Viacrucis interminable
“Todos los presidentes son intocables. Quizá sea porque si los examinas a fondo se desbaratan”. Jorge Saldaña
La desaprobación al presidente Enrique Peña Nieto sigue creciendo como la espuma. Los sondeos más recientes señalan que de cada 10 mexicanos 6 no están de acuerdo con los resultados de su gestión. Las causas son visibles. Una abierta y cínica corrupción de la cúpula gobernante; una economía que no crece y no cumple con las necesidades de la población; y un tercer elemento es la inseguridad que se resiente en el país, en donde los índices de criminalidad se mantienen casi en los mismos niveles que con la administración de Felipe Calderón.
Los mexicanos en general evalúan negativamente el trabajo del gobierno del mexiquense no sólo en el ámbito económico sino en la lucha contra el crimen organizado, y su intervención en estados como Guerrero, Michoacán, Tamaulipas y Veracruz. La percepción es negativa en los ámbitos de justicia, salud, desarrollo humano y Derechos Humanos.
Pero la corrupción, cínica, abierta e impune, es el punto clave del desagrado de la población a la actual administración federal, que no cree en el recientemente aprobado Sistema Nacional Anticorrupción.
La caída de la popularidad del Presidente ha causado alarma en el sector empresarial del país, por el clima de tensión que se ha generado, y que se refleja en manifestaciones, bloqueo de carreteras, sedes de partidos políticos vandalizadas, edificios oficiales quemados y hasta aeropuertos tomados por la fuerza. Es la manifestación del hartazgo de los ciudadanos, que levantan la voz ante el aumento de la impunidad, corrupción y violencia en el país. Los medios internacionales han destacado que el país atraviesa por un periodo amargo, el más grave en las últimas décadas.
El empresario mexicano Lornezo Servitje, fundador del Grupo Bimbo, admitió que: “Nuestro Presidente está en su peor momento. Tan bajo reconocimiento social es muy peligroso, no podemos aceptar esto”, por lo que pidió a los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) cerrar filas y apoyarlo. porque, explicó, se necesita seguridad y estímulos para la inversión. Esta sola propuesta nos habla por sí misma de la debilidad que existe en el actual mandato, de la necesidad existente de que se exhiba que la única forma, ante la imposibilidad de hacer un cambio en Los Pinos, es empujar a que el barco se enderece y, si esto no se logra con el timón federal, tendrán que ser la sociedad y los empresarios quienes deban asumir el papel que, sin hacerlo oficial, marca la abdicación del poder que se consideraba supremo en México.
El tema de las reformas, que fue el sello distintivo del primer año de gestión, a la distancia solo ha causado frustración en la población que no ve los efectos positivos que tanto ensalzó la campaña propagandística previa a su aprobación. De hecho, los efectos han sido en sentido contrario, totalmente negativos. A lo largo de 20 meses, el Congreso, unánimemente afin a Peña Nieto, aprobó 11 reformas. La reforma hacendaria se cristalizó en más impuestos; la laboral en eliminación de derechos de los trabajadores; la educativa sigue causando movilizaciones en diversas Entidades donde es rechazada; la energética en la entrega de la riqueza nacional a trasnacionales; lo mismo sucede con la de Telecomuniciones y con el resto, los efectos son adversos para el país en general y para la población en particular.
Inseguridad, bajo crecimiento económico y corrupción son los tres pilares que explican la desaprobación popular del gobierno de Peña Nieto. Los mexicanos consideran que la economía del país ha empeorado en los últimos meses, así como su economía personal. Y tienen razón, el primer año de gobierno de esta administración el crecimiento económico fue apenas de 1.3%, el año pasado fue de alrededor de 2 por ciento, muy bajo para las expectativas y requerimientos de la población. El gobierno se ha visto obligado a reducir las expectativas de crecimiento económico cada vez con más frecuencia Lo mismo pasa con la economía personal de los trabajadores mexicanos.
Por otro lado, está la inseguridad. De cada 10 mexicanos, 9 considera que vive en un pais inseguro. La percepción de inseguridad se da en los tres niveles, nacional, estatal y municipal. De los encuestados, ocho de cada 10 consideran muy inseguro su lugar de residencia. La desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa colocó nuevamente en la agenda pública el tema de la seguridad como una de las exigencias más apremiantes para la actual administración. El caso, con una evidente mezcla de impunidad y corrupción, ha tocado fibras profundas en adultos y jóvenes. Empresarios, líderes de opinión, intelectuales y hasta la Iglesia han alzado la voz por la creciente oscuridad que se cierne sobre el panorama político mexicano.
De hecho, el reto más importante para la actual administración ya no es la implementación y resultados de las reformas estructurales, que a la fecha han sido negativos, sino la procuración y administración de justicia. Pan y Leyes no lograrán ser opacadas en estos momentos como exigencia pública de todos los sectores, por un pan y circo que durante décadas ha sido su tradicional receta, ni siquiera con los espectáculos masivos o con las notas prefabricadas o sus partidos futboleros.
Los propios datos oficiales reportados por el INEGI en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2014, precisan que desde el 2010 se ha incrementado la tasa de víctimas de delito por cada 100 mil habitantes. Las estadísticas siguen empeñadas en contradecir, en reveler una realidad que a toda costa pretenden seguir ocultando las autoridades congratulándose de los resultados de reuniones de gabinete de seguridad, de fiscales, de procuradores, en donde aparecen los militares jugando el triste papel del invitado de piedra que más tarde se convierte en el cómplice número uno.
Fracaso económico
El fracaso en materia económica ya es inocultable, aunque la responsabilidad la han atribuido al entorno internacional: a la baja en los precios del petróleo, una desaceleración global y una mayor volatilidad. Como sea, la economía nacional ya resiente un recorte de 124 mil 300 millones de pesos al presupuesto para este año, equivalents al 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), autorizado por el Congreso. El ajuste a Pemex fue por 62 mil millones de pesos; en cuanto a las secretarías federales, el tijeretazo fue de 52 mil millones de pesos, de los cuales 62% corresponde a gasto corriente. Se canceló de manera definitiva el Tren Transpeninsular Quintana Roo-Yucatán, y el Tren México-Querétaro. En conjunto Pemex y la CFE recortaron su gasto en 72 mil millones de pesos.
Las finanzas públicas están amenazadas también por la caída en los precios del petróleo, y por el hecho de que casi cuatro millones de contribuyentes inscritos en el regimen de Repecos dejaron de pagar impuestos por 15 mil 649 millones de pesos en 2014, y se espera que este año se registre una cantidad similar, lo que continuará afectando las arcas del gobierno. Lo cual contradice severamente las cifras alegres que presentó el titular de Hacienda para lograr la aprobación de su reforma. Dijo que terminaría con la economía informal y ésta ha aumentado en un 60 por ciento y de recaudación la disminución habla por sí sola.
Un análisis de Banamex con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), señala que la economía Mexicana generó en 2014 la menor cantidad de empleos desde 2006. Esto obedeció a la “destrucción” de puestos de trabajo en el sector informal. Y la pregunta es ¿economía informal o aumento considerable de sicarios al servicio de todo tipo de mafias?
Salario de hambre
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