¡¡Exijamos lo Imposible!!
Milenio
¿Y los que faltan?
Epigmenio Ibarra
Otra vez, el PRI de nuevo en el poder, nos quiere hacer comulgar, como antaño, con ruedas de molino. Del quinazo al encarcelamiento del “hermano incómodo” y de ahí al elbazo
parece no haber pasado tiempo alguno: el mismo recurso de legitimación
defenestrando figuras que han dejado de servirle. La misma sacudida al
viejo aparato para mantenerlo de pie, libre de amenazas internas y
preparado para enfrentar con “solvencia” a sus opositores. El nuevo PRI
con sus viejas mañas y, en la medida en que se ha entregado a la tv, más
efectividad mediática.
Desmemoriados e incautos habrá que se crean el discurso, plagado de
lemas publicitarios, de que “nadie está por encima de la ley”
pronunciado por aquellos que han hecho de la ilegalidad una forma de
vida, de la corrupción y la impunidad un método de gobierno.
Desmemoriados habrá que no quieran recordar quiénes, cómo y cuándo
inventaron el charrismo y establecieron la costumbre de aceitar, con dinero público, la maquinaria sindical en nuestro país.
No nacen Elba Esther, ni Romero Deschamps por generación espontánea.
Son una creación del PRI. A él se deben, a él sirven, por él se explica
su existencia y la de sus enormes fortunas. De cuando en cuando cae uno
para garantizar que las cosas sigan igual. Que el saqueo continúe
mientras el hartazgo público o las necesidades políticas exigen otra
víctima propiciatoria. En tanto les toca el turno, esas figuras
emblemáticas del sistema político mexicano siguen, exhibiendo sus
riquezas y nuestra pobrísima capacidad de indignación, de mansión en
mansión, de escándalo en escándalo.
No viaja solo la corrupción del líder petrolero o de la maestra en el
Ferrari del hijo del primero o en los aviones privados de la segunda.
Viaja la corrupción del sistema todo; de este régimen en el que los
bienes nacionales, el presupuesto federal y el de los estados, nuestros
impuestos, son solo parte de un botín que, además de los líderes
sindicales corruptos, se reparte, con cinismo ejemplar, entre
gobernadores, presidentes municipales, secretarios de estado y
funcionarios civiles, policiacos y militares de todos los niveles.
De justicia pretende disfrazar, este nuevo gobierno, un ajuste de
cuentas entre quienes han sido compinches por casi tres décadas. De
justicia pretende disfrazar un vulgar pleito por el botín, una maniobra
política para dar la puntilla al PAN, acabar con la idea de un
bipartidismo de derecha y reducir su papel de aliado, de cómplice, de
socio al de mera comparsa. De justicia disfraza el golpe a una mujer
que, en el colmo de la soberbia, no se dio cuenta que estaba tratando,
de nuevo, con sus iguales y que estos le tenían cuentas pendientes.
No cayó a la cárcel Elba Esther Gordillo por su escandalosa e
indignante corrupción de la que, desde hace años, sabíamos todos. Cayó
porque hace dos sexenios traicionó al PRI para ponerse al servicio del
PAN con Vicente Fox y Felipe Calderón. Cayó porque ya no tenía para su
ex partido más utilidad que la de “chivo expiatorio”. Cayó porque se
atrevió primero a contribuir a dos derrotas priistas al hilo y luego, en
el colmo de la desmemoria y la insensatez, a retar a Peña Nieto.
Duerme ya en Santa Marta Elba Esther Gordillo y ojalá permanezca ahí
por muchos años pagando sus crímenes. Bien merecido se lo tiene por
todos los años en que, gracias a sus aliados en los gobiernos priistas y
luego en los gobiernos panistas, medró no solo con los recursos de su
sindicato sino también con otros fondos del erario. Bien merecido se lo
tiene por haber condenado a millones de mexicanos a sufrir una educación
de bajísima calidad y por haber traicionado, muchas veces, a este
pueblo herido sediento de paz, justicia y democracia.
Duerme ya en Santa Marta quien hace muchos años debió haber pisado la
cárcel. Esa mujer a la que Vicente Fox Quesada, quien había prometido
demoler el régimen autoritario, en lugar de someter a proceso por sus ya
entonces evidentes corruptelas, incorporó a su corte haciéndola
partícipe de sus desatinos, compinche de su mujer y de sus hijastros.
Duerme ya en Santa Marta la mujer que, en 2006, operó el robo de la
Presidencia de la República y se puso luego al servicio de Felipe
Calderón Hinojosa. Con él comparte, en tanto que gracias a sus maniobras
sucias se sentó en la silla, la responsabilidad por los 70 mil muertos y
los casi 30 mil desaparecidos, la escandalosa corrupción de ese sexenio
siniestro y el colapso total de las instituciones que condujo a la
postre a una nueva imposición.
Duerme ya en la cárcel la maestra pero faltan muchos de sus
cómplices, de sus creadores, de esos que le permitieron acumular enormes
riquezas. Faltan Montiel, Mario Marín, Eduardo Moreira, Ulises Ruiz,
Granier y muchos priistas más. Faltan Vicente Fox y Felipe Calderón,
quien en Harvard debe estar poniendo sus barbas en remojo, pues no hace
falta más que rascar un poco más en los ilícitos que a Elba Esther se le
imputan para encontrarlo a él y a los suyos. Faltan, por último, esos
mismos que, luego de comprar la Presidencia, se presentan hoy, con bombo
y platillo, como adalides de la justicia ante la nación. Justicia habrá
cuando ellos caigan.
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