Homozapping
Los jueces mediáticos ponen en riesgo la independencia: Hernández Orozco
-A usted le correspondió también el caso de la Operación Casa Blanca en el que Washington acusó a empleados bancarios mexicanos de blanquear recursos del narcotráfico. Usted como magistrado ordenó la libertad de los imputados. ¿Cuál fue la lección más importante de este juicio?
-Un caso muy importante. Se trató de una operación encubierta, realizada en nuestro país, con agentes infiltrados. ¿Qué resolvimos en esta sentencia? Que no se pueden prefabricar situaciones delictuosas.
“La función del Estado no es crear situaciones falsas para demostrar un delito. Sentamos las bases para un sistema de derecho procesal sano, de un debido proceso donde el aspecto probatorio sea lo más idóneo, lo más sano”.
-¿La prefabricación de situaciones delictuosas se emparenta con casos como el de Florence Cassez?
-No, porque ahí la diferencia es que no prefabricaron el delito. Se podría pensar en otros asuntos similares, pero en ambos el cuestionamiento correcto debe ser: ¿Cuál es la función de la autoridad? Esa es la pregunta fundamental tanto en el caso Casablanca como en otros. Ese es el tema que atiende la necesidad del debido proceso.
-¿Qué posibilidades ve frente a este proceso de selección?
-Si hablamos de porcentajes, tenemos un 33 por ciento de posibilidades. La propuesta del presidente de la República al Senado está formado por tres candidatos. El Ejecutivo federal habrá ponderado nuestras fortalezas.
“Aquí el punto fundamental es que esta responsabilidad recae ahora en los senadores. Lo que los ciudadanos de ellos es que emitan una decisión razonada, responsable y que la gente esté enterada del proceso. Es una votación de dos terceras partes de los senadores, lo cual habla de la necesidad de un aval.
“La Constitución no les exige a los senadores que razonen su voto, pero no sería mala idea que fundaran los motivos y las razones de su elección ante uno u otro de los aspirantes”.
El Peso de Medina Mora
Hasta ahora, organizaciones de derechos humanos, senadores de la bancada del PRD y una parte de legisladores del PAN han rechazado categóricamente la postulación de Eduardo Medina Mora por distintas razones, pero, principalmente porque no llena los requisitos del artículo 95, fracción V, de la Constitución que establece como uno de los requisitos para aspirar a ser ministro de la Suprema Corte, haber vivido los últimos dos años en el país. Desde noviembre de 2009, Medina Mora vive fuera de México, ya que fue nombrado por el gobierno de Felipe Calderón embajador mexicano en Gran Bretaña y luego en Estados Unidos.
Organizaciones de derechos humanos, encabezadas por los centros Fray Bartolomé de las Casas, Fray Francisco de Vitoria, Miguel Agustín Pro, Fundar, Indignación, Propuesta Cívica, entre otros, enviaron cartas al Senado considerando que la candidatura de Medina Mora “evidencia un profundo desprecio a los derechos humanos” por impulsar a un candidato con un perfil policiaco y protector de intereses corporativos dentro del máximo tribunal.
-No podemos evadir el tema de la polémica en torno a la candidatura de Medina Mora. ¿Afecta este proceso el peso mediático y político de su figura? –se le preguntó al magistrado.
-No creo que afecte. Incluso, se publicó un análisis periodístico donde se decía que el embajador tenía una desventaja porque se trataba de un cargo jurisdiccional y no político. Dos de los aspirantes tenemos carrera dentro del Poder Judicial. La Corte también es un cargo político, pero los dos magistrados que aspiramos tenemos esa experiencia política. Por ejemplo, a mí me ha tocado ser juez con Zedillo, magistrado con Fox y con Calderón y ahora con Enrique Peña y ha prevalecido mi carácter jurisdiccional. Tengo una carrera de 28 años.
-¿Usted vivió la transición interna en la Suprema Corte?
-Así es. Viví una transición muy fuerte en 1988. Fue la primera transformación importante. La Corte se convierte en un tribunal constitucional y no solamente de legalidad. Eso fue un cambio fundamental. Luego me tocarían los cambios del 94, del 99 y del 2011.
-¿Es una ventaja la juventud en este tipo de cargos? Usted tiene 50 años frente a una Suprema Corte con un promedio de edad mayor.
-Sí. Es una ventaja porque estamos todavía abiertos al cambio. Somos más receptivos y perceptivos al cambio. No significa que los ministros de mayor edad no lo sean. A veces lo que sucede es que se crean hábitos y áreas de confort y esto genera resistencias al cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario