Índice Político
Ya reventaron las reformas funcionalistas
Francisco Rodríguez
Índice Político
La gazmoñería aldeana de corto plazo, de poca visión, que atribuye los sucesos políticos a dones providenciales de los actores o a sus capacidades ciclópeas va quedando muy atrás del análisis y el respeto que nos debemos como pueblo.
Las ocurrencias funcionales producen mentiras y mitos dañinos: crecer al 5%; lucha contra la corrupción; más empleos formales; coberturas petroleras para blindar el presupuesto; justicia en la Línea 12, y un largo etcétera. Son las mentiras “funcionales” que ahondan incredulidad y desconfianza.
Debemos ponderar la perspectiva estructural de los acontecimientos políticos, sociales, históricos y culturales, con un enfoque moderno que nos ayudará a madurar, a metabolizar mejor los fenómenos sociales, a merecer un mejor lugar en el concierto de las naciones.
Abandonar el infantilismo o la pubertad política es dejar de interpretar el devenir de los acontecimientos como si nosotros no tuviéramos que ver con ellos, o como si todo pudiera explicarse con noticias manipuladas, con señuelos distractores.
Es muy alto el precio a pagar si no nos decidimos. Nos pueden seguir tratando como auditorio cautivo de las barras de telenovelas. Hoy aprehenden a “La Tuta”, mañana al “Z- 42″, y luego a un barquillero que va a aparecer como lugarteniente del “Mayo” Zambada. Rápido, con tal de presumir lavado el palmito ante el mundo.
El público obediente, sin pensamiento crítico, absorbe todas las noticias del modo plano con el que asiste de observador a un partido de fútbol o a una despedida de cursos de secundaria de parientes. La inocencia es cautiva de la enajenación.
Así no se interrelacionan los acontecimientos de un modo estructural, vertical y transversal, no se jerarquizan, ni se concatenan ni priorizan los entornos de los sucesos. Nada es antes, ni después, ni simultáneo. Todo da igual, porque sólo somos consumidores de noticias.
En el análisis estructural se privilegian las causas y consecuencias; las diferencias y similitudes entre las variables de los conceptos y su necesario impacto en la vida de las comunidades. Su influencia en el presente y a futuro.
Con un enfoque estructural de la sociedad, nada de lo que sucede en la cúpula o entre la gente de a pie es independiente de los efectos provocados por relaciones de dominación y por las ideas-fuerza de la organización social en la disparidad del desarrollo de los pueblos.
No se niega que trate siempre de imponerse un enfoque funcionalista que trata de privilegiar el peso de las costumbres y las instituciones formales sobre el análisis estructural de las causas y consecuencias. Son patadas de ahogado de interpretaciones de derecha, conservadoras.
No explican causas de las broncas que ellos crean
El funcionalismo es atrevido. No ceja en su empeño de enajenar, idiotizar a la opinión pública de todas las épocas. Sólo reacciona ante los avances de las ciencias sociales, pero sigue quedando a deber.
Ejemplo del funcionalismo cómo método para direccionar la opinión pública y orientar sus apreciaciones fue la infinidad de libros del Reader’s Digest, revistas y filmes que se usaron en el período de la “guerra fría”.
Relataban con un empeño digno de mejor causa, por ejemplo, el “gran temple” que tuvo Harry S. Truman para decidir soltar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y reducir a la nada el carácter japonés demostrado a lo largo de la Guerra.
Manufacturaban grandes tragedias que explicaran al gran público las truculencias moscovitas que se tramaban en la URSS para acabar de cuajo con las “democracias” occidentales y con el sacrosanto american way of life.
Los temores de la sociedad norteamericana, durante la guerra fría, al sadismo de los mahometanos, al impulso de los latin lovers, al desprecio de la población de raza negra, a la rebelión sin causa de los jóvenes. Nunca pudieron explicar con claridad y sin recodos las causas estructurales de las crisis que ellos mismos habían provocado, pero el enfoque funcionalista de las ciencias sociales les sirvió para derramar culpas hacia todos los confines y salir airosos, gracias a sus creencias religiosas o a la preparación académica que les proporcionaban sus carísimas universidades de la Ivy League.
El análisis estructural cambió el enfoque
El método funcionalista creó muchos mitos, entre ellos que la concentración del ingreso y la acumulación creciente de capital eran la condición indispensable para la grandeza de las naciones.
Que el atraso de los países pobres se debía a que no se ajustaban al modelo de crecimiento del federalismo norteamericano; que todo era cuestión de aplicar la “Alianza para el Progreso”.
“Explicó” las etapas rituales del crecimiento económico; la educación sin planificación; la preparación en las metrópolis para las clases dirigentes de los países coloniales africanos y asiáticos.
Todo se podía superar, según el funcionalismo, explicando los acontecimientos en su epidermis y jamás entrando al fondo de lo verdaderamente acontecido. Sólo hacía falta que el lector, ante el espasmo de ideas, recurriera al estanquillo, comprara su revista preferida y se la “chutara” en un santiamén.
Las revistas y libros de la “guerra fría” fueron best sellers que permearon la conciencia clasemediera volátil y manipulable. Nunca se habló en ellas de tendencias ideológicas –¡uy!, ¡eso era comunismo!–, motivaciones geoestratégicas o de real politik.
Constituían comentarios a modo, más o menos biográficos y esquemáticos de los acontecimientos, relatados a manera de novela, pero sin la magia de este estilo literario.
El método funcionalista de investigación y difusión publicitaria, coronado por Malinowski y Radcliffe-Brown hacia 1935, llevó a la sociedad a los extremos de confundir al conservador con el liberal y a éste con el patriota; nunca separó los distintos matices de la política.
Pero la historia y los sucesos sociales no pueden ser reducidas a lo anecdótico. Lo ha probado mucha gente en todas latitudes. Los estructuralistas Braudel, Althusser, Foucault, Pirenne, Baran, Levi-Strauss, Leroy-Ladurie, son quienes desde hace más de 50 años lo están desmintiendo.
Ellos sostuvieron que todo lo que se organizó en torno a sucesos y gestas de “grandes hombres” era finito. Pasaban a ser héroes de leyenda y cuando morían se cambiaba de época y también de libros y autores.
El análisis estructural cambió el enfoque. Sustituyó el tiempo rápido del acontecimiento, vinculándolo con la geografía, la economía política o la sociología. Colocó en la paleta del historiador nuevas disciplinas como si fueran nuevos colores. Insertó las ciencias sociales en el análisis histórico del mundo.
No quiere decir que lo anecdótico no sea cierto. Sí lo es, pero es esquemático, no analítico. Los juegos de poder no pueden reducirse a frases simplonas, a personalismos, a voluntarismos, a decisiones de carácter. Atrás siempre estarán los factores reales, la fuerza de los eventos históricos, los que inclinan el curso de la historia.
Las páginas y páginas a color de la revista Hola! dedicadas a Angélica Rivera son lo anecdótico. Hay que ir entonces tras el fondo.
Las fallidas reformas de EPN, sólo parches funcionales
Acabamos de verlo desde Londres: los toluquitas privilegian el protocolo, sobajados por guardias de dos metros, el boato, la pompa y circunstancia de la carroza y sus lacayos, las hojas de oro, los aplausos cansinos en los que son expertos los ingleses, por encima del compromiso y los acuerdos internacionales en medio de la crisis petrolera. ¿Nos lo merecemos?
Se nos venden como “reformas estructurales”, simples remedos de enmiendas funcionales a un objetivo de crecimiento –no de desarrollo– excluyente, mono-extractor, dependiente y encadenado a los caprichos de empresas foráneas.
Una reforma laboral, enfilada a suprimir derechos y conquistas sindicales, bajo el yugo cómplice del nefasto outsourcing, que suprime derechos, libertades de contratación, salarios y prestaciones mínimas de trabajadores manuales y técnicos de cualquier rama federal o local.
Una reforma educativa funcional a los intereses de los empleadores para causa determinada y tiempo limitado. De paso, se concentran las nóminas en la Federación para ponerlas al servicio de los “coyotes” de las empresas del consumo doméstico, mobiliario y crediticio.
Una reforma de telecomunicaciones para responder a las exigencias de los monopolios en la rama, a cambio de liberar costos de largas distancias inexistentes en otros países. Por lo demás, ¡el derecho al monopolio televisivo para repartir en nombre del gobierno las concesiones a otros particulares!
Una reforma energética para destrabar todas las prohibiciones constitucionales a la rapiña y la explotación indiscriminada de nuestros bitúmenes, al precio que dicten los deprimidos mercados a punto de reventar.
Una reforma judicial para acomodar el aparato de la justicia a los anteriores reclamos. ¿Esas son reformas estructurales? No, de ninguna manera, se trata de simples remiendos funcionales, retardatarios, de contentillo. Por lo antihistórico, ¡ni así funcionarán!
Solo sirvieron para que la restauración priísta vaciara su contenido, perdiera el tiempo y creyera que ¡traía a Dios de los pelos!
Fueron hasta Inglaterra con una comitiva de cien “expertos” a pedir prestados ¡sólo mil millones de dólares! para Pemex. Quiere decir que la empresa productiva ya reventó. En contrapartida, Videgaray anuncia desde allá otro recorte. Mitos de funcionalistas retrasados, ¿no cree usted?
Ese es el fondo.
Índice Flamígero: ¿Quién es el copiloto que va a estrellar el vuelo de Tolucawings sobre el Nevado de la capital del Edomex? En la boleta aparecen tres nombres: Luis Videgaray, Aurelio Nuño y Humberto Castillejos. ¿Dónde está el piloto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario