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La muerte del Pacto por México
Por José Carbonell
Hace escasas semanas se aprobó la reforma educativa y está a punto de
seguir el mismo camino la de telecomunicaciones. En la cocina se
encuentran también las que tienen que ver con el combate a la
corrupción, la rendición de cuentas y la transparencia gubernamental,
así como la que limita el fuero de los políticos.
Todas estas transformaciones son fruto del Pacto por México –suscrito el
pasado mes de diciembre por los principales partidos políticos, con el
objetivo de encarar una ambiciosa agenda de reformas–. Hasta el momento
hay que reconocer que ha sido bastante exitoso en poner de acuerdo a
nuestra clase política.
La percepción general es que –a diferencia de los últimos 15 años, en
donde prácticamente no se aprobó ninguna reforma de importancia–, en el
escaso tiempo que lleva la nueva administración priista pareciera que se
está avanzando a gran velocidad en la agenda de transformaciones
pendientes.
Sin embargo, el Pacto por México tiene los días contados.
Según el calendario establecido en el propio Pacto, en el segundo
semestre de este año toca abordar las dos cuestiones más espinosas y de
mayor importancia para el país –y que afectan los intereses de infinidad
de grupos–. Me refiero a la reforma energética y a la fiscal.
El asunto del petróleo y de Pemex sigue siendo un gran tabú en la
sociedad mexicana (y en sus partidos). Representa el último mito del
nacionalismo revolucionario del siglo veinte. El tema fiscal –incluida
la discusión sobre el IVA a alimentos y medicinas– también va a
convertirse en un gran punto de discordia.
Si todo ello se mezcla con la discusión sobre el dinero para el próximo
año –me refiero a la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la
Federación para 2014– el resultado es un coctel verdaderamente
explosivo.
Desde un punto de vista estratégico, creo que primero va a presentarse
(y discutirse) la reforma hacendaria. En ese rubro podría mantenerse el
acuerdo entre los tres grandes partidos (con el voto en contra del PRD
en algún tema, como el mencionado del IVA), aunque el consenso empezaría
a crujir seriamente.
La reforma energética es el asunto que acabaría de darle la puntilla al
Pacto. Por ello creo que se va a presentar lo más tarde posible, y antes
se le dará prioridad a algunas propuestas de perfil más bajo, como la
nueva ley minera, la relativa a la gendarmería o el código penal único.
Con la reforma energética se va a producir una gran movilización de la
izquierda (incluido el PRD) y va a terminar siendo aprobada únicamente
con los votos del PRI y del PAN (quien va a exigir algo más a cambio,
como puede ser la reelección de los legisladores y alcaldes).
A partir de ese momento, se acabó el Pacto. Cada uno a ver por sus
propios intereses y va a perfilarse hacia las elecciones intermedias de
2015. De tal forma que cualquier acuerdo va a resultar realmente
complicado de alcanzar.
Con la muerte del Pacto, es cuando realmente va a comenzar el gobierno
de Peña Nieto. A partir de ahí es cuando vamos a poder ver de qué madera
están hechos él y su equipo.
(SIN EMBARGO.MX)
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