La Jornada
Victorias de cartón
Pedro Miguel
Hay que pensarlo dos
veces antes de afirmar que algo es de papel desde que Mao Tse-Tung
aseguró que el imperialismo estaba hecho de ese material –una de las
características simplificaciones alegóricas que tanto le gustaban al
líder chino– aunque, a juzgar por lo que siguió, las supuestas
fragilidad y caducidad histórica de las potencias capitalistas fue una
apreciación harto apresurada. Así que más vale llamar victorias
escenográficas –es decir, de cartón, cartón-piedra o tabla roca– a los
recientes avances políticos del régimen oligárquico mexicano.
No hay, pues, razones para dudar que el gobierno de Peña Nieto y de quienes van con él está decidido a aprovechar la descomposición de las oposiciones con registro –PAN y PRD– y a adelantar lo más que pueda su agenda antipopular y antinacional, montado en la atonía social causada por la imposición presidencial operada en julio del año pasado. En su mayor parte, los medios entregan la película de una ofensiva oligárquica a tambor batiente que arrasa sin contrapesos parlamentarios o sociales a la vista para restaurar una Presidencia imperial al viejo estilo.
Pero las cosas no son tan simples. El equipo de Peña opera con
un aparato de control político al que, durante las décadas del
neoliberalismo, se le han mutilado muchas de sus funciones y potestades y
se le ha hecho abdicar a sus responsabilidades constitucionales. La
oligarquía gobernante contemporánea es igual de autoritaria que el
priísmo de antaño y mucho más ladrona pero, a diferencia del viejo
régimen, no brinda movilización social, no entrega bienestar, no
garantiza ni un remedo de paz pública, no arbitra entre los sectores de
la sociedad (porque proviene de, y sirve a, sólo a uno: el empresarial,
legal o delictivo), no está interesada en la educación ni en la cultura y
carece de capacidad par impulsar el crecimiento económico: lo suyo es
medrar con la recesión, la pobreza, los rezagos educativos y la
marginación social.
El año pasado la oligarquía consiguió mantener el control de las instituciones pero a un costo altísimo, para éstas, de descrédito y de pérdida de representatividad. Ejemplos: el IFE actual es la caricatura del que encabezaba Ugalde, el cual, a su vez, era ya un remedo corrompido del que presidió Woldenberg; un movimiento espontáneo como #YoSoy132 elaboró una propuesta de reordenamiento de las telecomunicaciones con mayor lucidez y sentido nacional que el gobierno peñista y sus diputados del Pacto por México; para hacer frente a la tragedia de la inseguridad, el actual gabinete no ha mostrado más imaginación ni más recursos políticos que la mafia calderonista, la cual veía la violencia como un asunto de
El régimen avanza en su ofensiva antinacional y antipopular, pero el avance tiene lugar sobre la delgada cáscara de instituciones vaciadas de contenido, representatividad y significación; cuenta con los dineros públicos, las corporaciones represivas y los corifeos de los medios. Y a falta un país que camine, por convencimiento y por consenso, en la misma dirección, se ha inventado un México escenográfico que, en los primeros 100 días de un nuevo gobierno, camina con paso firme en la solución de sus problemas.
navegaciones.blogspot.com
Twitter: @Navegaciones
El año pasado la oligarquía consiguió mantener el control de las instituciones pero a un costo altísimo, para éstas, de descrédito y de pérdida de representatividad. Ejemplos: el IFE actual es la caricatura del que encabezaba Ugalde, el cual, a su vez, era ya un remedo corrompido del que presidió Woldenberg; un movimiento espontáneo como #YoSoy132 elaboró una propuesta de reordenamiento de las telecomunicaciones con mayor lucidez y sentido nacional que el gobierno peñista y sus diputados del Pacto por México; para hacer frente a la tragedia de la inseguridad, el actual gabinete no ha mostrado más imaginación ni más recursos políticos que la mafia calderonista, la cual veía la violencia como un asunto de
percepcióny se empeñaba, en consecuencia, en minimizarlo con acuerdos y encuentros burocráticos, anuncios de victorias espectaculares y toneladas de dinero invertidas en publicidad mentirosa.
El régimen avanza en su ofensiva antinacional y antipopular, pero el avance tiene lugar sobre la delgada cáscara de instituciones vaciadas de contenido, representatividad y significación; cuenta con los dineros públicos, las corporaciones represivas y los corifeos de los medios. Y a falta un país que camine, por convencimiento y por consenso, en la misma dirección, se ha inventado un México escenográfico que, en los primeros 100 días de un nuevo gobierno, camina con paso firme en la solución de sus problemas.
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