Por Esto!
Las noticias y los periodistas
Iván de la Nuez
En el centro de todos los debates, dos elementos se repiten: el auge de las redes sociales y las publicaciones digitales, por una parte, y los límites a la libertad de prensa, por el otro. Si periodismo es dar noticias, entonces, cualquiera armado con un teléfono celular está en la capacidad de registrar un suceso y hacerlo saber a la sociedad. Desde lo más banal hasta lo más comprometedor está sometido a ser captado y difundido por y para el prójimo. Pero si periodismo es desvelar la verdad, ya aquí entra un elemento ético que atraviesa la noticia y se compromete directamente con el relato y los juicios de valor que la acompañan.
No ha habido otra época de la humanidad en la que estemos en condiciones de descubrir rápidamente las tramas más turbias. Pero al buen periodismo no siempre hay que asociarlo a la urgencia. A veces, el tiempo dedicado a la investigación, algo difícil de mantener en estos tiempos, es crucial.
Si Woodward y Bernstein consiguieron destapar el caso Watergate fue, precisamente, porque vivieron en una época en la que pudieron mantener su secreto el tiempo suficiente para reunir todas las pruebas. Tan importante fue lo que destaparon como la posibilidad de mantenerlo tapado hasta que todas las piezas encajaran. Hoy, probablemente, la investigación hubiera hecho aguas a medio camino por las filtraciones que permiten la diseminación de cualquier rumor.
Vivimos tiempos en los que algunos presidentes hablan desde una pantalla plana, aniquilando las preguntas, o deciden directamente el asesinato de reporteros en decenas de países del mundo, aniquilando a los que preguntan. Es ahí donde las nuevas tecnologías permiten a las noticias tener vida propia, existir sin necesidad de autor reconocible. La novedad pura y dura transmitida por nadie.
Si las noticias caminan solas, entonces los buenos periodistas ya no están obligados a darlas sino a construir el relato que necesitamos para saber dónde y cómo encajarlas. En ese sentido, cualquiera puede dar una noticia, pero escribirla sigue siendo, de momento, una exclusividad de esos periodistas que escriben, cada día, el latido del mundo.
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