Contralínea
Merecida crítica a Juan Linz
Álvaro Cepeda Neri *
Entre mis autores favoritos sobre temas políticos de la democracia y la autocracia o autoritarismo tengo al conocido sociólogo español Juan Linz, radicado por años en la Universidad de Yale, Estados Unidos, y quien aparte de sus ensayos en revistas especializadas ha publicado su investigación Michels y su contribución a la sociología política (Fondo de Cultura Económica); su célebre trabajo La quiebra de las democracias (Alianza editorial) y su penetrante estudio “Democracia presidencial o parlamentaria. ¿Qué diferencia implica?”, en el libro Las crisis del presidencialismo, coordinado por él (en dos tomos: Perspectivas comparativas y El caso latinoamericano, Alianza editorial).
También se han estado publicando en Obras escogidas otros trabajos de Linz. Y apareció el primer libro titulado Fascismo: perspectivas históricas y comparadas. Al reseñarlo, el investigador y autor de libros sociológicos de política, José Vidal-Beneyto (El País, 9 de mayo de 2009), ofreció un repaso de los orígenes del pensamiento sociológico español para ubicar a Juan Linz en ese contexto. Fue Linz quien puso “en circulación la tesis sobre la simple condición autoritaria de la dictadura franquista, que como régimen político, según él, contenía los elementos necesarios para asegurar su propia evolución hacia la democracia”.
Con esa tesis se ha favorecido al
franquismo, puesto que según Linz estaba implícito en esa sangrienta
dictadura nazi-fascista “su evolución a la democracia”. Y Linz sigue
defendiéndola, con lo cual los revisionistas del franquismo han agarrado vuelo
para reivindicar al bárbaro Francisco Franco, quien ahogó en sangre la
democracia de la República Española. Obviamente el régimen franquista no
tenía en sus entrañas un destino democrático, y como estamos enterados,
a la muerte del déspota en una revolución pacífica, los españoles
reconquistaron la democracia vía la monarquía parlamentaria (el rey como
jefe de Estado y un primer ministro como jefe de gobierno).
¿Cómo pudo Linz sostener la tesis del embarazo
del franquismo para que a la muerte del tirano totalitario se
engendrara la democracia? La crítica a esta postura es más que oportuna y
certera, y su autor, José Vidal-Beneyto acierta en todo su análisis; en
el entendido de que en 1977, cuando ya España estaba liberada del
dictador, Juan Linz volvió a defender su tesis a la que ahora se acogen
“la derecha dura española, los socialistas en su tránsito
social-liberal y los franquistas nostálgicos [que necesitan] se
siguieran defendiendo esas tesis originarias de Juan Linz”. Con eso mi
autor queda muy mal parado y la admiración se quiebra, ya que ni
teóricamente puede sostenerse que una democracia necesariamente puede
evolucionar a una autocracia ni que un autoritarismo, tras sus secuelas y
hechos, ha de transformarse en una democracia. Así que el franquismo
terminó con la muerte del dictador, pero existen persistencias de ese
antiguo régimen (como las del porifismo en México) que sus beneficiarios
buscan reivindicar para justificar su autoritarismo.
*Periodista
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