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La filtración del video de Lorenzo Córdova, un distractor
Jesús Peraza Menéndez
La corte de servidores públicos que son una extraña mezcla consanguínea y cultural entre políticos arribistas enriquecidos e ignorantes, con empresarios no menos corruptos que comparten el pragmatismo de la ganancia, por ejemplo con Emilio Azcarraga Jean o Enrique Peña Nieto, que no necesitaron estudiar pues ya estaban en la cima social desde que nacieron, ya no han de sufrir el esfuerzo de la acumulación de riqueza sino disfrutar su administración, los privilegios y la vida cortesana.
Lorenzo Córdova, no sólo se formó en la universidad, con posgrado en la Universidad de Turín, Italia, es hijo de Arnaldo Córdova, profesor-investigador autor entre otras obras, la de Ideología de la Revolución Mexicana, militante de la izquierda con una visión de clase sobre la lucha política, murió hace poco y estaba apoyando a MORENA y AMLO, significa que por experiencia conoce la multiculturalidad de México.
El representante indio otomí se llama Gobernador Nacional de los Pueblos Indígenas, Hipólito Arriaga Pote, preside una Asociación Civil promocional de servicios pro etnia OTOMI, A C., cuyo tamaño y representación es un asunto aparte.
La reunión se celebra en las instalaciones del INE y concluye con una foto difundida por los medios impresos, lo que le da un acento de pluralidad e inclusión al asunto electoral, justo cuando esté en el caldero hirviendo la desfachatez porril-criminal del Partido Verde Ecologista de México, brazo del PRI, que ha violado todos los procedimientos, mostrando que la ley no sólo es insuficiente sino que permite la impunidad y la continuidad del delito electoral o sea el fraude con premeditación, alevosía y ventaja, mientras se instrumentaliza contra la oposición a modo. Situación que por cierto, lleva a una discusión entre los partidos con registro en el INE, que conduce a la conclusión de corrupción con absoluta impunidad y que entraña la desproporción entre los recursos reales que ocupa cada partido para imponerse en las elecciones sea como sea, o “haiga sido como haiga sido”. Es lo de Córdova una “caja china”, una nube para atraer la atención a otro conflicto recién creado.
Quienes convivimos diariamente con pueblos ancestrales sabemos de sus grados de dominio de la lengua española. Son escasamente hablantes y, hasta los que la dominan, no pierden del todo su modo de expresión original. Esto, por cierto, los convierte en bilingües sin certificación de competencias. En algunos casos, su habla es tan elemental como poética, incluso el acento y la expresión oral se imponen sobre toda la población.
El golpe mediático de la filtración de la conversación de Lorenzo Córdova con el Secretario Técnico del INE, logró el impacto deseado. Sacó del punto de atención pública el proceso del Partido Verde Ecologista de México. Pero irremediablemente colocó este hecho de discriminación sobre “lo indio”, que desde los liberales del siglo XIX se cree es un anacronismo primitivo inferior, que se salva con la civilización moderna, incluso con el semen civilizador del mestizaje, como si sólo una cultura aportará con esta consanguinidad.
Resulta que es el punto álgido de las contradicciones políticas entre los integrados o fascinados con el sistema de privilegios, de ostentación, de soberbia, prepotencia, que son dos componentes: uno que vive con este singular modo y otro mayor que lo imita y lo desea. A este segmento llamaban los aparatos de propaganda del Estado (inteligencia militar, policía política, medios electrónicos de información, la jerarquía católica de la ultraderecha), a celebrar la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapan que son hijos de padres indios. De hecho, las reformas estructurales que bursatilizan el territorio nacional al poner a la venta todo lo que resulte de interés para el capital, puede ser despojado a las comunidades y pueblos, en acto de “interés público” que resulta única y exclusivamente privado.
Los movimientos van de Chiapas a Sonora, de los Tzentales a los yaquis, pasando por los zapotecos y mixtecos que son la mayoría de los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín en Baja California, los otomís, los náhualts de Guerrero y el Estado de México, los Purépechas de Cherán, Michoacán, los mayas de la península de Yucatán.
El encono entre el glamoroso mercado del consumismo contra el México profundo de la sobrevivencia. Sobre esto, pesa, por supuesto, la lucha ideológica, son las conductas sociales, los modos socialmente aceptados, la confección de lo “normal y lo “políticamente correcto”. A la hija de Enrique Peña Nieto le parecen “proletarios pendejos” quienes critican y se oponen a las políticas inhumanas del presidente que representa al pequeño grupo empresarial que precisamente impone este “modo de vida” de ostentación y desperdicio frente a la carencia total de lo indispensable de millones de mexicanos. Funciona, en las escuelas públicas y privadas, se han impuesto campañas sociales de discriminación contra toda y todo aquél que les parezca no sólo diferente sino inferior, al punto de asesinarlo o desaparecerlos forzadamente.
Lo de Lorenzo Córdova jala un hilo que tiene vínculos profundos, lo que no es casual, justo cuando el INE enfrenta el juicio sobre el partido del “Niño Verde”, porque es una empresa electoral creada por el PRI, financiada por Televisa, círculo vicioso, pues Televisa es una empresa que usufructúa la concesión de medios públicos como negocio privado. Representan a los mirreyes y reinitas, que no son ecologistas.
Esto se da cuando nueve partidos se enfrentan a uno. Con la más fabulosa desproporción de recursos económicos, de instrumentos en las telecomunicaciones. Con esta amañada competencia se pretende y se consigue fomentar la creencia de que nada se puede hacer, más allá de aceptarla y sacrificarse, asegurando todo lo que mantiene este estado de cosas, este modo de vida, que por cierto no comparten todos sino que es el que difunden los medios y el que asumen las políticas gubernamentales, que han ido despojando y empobreciendo principalmente a los pueblos ancestrales a las sociedades indias, a los trabajadores, a los productores, que además son objeto del desprecio de quienes los explotan.
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