Por Esto!
¿Un gobierno de pendejos?
Jorge Canto Alcocer
Y ahora tenemos que, 27 meses después, Enrique Peña Nieto, cumpliendo con su lema de “mover a México”, nos ha empujado muchísimo más con rumbo al desastre: la violencia se ha agudizado enormemente, al grado de que en Tamaulipas, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas se viven condiciones de plena ingobernabilidad por la acción combinada de grupos del llamado Crimen Organizado, “guardias blancas” y sectores de los cuerpos de “seguridad pública” que atacan impunemente a los movimientos populares organizados y a la ciudadanía en general, en tanto que en entidades antes consideradas seguras, como Querétaro, Guanajuato y el propio Distrito Federal, el crimen hoy campea por sus fueros, básicamente a través de extorsiones y secuestros; la crisis económica no sólo ha empeorado, sino que ya explotó en una serie de quiebras y despidos en todo el país, siendo las regiones petroleras de Veracruz, Tabasco y Campeche las más castigadas, pero indudablemente no las únicas, pues es un fenómeno nacional dada la creciente contracción del mercado interno, contracción que a su vez es agudizada por la violencia y la fragilidad económica, instalándose así un perverso círculo vicioso; el sistema educativo finalmente está colapsado, y prácticamente paralizado en Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, estados en los que el magisterio está resistiendo vigorosamente la llamada “reforma educativa”, lo que ha llevado al gobierno a escalar la represión, con las consecuencias de todos conocidas, mismas que exacerban la resistencia, es decir, surgiendo así otro círculo vicioso; en cuanto a cinismo, corrupción e impunidad, baste recordar las estúpidas “explicaciones” de Angélica Rivera y Luis Videgaray sobre sus “casitas”, pero el abanico de corrupciones del gobierno de Peña es inmenso y escandaloso, incluyendo fraudes y tráfico de influencias en cada una de las mayores instituciones del gobierno federal (PEMEX, CFE, IMSS), situaciones que encuentran paralelo en los gobiernos estatales y municipales.
Más violencia, más crisis económica, más conflictos y más corrupción. La banda de Peña Nieto es, parafraseando a “La Tuta”, una banda de pendejos que no sabe qué hacer, ni mucho menos cómo hacerle. Ante una situación tan complicada, y todavía con cuatro años por delante, cualquier líder realizaría aparatosos golpes de timón, acciones espectaculares, drásticos cambios en los principales mandos políticos, una agresiva campaña en pro del mercado interno… en fin, muchas cosas que hicieran pensar, al menos a los más optimistas, que algo se puede rescatar en medio de esta tormenta.
Pero no, el gobierno de pendejos aplica los mismos ardides engañabobos que le fracasaron a Calderón y, por supuesto, no compromete el menor cambio real: detenciones mediáticas de grandes capos, declaraciones de “extinción” de grupos criminales –así como durante el gobierno de Calderón se había realizado con “La Familia” en Michoacán y con los Beltrán Leyva, lo que únicamente derivó en una segmentación de grupos y agudización de la violencia-, cálculos alegres sobre crecimiento económico y creación de empleos –que a los pocos días son desmentidos por análisis realistas-. Y como si de un chiste se tratara, cuando al fin llegan los relevos, éstos representan o nuevos conflictos o un franco y mayor retroceso, como está ocurriendo en el caso de la nueva procuradora, a la cual, al no reunir ningún merecimiento para el cargo, se le discute su relación fraternal con el vicepresidente de noticieros de Televisa, y con la candidatura de Eduardo Medina Mora, quien tras desempeñarse entre escándalos como lacayo de los panistas Fox y Calderón, ahora es presentado por Peña como candidato a la Suprema Corte, como un guiño hacia los corruptos de la derecha para firmar una nueva reedición del PRIAN.
Un gobierno de pendejos, al que se suman cada vez más pendejos. Pero tanto va el cántaro al agua…
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