Homozapping
La reforma de telecomunicaciones y la “mano” de la industria
Monitoreo Informativo
por Gabriel Sosa Plata
La industria de la radiodifusión obtuvo un éxito político en las últimas horas de la negociación de la reforma de telecomunicaciones en la Cámara de Diputados.
Por una parte, lograron la incorporación
de la cláusula de la reciprocidad en la inversión extranjera directa en
radio y televisión abiertas, lo que aleja la posibilidad de que
empresas de otros países destinen sus recursos en ambas industrias
culturales y más aún en un sector tan concentrado como el de México.
¿Esto es benéfico o no? Yo creo que sí, pero en todo caso era una
demanda de los radiodifusores, que no coincidía con la posición del
gobierno saliente de Felipe Calderón ni de la Cofetel.
También los
empresarios del sector pudieron influir en un elemento muy técnico,
pero relevante para su causa. La iniciativa decía que el Ejecutivo
Federal incluirá en el Plan Nacional de Desarrollo y el programa
sectorial “un programa de trabajo para disminuir la separación entre
estaciones de radio y televisión conforme a la práctica internacional y
para una red nacional de banda ancha”.
Muchos pensamos que esto podría derivar
en la desocupación de frecuencias, en el caso de la televisión, para ser
destinadas a la banda ancha móvil (tal como ya sucede en Estados
Unidos) y, en el caso de la radio, en la modificación de la norma para
disminuir la separación de 800 KHz a 400 KHz entre dos emisoras de FM en
operación, con el fin de abrir espacios para nuevos jugadores en este
medio de comunicación.
Pero no ocurrió así. De último momento
se logró convertir todo aquello en “un programa de trabajo para
reorganizar el espectro radioeléctrico a estaciones de radio y de
televisión”.
“Disminuir la separación” a
“reorganizar” no son verbos similares. Así que la posibilidad para que
concesionarios y permisionarios de AM que no alcanzaron a tener una FM,
como consecuencia del acuerdo de transición calderonista, del 15 de
septiembre de 2008, se ve todavía lejana, ya que para ello hace falta el
programa gubernamental y luego modificar la norma.
No fue lo único que pudo alcanzar la
industria. La obligación de “dar espacio a las obras de producción
independiente” sólo quedó establecida para el organismo público de
radiodifusión que será creado por los legisladores y no, como lo
llegaron a proponer algunos legisladores, también de manera obligatoria
para las empresas de radio y televisión.
También, no se explica por qué, fue
extendido de 120 a 180 días el plazo para que el nuevo Instituto Federal
de Telecomunicaciones publique las bases y convocatorias para licitar
nuevas concesiones de frecuencias de televisión abierta. Por lo tanto,
si bien nos va, tendremos nueva oferta de televisión abierta en un par
de años. Televisa y Tv Azteca ganan un valioso tiempo para consolidar su
alianza.
Finalmente, en el tema de la
retransmisión de los canales abiertos en los sistemas de televisión de
paga, la propuesta del PRI de excluir abiertamente de este beneficio a
Dish, empresa de MVS Comunicaciones y Echostar, no prosperó. Qué bueno.
Sin embargo, el agregado que se hizo al dictamen en el sentido de que el
Instituto “sancionará con la revocación de la concesión a los agentes
económicos preponderantes o con poder sustancial que se beneficien
directa o indirectamente de la regla de gratuidad, a través de otros
concesionarios, sin perjuicio del pago de las contraprestaciones que
correspondan”, es tan ambiguo que en la práctica podía acotar la
posibilidad de Dish de retransmitir los canales abiertos.
¿Telmex se puede beneficiar directa o
indirectamente de que Dish retransmita las señales de Televisa y
Televisión Azteca? Pues sí, porque -por ejemplo-, esto puede ser
considerado un incentivo para incrementar el número de suscriptores de
la empresa satelital y a su vez repercutir en un incremento de las
comisiones que cobra Telmex por cada cliente nuevo. De cualquier manera,
corresponderá al Instituto determinar lo procedente con esta
retransmisión en el marco de la alianza comercial que tienen ambas
empresas.
Pese a todo lo anterior, coincido que es
en general una buena reforma y que todas estas inconsistencias podrán
ser corregidas en la reforma integral que deberán hacer los
legisladores. Por lo pronto, el balón está en la cancha del Senado.
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