seis a doce horas porque las patrullas están siendo usadas en la protesta del día (que ese día era de taxis) y grúas que sirvan casi no hay.
Al final se va el chofer, futuro desempleado de Pemex, riéndose de una ciudadana que tiene que tragarse su rabia, porque además es informada por los ajustadores de los dos seguros “de que la ley ya cambió y quien pega ya no paga”.
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