Índice Político
¡Y todavía quieren que
les tengamos confianza!
¡Finalmente, Enrique Peña Nieto aceptó –ante el diario británico Financial Times– que su administración enfrenta una crisis de sospecha, incredulidad y, por supuesto, de desconfianza!
El país entero, es cierto, tiene ya rato de no confíar en los toluquitas. En poco más de dos años se hicieron reos de sospecha. Nadie les cree, tampoco. Ni sus reformas que dizque el país necesitaba, ni la más reciente de “renovación moral” tienen crédito alguno entre los (mal) gobernados.
Desconoce La Pandilla Atracomulca que la fiducia latina es un concepto milenario, sobre el que se construyó toda la política y, sobre todo, la arquitectura financiera internacional. A partir de ella, de la confianza, fue posible que florecieran todos los negocios fiduciarios de la antigüedad. Platiquemos hoy, usted y yo, de ella.
El préstamo, la usura, los intereses, los negocios bancarios, los acuerdos, el financiamiento de las guerras, conquistas e invasiones, fue posible gracias a la fiducia latina. Sin confianza, el mundo moderno no sería posible.
Todo está construido sobre la bona fide: desde el respeto a la propiedad hasta la elección de autoridades y las constituciones de los pueblos. La confianza es, en el mundo material, el equivalente a la fe en el mundo espiritual.
Cuando diversos fruncionarios del toluquismo, desde el Virrey de pacotilla Videgaray… hasta el hijo de Arnaldo Córdova, ya defenestrado por sus principales clientes –los partidos políticos que, como la sociedad entera, ya no tienen confianza en la imparcialidad del INE– se quejan de haberla perdido, es que algo huele muy mal.
Recuperar la confianza es equiparable a tratar de pegar los mil pedazos en que voló por los aires un vidrio plano después del manotazo. Es imposible. La confianza se construye día con día y se pierde en un minuto.
Aunque los toluquitas, expertos en esta clase de imposibles, se hayan llevado dos años y medio en destruirla, la demolición no ha llegado de repente, han estrellado el vidrio a ciencia y paciencia, con un empeño digno de mejor causa.
Tomaron el Poder Como si Hubieran Ganado
Un somero repaso a las esquizofrénicas decisiones que los llevaron hasta aquí sería indispensable, para que sepan lo que tienen qué hacer en el empeño de recuperarla. No les arrendamos las ganancias.
Peña Nieto fue electo por un menguado “voto duro” del PRI, al que si no se le agregara el diez por ciento del Verde Ecologista, hubiera dado lugar a miles de impugnaciones serias: de Monex y Soriana para arriba. Era lo mejor sumarlos, para no estar ahora en el lamento.
No obstante, los Atracomulcas tomaron el poder como si hubieran destrozado a sus adversarios electorales en una revolución sangrienta. No dejaron un solo pedazo de pasto para los militantes priístas que se rifaron el cuero en el empeño.
Con una soberbia amenazante, entregaron todos los puestos de mando a un infame aprendiz de tecnócrata recomendado por Pedro Aspe, al que hasta la fecha no quiere recibir en audiencia burocrática. Todas las descentralizadas de re$peto y mando, cayeron en su coleto, desde Pemex hasta Caminos y Puentes.
Al pachuquita de Gobernación –quien continúa en cursos teloneros para alivianar su necia dislexia–, se le entregaron todas las posiciones políticas del cotarro, incluyendo las delegaciones del Ejecutivo en los estados.
La sorpresa mayor consistió en que los miles de chamaquitos escogidos para integrar “gobierno” no pertenecían a los cuadros políticos surgidos y representativos de las regiones y de los recios grupos del partido que los llevó al triunfo… ¡sino a los alrededores de Zacazonapan!
Ninguna escuela filosófica, política, militar de la antigüedad y de nuestros días pudiera haber sido capaz de generar estas miles de gentecitas, que sin tener una puñetera idea del asunto, fueron sentados en los sillones de mando. La condición fue tener sangre Toluca, o amigos, parientes, vamos, haber ido de visita un poco antes de la elección.
Una Larga Cadena de Yerros y… ¡Corruptelas!
Pero ahí no paró la inconsecuencia. Llegaron sin un programa contra el flagelo de la delincuencia organizada, ni para atender los asuntos mínimos del bienestar de los mexicanos, la salud, la educación, la vivienda, la alimentación, la seguridad social y el empleo, por citar algunos rubros.
Al poco tiempo, sin estar todavía bien sentados, desataron los perros del fisco en el contexto de una reforma impositiva regresiva, antipopular y anti sistémica, que les acarreó el rencor de las fuerzas productivas. Revivieron al moribundo panismo en la frontera norte del país.
Todo lo pospusieron, para dedicarse al trafique del cobro de las comisiones. Todo, hasta las posiciones de califas regaladas al salinismo, al zedillismo y al corderismo panista. ¡Y a dormir en la hamaca del Pacto por México!
A confiar en que, gracias a los acuerdos de partidos en las Cámaras, podían gobernar en automático, gracias a reformas “estructurales” entreguistas al capital extranjero y confiadas a la buena voluntad de las empresas tran$nacionales.
Los ingratos mexicanos debían esperar a que la generación espontánea de empleos, desarrollo y fortalecimiento del mercado interno fuera una realidad, gracias al enorme cobijo del Pacto.
En realidad, confundieron un Acuerdo transitorio y convenenciero para los firmantes, ¡con la acción de gobierno!
Se dedicaron al show televisivo. Las horcas caudinas del gobierno eran los entrevistadores más fresas y a modo del “canal de las estrellas”. ¡La frivolidad y la inconsciencia en todo su ramplón esplendor!
Empezaron a repartir registros de proyectos de partidos que correspondían a padrinos incómodos, pero que no representaban a nadie. Dedicaron toda una reforma política para convertir al INE en un concentrador de la chequera de compras y comisiones, igual que lo habían hecho con la SEP al centralizar nóminas ya desconcentradas a los estados, y en el IMSS con la “compra consolidada” de medicinas.
Con la chequera desatada y sin freno posible, se dedicaron a financiar sin ton ni son a los grupúsculos violentos de la CNTE y del SME, entre otros, a quienes concedieron cobertura, membrecía y representación nacional. Al rato, el vandalismo con dinero nuestro gobernaba en la República.
Al mismo tiempo, tres mil millones de dólares derrochados sin ningún provecho en publicidad presidencial, dejaban un testimonio incontestable de que la campaña del Guamúchil Party de “Mover a México” era y es un completo fracaso, con cargo a nuestros bolsillos.
“Ya sé que no aplauden”, se quejaba el Presidente. La oposición de las calles, no la de los partidos comprados, le contesta en las bardas: “la corrupción no se aplaude, se castiga”. Juan Pueblo, entre desesperado y encabronado, a punto de salirse de control.
Todo lo que se gasta en promoción de la imagen presidencial es dinero tirado al caño. Gracias a las ocurrencias de infelices publicistas y reconstructores de figura, ya nada prende. También el mensajero, Televisa, naufragó. Se lo llevaron entre las patas… y por eso ahora lo premian con “posiciones”.
Y Para Colmo, el Derrumbe Económico
Cuando llegó lo de Ayotzinapa, el Estado ya no existía. Se lo habían acabado. El “gobierno” Atracomulca era un cascarón inerte, presidido por los negocios de la constructora presidencial Higa que, cual Big Brother, se solazaba en la tele anunciando futuras obras faraónicas.
No tuvo ni respuesta a la quema de la puerta Mariana de Palacio Nacional, ni a las brutales golpizas que sufrieron las fuerzas del orden frente a los avituallados vandalos. Menos, frente a las acerbas críticas del exterior.
¡La cagazón por lo de las casas de Higa, lo del tren bala a Querétaro y los trastupijes del dinero, sólo fueron la cereza del pastel!
De ahí para acá, el derrumbe. El aplastamiento total de las cuentas nacionales. La economía, previamente secada por el retiro de los billones que Videgaray retiró del presupuesto, ya no pudo responder. Ningún impulso vital en el enfermo.
Se derrumbó el peso, el precio petrolero, resultaron falaces las coberturas de Videgaray, creció el riesgo país, se desvaneció el gasto público y para el pago del gasto corriente, salarios, prestaciones y jubilaciones, en diciembre pasado le sacaron sangre a Pemex para completar sus saqueadas carteras.
Y continuaron anunciando inexistentes obras por cerca de cien mil millones de dólares, con presupuestos inflados e imaginarios . Seguramente con cargo a la fantasiosa deuda externa que, en sólo dos años ya rebasó la capacidad de pago de esta generación de mexicanos.
Militares en las calles de todos los pueblos, haciendo la labor de policías preventivos. Las instituciones de seguridad pública asustadas y amenazadas por bandoleros con paliacate, azuzados por el “hombre más rico del mundo”, un pobre producto del sistema de privilegios, en venganza porque no le dieron la concesión de un canal de tele.
Siguen “Moviendo a México, engañando al respetable, vendiendo la especie de que el nefasto Gordo “Carstens le tira línea al FMI; que la economía mexicana creció dos puntos arriba de la Unión Europea, Brasil y Rusia.
Quieren tapar al sol con un dedo y por fuera nos enteramos que nos cuesta 4 mil millones de dólares de nuestros bolsillos sostener los 200 mil millones de dólares con que “ayudamos” a la fuerza del dólar, con las reservas internacionales.
Que, para colmo, hemos devuelto 40 mil millones de pesos en impuestos a empresas transnacionales que sangran nuestro consumo y la flaca economía de nuestros hogares.
¡Y todavía quieren que les aplaudamos!
¡Y todavía quieren que les tengamos confianza!
Índice Flamígero: Pregunta un ex militar experto en temas de seguridad pública, y cuyo nombre me reservo para evitarle las consabidas represalias, ¿dónde está el dinero? Porque, razona, si el recién detenido Servando Gómez, alias La Tuta, es un archi-multi-hiper-millonario que, según los boletines oficiales y los medios que los reproducen, manejaba 31 mil millones de pesos anuales por el robo de combustible, por el tráfico de drogas naturales y sintéticas, por el cobro “de piso”, por la venta de hierro a los chinos –300 mil toneladas por cada barco enviado, durante 11 años–, por secuestros, extorsiones y mil etcéteras… ¿dónde está el dinero? ¿Será que es una nueva expresión del clásico botín de guerra? + + + En Guerrero, donde dizque gobierna el académico Gregorio Ortega Martínez, siguen las corruptelas a gran escala. Vea usted lo que sucede en la Secretaría de Salud local, donde el titular Edmundo Escobar Habelca tiene como “operador” a Ernesto Vélez Memije. Ambos están cobrando el 20% de “comisión” a los proveedores ¡y por adelantado!, como condición para firmar los contratos. El “negocio” empeora a la hora de cobrar en Finanzas, pues el subsecretario de Egresos, Eustoquio Merino López pide ¡el mismo monto! para autorizar las partidas. Ven las barbas de los aguirristas cortar y… + + + En el sector empresarial ya se percataron de que el vocero de Pemex, Ignacio Durán, reparte gruesas carpetas con información tergiversada sobre la empresa Tradeco y su propietario Federico Martínez, quien ha estado bajo la metralla mediática en los últimos días. No pocos colegas las han reproducido casi literalmente. ¿Cuál es el objetivo del jefe de Durán, Emilio Lozoya? ¿Qué tienen que ver con ello dos altos funcionarios de Televisa cuyas siglas en su nombre son Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia? En breve, más detalles, que seguro provocarán que Emilio Azcárraga Jean retorne de Miami, donde ha vivido los últimos años.
Francisco Rodríguez
El país entero, es cierto, tiene ya rato de no confíar en los toluquitas. En poco más de dos años se hicieron reos de sospecha. Nadie les cree, tampoco. Ni sus reformas que dizque el país necesitaba, ni la más reciente de “renovación moral” tienen crédito alguno entre los (mal) gobernados.
Desconoce La Pandilla Atracomulca que la fiducia latina es un concepto milenario, sobre el que se construyó toda la política y, sobre todo, la arquitectura financiera internacional. A partir de ella, de la confianza, fue posible que florecieran todos los negocios fiduciarios de la antigüedad. Platiquemos hoy, usted y yo, de ella.
El préstamo, la usura, los intereses, los negocios bancarios, los acuerdos, el financiamiento de las guerras, conquistas e invasiones, fue posible gracias a la fiducia latina. Sin confianza, el mundo moderno no sería posible.
Todo está construido sobre la bona fide: desde el respeto a la propiedad hasta la elección de autoridades y las constituciones de los pueblos. La confianza es, en el mundo material, el equivalente a la fe en el mundo espiritual.
Cuando diversos fruncionarios del toluquismo, desde el Virrey de pacotilla Videgaray… hasta el hijo de Arnaldo Córdova, ya defenestrado por sus principales clientes –los partidos políticos que, como la sociedad entera, ya no tienen confianza en la imparcialidad del INE– se quejan de haberla perdido, es que algo huele muy mal.
Recuperar la confianza es equiparable a tratar de pegar los mil pedazos en que voló por los aires un vidrio plano después del manotazo. Es imposible. La confianza se construye día con día y se pierde en un minuto.
Aunque los toluquitas, expertos en esta clase de imposibles, se hayan llevado dos años y medio en destruirla, la demolición no ha llegado de repente, han estrellado el vidrio a ciencia y paciencia, con un empeño digno de mejor causa.
Tomaron el Poder Como si Hubieran Ganado
Un somero repaso a las esquizofrénicas decisiones que los llevaron hasta aquí sería indispensable, para que sepan lo que tienen qué hacer en el empeño de recuperarla. No les arrendamos las ganancias.
Peña Nieto fue electo por un menguado “voto duro” del PRI, al que si no se le agregara el diez por ciento del Verde Ecologista, hubiera dado lugar a miles de impugnaciones serias: de Monex y Soriana para arriba. Era lo mejor sumarlos, para no estar ahora en el lamento.
No obstante, los Atracomulcas tomaron el poder como si hubieran destrozado a sus adversarios electorales en una revolución sangrienta. No dejaron un solo pedazo de pasto para los militantes priístas que se rifaron el cuero en el empeño.
Con una soberbia amenazante, entregaron todos los puestos de mando a un infame aprendiz de tecnócrata recomendado por Pedro Aspe, al que hasta la fecha no quiere recibir en audiencia burocrática. Todas las descentralizadas de re$peto y mando, cayeron en su coleto, desde Pemex hasta Caminos y Puentes.
Al pachuquita de Gobernación –quien continúa en cursos teloneros para alivianar su necia dislexia–, se le entregaron todas las posiciones políticas del cotarro, incluyendo las delegaciones del Ejecutivo en los estados.
La sorpresa mayor consistió en que los miles de chamaquitos escogidos para integrar “gobierno” no pertenecían a los cuadros políticos surgidos y representativos de las regiones y de los recios grupos del partido que los llevó al triunfo… ¡sino a los alrededores de Zacazonapan!
Ninguna escuela filosófica, política, militar de la antigüedad y de nuestros días pudiera haber sido capaz de generar estas miles de gentecitas, que sin tener una puñetera idea del asunto, fueron sentados en los sillones de mando. La condición fue tener sangre Toluca, o amigos, parientes, vamos, haber ido de visita un poco antes de la elección.
Una Larga Cadena de Yerros y… ¡Corruptelas!
Pero ahí no paró la inconsecuencia. Llegaron sin un programa contra el flagelo de la delincuencia organizada, ni para atender los asuntos mínimos del bienestar de los mexicanos, la salud, la educación, la vivienda, la alimentación, la seguridad social y el empleo, por citar algunos rubros.
Al poco tiempo, sin estar todavía bien sentados, desataron los perros del fisco en el contexto de una reforma impositiva regresiva, antipopular y anti sistémica, que les acarreó el rencor de las fuerzas productivas. Revivieron al moribundo panismo en la frontera norte del país.
Todo lo pospusieron, para dedicarse al trafique del cobro de las comisiones. Todo, hasta las posiciones de califas regaladas al salinismo, al zedillismo y al corderismo panista. ¡Y a dormir en la hamaca del Pacto por México!
A confiar en que, gracias a los acuerdos de partidos en las Cámaras, podían gobernar en automático, gracias a reformas “estructurales” entreguistas al capital extranjero y confiadas a la buena voluntad de las empresas tran$nacionales.
Los ingratos mexicanos debían esperar a que la generación espontánea de empleos, desarrollo y fortalecimiento del mercado interno fuera una realidad, gracias al enorme cobijo del Pacto.
En realidad, confundieron un Acuerdo transitorio y convenenciero para los firmantes, ¡con la acción de gobierno!
Se dedicaron al show televisivo. Las horcas caudinas del gobierno eran los entrevistadores más fresas y a modo del “canal de las estrellas”. ¡La frivolidad y la inconsciencia en todo su ramplón esplendor!
Empezaron a repartir registros de proyectos de partidos que correspondían a padrinos incómodos, pero que no representaban a nadie. Dedicaron toda una reforma política para convertir al INE en un concentrador de la chequera de compras y comisiones, igual que lo habían hecho con la SEP al centralizar nóminas ya desconcentradas a los estados, y en el IMSS con la “compra consolidada” de medicinas.
Con la chequera desatada y sin freno posible, se dedicaron a financiar sin ton ni son a los grupúsculos violentos de la CNTE y del SME, entre otros, a quienes concedieron cobertura, membrecía y representación nacional. Al rato, el vandalismo con dinero nuestro gobernaba en la República.
Al mismo tiempo, tres mil millones de dólares derrochados sin ningún provecho en publicidad presidencial, dejaban un testimonio incontestable de que la campaña del Guamúchil Party de “Mover a México” era y es un completo fracaso, con cargo a nuestros bolsillos.
“Ya sé que no aplauden”, se quejaba el Presidente. La oposición de las calles, no la de los partidos comprados, le contesta en las bardas: “la corrupción no se aplaude, se castiga”. Juan Pueblo, entre desesperado y encabronado, a punto de salirse de control.
Todo lo que se gasta en promoción de la imagen presidencial es dinero tirado al caño. Gracias a las ocurrencias de infelices publicistas y reconstructores de figura, ya nada prende. También el mensajero, Televisa, naufragó. Se lo llevaron entre las patas… y por eso ahora lo premian con “posiciones”.
Y Para Colmo, el Derrumbe Económico
Cuando llegó lo de Ayotzinapa, el Estado ya no existía. Se lo habían acabado. El “gobierno” Atracomulca era un cascarón inerte, presidido por los negocios de la constructora presidencial Higa que, cual Big Brother, se solazaba en la tele anunciando futuras obras faraónicas.
No tuvo ni respuesta a la quema de la puerta Mariana de Palacio Nacional, ni a las brutales golpizas que sufrieron las fuerzas del orden frente a los avituallados vandalos. Menos, frente a las acerbas críticas del exterior.
¡La cagazón por lo de las casas de Higa, lo del tren bala a Querétaro y los trastupijes del dinero, sólo fueron la cereza del pastel!
De ahí para acá, el derrumbe. El aplastamiento total de las cuentas nacionales. La economía, previamente secada por el retiro de los billones que Videgaray retiró del presupuesto, ya no pudo responder. Ningún impulso vital en el enfermo.
Se derrumbó el peso, el precio petrolero, resultaron falaces las coberturas de Videgaray, creció el riesgo país, se desvaneció el gasto público y para el pago del gasto corriente, salarios, prestaciones y jubilaciones, en diciembre pasado le sacaron sangre a Pemex para completar sus saqueadas carteras.
Y continuaron anunciando inexistentes obras por cerca de cien mil millones de dólares, con presupuestos inflados e imaginarios . Seguramente con cargo a la fantasiosa deuda externa que, en sólo dos años ya rebasó la capacidad de pago de esta generación de mexicanos.
Militares en las calles de todos los pueblos, haciendo la labor de policías preventivos. Las instituciones de seguridad pública asustadas y amenazadas por bandoleros con paliacate, azuzados por el “hombre más rico del mundo”, un pobre producto del sistema de privilegios, en venganza porque no le dieron la concesión de un canal de tele.
Siguen “Moviendo a México, engañando al respetable, vendiendo la especie de que el nefasto Gordo “Carstens le tira línea al FMI; que la economía mexicana creció dos puntos arriba de la Unión Europea, Brasil y Rusia.
Quieren tapar al sol con un dedo y por fuera nos enteramos que nos cuesta 4 mil millones de dólares de nuestros bolsillos sostener los 200 mil millones de dólares con que “ayudamos” a la fuerza del dólar, con las reservas internacionales.
Que, para colmo, hemos devuelto 40 mil millones de pesos en impuestos a empresas transnacionales que sangran nuestro consumo y la flaca economía de nuestros hogares.
¡Y todavía quieren que les aplaudamos!
¡Y todavía quieren que les tengamos confianza!
Índice Flamígero: Pregunta un ex militar experto en temas de seguridad pública, y cuyo nombre me reservo para evitarle las consabidas represalias, ¿dónde está el dinero? Porque, razona, si el recién detenido Servando Gómez, alias La Tuta, es un archi-multi-hiper-millonario que, según los boletines oficiales y los medios que los reproducen, manejaba 31 mil millones de pesos anuales por el robo de combustible, por el tráfico de drogas naturales y sintéticas, por el cobro “de piso”, por la venta de hierro a los chinos –300 mil toneladas por cada barco enviado, durante 11 años–, por secuestros, extorsiones y mil etcéteras… ¿dónde está el dinero? ¿Será que es una nueva expresión del clásico botín de guerra? + + + En Guerrero, donde dizque gobierna el académico Gregorio Ortega Martínez, siguen las corruptelas a gran escala. Vea usted lo que sucede en la Secretaría de Salud local, donde el titular Edmundo Escobar Habelca tiene como “operador” a Ernesto Vélez Memije. Ambos están cobrando el 20% de “comisión” a los proveedores ¡y por adelantado!, como condición para firmar los contratos. El “negocio” empeora a la hora de cobrar en Finanzas, pues el subsecretario de Egresos, Eustoquio Merino López pide ¡el mismo monto! para autorizar las partidas. Ven las barbas de los aguirristas cortar y… + + + En el sector empresarial ya se percataron de que el vocero de Pemex, Ignacio Durán, reparte gruesas carpetas con información tergiversada sobre la empresa Tradeco y su propietario Federico Martínez, quien ha estado bajo la metralla mediática en los últimos días. No pocos colegas las han reproducido casi literalmente. ¿Cuál es el objetivo del jefe de Durán, Emilio Lozoya? ¿Qué tienen que ver con ello dos altos funcionarios de Televisa cuyas siglas en su nombre son Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia? En breve, más detalles, que seguro provocarán que Emilio Azcárraga Jean retorne de Miami, donde ha vivido los últimos años.
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