Por Esto!
No quedará bien con nadie
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Se cumplieron seis meses de la desaparición de los 43 normalistas de la Rural de Ayotzinapa, sin que se haya logrado ni remotamente la solución de tan terrible crimen de Estado, a pesar de que, como lo señaló la Procuraduría General de la República (PGR), se encuentran detenidos 104 presuntos involucrados y se hayan iniciado 25 averiguaciones previas a partir del cambio de titular de la dependencia. Es preciso entender que nada habrá de cambiar en lo que resta del sexenio, porque el régimen está entrampado en sus profundas contradicciones que comienzan a preocupar a las cúpulas de las principales organizaciones empresariales.
Se cumplieron seis meses de la desaparición de los 43 normalistas de la Rural de Ayotzinapa, sin que se haya logrado ni remotamente la solución de tan terrible crimen de Estado, a pesar de que, como lo señaló la Procuraduría General de la República (PGR), se encuentran detenidos 104 presuntos involucrados y se hayan iniciado 25 averiguaciones previas a partir del cambio de titular de la dependencia. Es preciso entender que nada habrá de cambiar en lo que resta del sexenio, porque el régimen está entrampado en sus profundas contradicciones que comienzan a preocupar a las cúpulas de las principales organizaciones empresariales.
El reclamo más reciente al “gobierno” de Enrique Peña Nieto lo hizo el dirigente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), Rodrigo Alpízar Vallejo, quien se quejó de las “muchas inercias y círculos viciosos” prevalecientes en la actual administración federal, las cuales “diluyen la transformación de su agenda reformadora”. Está claro que la élite empresarial se queja de que Peña Nieto no ha estado a la altura de las expectativas que generó al inicio del sexenio, no de los problemas de fondo que nublan el futuro del país. Estos no existen para la minoría largamente beneficiada por las políticas públicas neoliberales, motivo por el que se vislumbran dificultades cada vez más dramáticas en los meses venideros, sobre todo si el proceso electoral no se lleva a cabo con normalidad.
Llama la atención que dentro del propio gabinete presidencial surjan voces que ponen el dedo en la llaga, pero sin otro motivo que tratar de crear espacios que permitan ganar tiempo. Es el caso de lo dicho por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quien reconoció públicamente que “es imposible seguir avanzando con dos Méxicos”, en lo que tiene razón de sobra. Sin embargo, en los hechos no se ve que tenga una mínima voluntad para poner en marcha medidas que permitan “consolidar un solo México”. Aceptó, ante los participantes en la Décima Reunión de Capital Privado en México, que “tarde que temprano el México del rezago (estará) empezando a reclamar su posición”.
Lo más asombroso es que no lo haya hecho ya, conforme a la magnitud de las injusticias prevalecientes en el país. Esto lo saben muy bien los responsables de la gobernabilidad en el territorio nacional, de ahí que permitan las protestas, cada vez mejor organizadas y sin violentar la paz social, de amplios grupos sociales que reclaman justicia, particularmente por los crímenes de lesa humanidad que nos deja como legado histórico la actual administración federal priísta. Sin embargo, esto no es bien visto por la cúpula de la oligarquía, por lo que no pierde oportunidad para hacerlo saber al inquilino de Los Pinos. ¿Hasta cuándo se podrá sostener una situación tan contradictoria?
El mejor remedio para los males que agobian al régimen es el manejo del presupuesto, de manera dispendiosa en favor de los empresarios enojados. Sólo que en la actualidad no se cuenta con ese mecanismo, en razón de que la economía cada día está peor, porque Peña Nieto (es un decir) le apostó todo a una sola carta: la reforma energética. Las cosas cambiaron drásticamente, y lo peor del caso es que no hay posibilidades concretas de cambios favorables en lo que resta del sexenio. De ahí que no tenga empacho el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en hablar sin tapujos sobre la gravedad de la economía en el año venidero.
Es obvio que el “gobierno” debe tener ya una estrategia para enfrentar los posibles escenarios de la descomposición social en el 2016, seguramente ninguno en favor de las clases mayoritarias, a quienes se dejará que expresen su descontento siempre y cuando no rebasen los límites que consideren razonables en Los Pinos. Lo que no admite dudas es que, como quiera que sea, Peña Nieto no quedará bien con nadie. Para empezar el dirigente de la Canacintra pidió 250 mil millones de pesos, “a tasas competitivas”, dijo, “para modernizar toda la planta productiva y abatir el rezago acumulado a lo largo de 25 años”. Vemos una vez más que la iniciativa privada no hace nada sin el apoyo gubernamental. Quiebra negocios y luego el sector público los rescata. Pero ni así queda bien Peña Nieto con los empresarios.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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