Por Esto!
Si votamos todos, los botamos a todos
Iván de la Nuez
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se sigue resistiendo a que su segundo mandato sea vacacional. A figurar como un adorno, a la espera de una jubilación dorada. El hombre no quiere ser un “pato cojo”, que es como los americanos llaman a los presidentes que van por el segundo periodo.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se sigue resistiendo a que su segundo mandato sea vacacional. A figurar como un adorno, a la espera de una jubilación dorada. El hombre no quiere ser un “pato cojo”, que es como los americanos llaman a los presidentes que van por el segundo periodo.
No vamos ahora a hacerle, por eso, un panegírico, aunque tampoco es cuestión de hacer sangre con todo lo que tiene sin resolver, esos dolores de cabeza que le dan Putin, Netanyahu, el Estado Islámico, Venezuela, los halcones nacionales, la caída del petróleo o un cuerpo de seguridad más guarachero de lo esperado. Pero es de justicia reconocerle unas cuantas ideas interesantes en los últimos tiempos. Su avance en las relaciones con Cuba, la apertura del diálogo con Irán o la firmeza en el proceso de paz entre Israel y Palestina. En pie de guerra contra los republicanos, ahora Obama se ha bajado con una propuesta, casi un pensamiento en voz alta, en la que sopesa el establecimiento del voto obligatorio en Estados Unidos.
La lógica obamista no admite mucha discusión y radica en el hecho, comprobable, de que mientras más abstención hay en las elecciones, peor parados salen los pobres. Así pues, si todos estuvieran obligados a votar, el mapa político cambiaría y las prestaciones sociales aumentarían, pues vendrían incorporadas en las necesidades más perentorias de esos votantes.
No soy yo un buen ejemplo de votante, dado que, a cada desilusión política que tengo, y siempre las tengo, me paso de inmediato a la masa de los que no acuden ni a dejar la papeleta con un insulto. El sistema son ellos, así me digo, y encuentro 100 cosas más interesantes que hacer ese día, y las 100 me saben a venganza, por cierto.
No obstante, esta idea de Obama me ha dado qué pensar. El voto obligatorio nos comprometería aún más con la democracia y serviría para una mayor integración en el país en el que vivimos. Eso sí, habría que buscar la manera de que el no-voto fuera también un acto político. Como lo es el de los objetores de conciencia ante el servicio militar, pongamos por caso.
Sé que no votar es parte de la sacrosanta libertad individual. Pero votar es, también, un derecho al que aspiran millones de individuos en el mundo entero. Además, hay una buena cantidad de países que tienen sufragio obligatorio y, si tienen problemas con su democracia, no es precisamente por eso: la democracia está en crisis en todas partes.
Por mi parte, creo que hoy votaría por el voto obligatorio, valga la aparente redundancia. La verdad es que me suena cada vez mejor y, harto como estoy de tanto político inútil o corrupto, veo en esta posibilidad una ventana abierta y la esperanza de que si votamos todos, los botamos a todos.
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