Grupo de autodefensa surgido en Guerrero. Foto: Xinhua / Víctor López.
¡¡Exijamos lo Imposible!! Homozapping
Violencia invisible en México
(Segunda Parte)
Carlos Emilio Ibarra
Segunda parte del texto “Violencia invisible en México”, consulta la primera parte aquí.
Más de tres meses de gobierno: sin indicios del “cambio”
Una semana después de transcurridos los
primeros 100 “esplendidos días de gobierno” de EPN, el contexto de
inseguridad no ha sufrido modificaciones puesto que tampoco ha habido
diferencias. Esto es sumamente relevante, ya que para poder generar un
cambio social tal y como la teoría propuesta por Robert Niesbet lo
señala, es preciso que haya una sucesión de diferencias persistentes en
el espectro de la temporalidad; algo totalmente ausente con el gobierno
en turno.
Sólo como un ejemplo, los casos de
Morelos, Zacatecas, Sinaloa, Jalisco, Chihuahua, Guerrero y Michoacán,
entre otras entidades, sumaron un promedio de 57 homicidios
relacionados con el crimen organizado, tan solo en el fin de semana
pasado –hay que aclarar que el número de homicidios no es oficial–. La
clase gobernante que decía que apaciguaría los ríos de sangre, ha
quedado en entredicho, son estas historias recientes, lo equivalente a
documentos de gran contundencia que dan muestra de la flaqueza y
confusión de los planes del gobierno de EPN, para configurar una ruta
hacia la paz.
Es claro
que la violencia ha causado una cicatriz con miles de puntadas, que es
histórica e imborrable, y conforme pasa el tiempo no solo se ensancha,
sino que a la vez se profundiza, se enmadeja. La violencia y sus
implicaciones permean a la estructura social, misma que se desgasta
paulatinamente al ver que sus exigencias quedan arrumbadas y empolvadas
en los archivos de la Suprema corte de Justicia, o de la Procuraduría,
al ver que solo queda en discursos vicioso en la cámara baja y alta.
Hay dos aspectos en torno a la
participación ciudadana que son de suma delicadeza: el primero es el
fatalismo que puede causar a estos colectivos la impregnante y adhesiva
resignación frente a un escenario que puede cambiarse a mejor, pero que
debido a la falta de representación social en las políticas de
seguridad, económicas y sociales, se tiende a pensar inversamente; es
cuando se cae en el discurso del “no hay nada que hacer”, “no tiene caso
desgastarnos gritando”, “no nos escuchan mejor no debatimos”. Los
movimientos ciudadanos que exigen justicia podrían momificarse y dejar
de luchar y presionar frente a la injusticia e ineficacia estatal.
El segundo se refiere a los movimientos
de contención o autodefensa que se desprende como una reacción opuesta
al fatalismo, es decir, aquí el discurso que invade en los colectivos es
el de “no me hacen caso entonces yo soluciono” “hagamos justicia por
nuestra cuenta” “no necesitamos del Estado somos autosuficientes para
garantizar la paz y la seguridad”; este lenguaje que ha venido
construyendo la realidad que se vive en Ayutla de los Libres, Tecoapan y
San Marcos en Guerrero
–Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG)-, en
Santos Reyes Nopala, municipio perteneciente al estado de Oaxaca
–Policía Comunitaria-, entre otros casos más; se podrían convertir más
que en verdaderos justicieros, en grupos paramilitares autoritarios y
violentos, no sólo hacia las instituciones, sino también hacia las
mismas comunidades que gobiernan. Además de que son grupos vulnerables
frente a la cooptación que las redes del narcotráfico, puesto que una
vez adheridos a las mafias podrían ser utilizados como herramientas para
resquebrajar al Estado –más de lo que ya está– y controlar diversas
regiones.
El antecedente de este posible panorama es el caso colombiano, que nos permite entender de manera clara las consecuencias que esto traería toda vez que se expandiera en el país.
Compartimos a continuación un video sobre los movimientos de autodefensa en México
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