lunes, 25 de marzo de 2013

Para siempre ¡Viva la cultura! por siempre

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
El adiós de Nubia Macías
Por Sanjuana Martínez 

Decía José Vasconcelos que la cultura “engendra progreso” y que sin ella es imposible exigirle a los seres humanos ninguna conducta moral. La cultura en tiempos del PRI es un bien escaso, de hecho, desde tiempos del PAN fue sacrificada de manera ostentosa, para cubrir gastos supuestamente a favor de la seguridad de los mexicanos.

Los recortes indiscriminados y la disminución de presupuestos destinados al sector cultural han sido la constante de los últimos gobiernos, independientemente del partido en el poder. Salvo excepciones, esos presidentes han exhibido su desprecio a la cultura y han subestimado ese bien superior que “engendra progreso”.

Por tanto, la labor de los promotores culturales se ha convertido en una auténtica gesta heroica. Son ellos los que han sabido sobrevivir al desierto presupuestal y al desierto de ideas emanado de los gobiernos indolentes y tecnocratas que llevan años anteponiendo sus propios intereses a las necesidades culturales y educativas de los pueblos.

Los gestores culturales son personas dedicadas en cuerpo y alma a “engendrar progreso” para México. Gracias a su compromiso social, al amor a su trabajo, a su vocación inquebrantable, los ciudadanos podemos tener ese magnífico balón de oxigeno que se llama cultura; aire fresco en medio de la desolación emanada de la violencia, la corrupción, la crisis económica y los destinos del poder político. La cultura pues, es nuestro refugio; remanso de paz, luz en la adversidad.

Desde el fomento a la cultura, la promoción de todas las artes y las iniciativas de carácter educativo, los gestores se han convertido en agentes de cambio. Influyen en el tejido social tan dañado por años de abandono y marginación. Son quienes han creado nuevas formas de llevar cultura a todos los niveles sociales; nuevos modelos de enseñar y aprender; de despertar el espíritu, la curiosidad, el saber.

A veces trabajan con las uñas, sin presupuesto, sin apoyo gubernamental de ningún tipo; sólo con sus ideales por delante, con su tenacidad y espíritu de lucha. De la mano de la sociedad civil y la comunidad cultural constituida por maestros, escritores, pintores, artistas, empresarios y uno que otro político sensible, hacen auténticos milagros, prodigios de energía renovadora, que nos llenan de esperanza.

Entre los cientos de estupendos proyectos culturales que existen en México destacan las ferias del libro. Y entre estas, está la más grande de todas, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la mejor de América Latina y la única en el mundo que ha sabido conjugar el aspecto lúdico, la cultura y los negocios alrededor de los libros.

La FIL de Guadalajara es un modelo de éxito de principio a fin. Funciona gracias al engranaje perfecto del factor humano y los recursos financieros. Fundada por la Universidad de Guadalajara hace 26 años, logró desde sus inicios construir una maquinaria impecable e imparable de hacer cultura, de generar la fiesta más importante en el mundo de las letras.

La periodista Nubia Macías Navarro se incorporó a la FIL desde 1987 como jefa de prensa y desde hace diez años como directora se transformó en una gran gestora cultural. Su capacidad intelectual y don de gentes fueron fundamentales para crear un equipo de una veintena de mujeres que transformó la feria; todas ellas brillantes y talentosas: Laura Niembro, Tania Guerrero, Myriam Vidriales y muchas más.

Entre todas y algún que otro hombre, por aquello de la paridad, innovaron a base de ingenio y capacidad, un programa ferial que incluye más de 500 escritores y el millón de visitantes durante diez días. No existe un gran escritor que no haya pasado por los pasillos de la FIL de Guadalajara; los ha tenido a todos sentados en sus salones abarrotados de público, hablando, escuchando, firmando libros, riendo, disfrutando del milagro del fomento a la lectura y la promoción del español.

La FIL es muchas ferias. Y Nubia Macías logró su éxito internacional gracias a iniciativas como el Salón de Derechos donde se desarrolla el intercambio de la propiedad intelectual o el Programa de Becarios con editores, agentes y escritores que llegan de otros países para aprender y compartir sus conocimientos.

Fue Nubia Macías con su alegría, hospitalidad y simpatía, la que convirtió a la FIL en una fiesta de las letras por la mañana y una opción lúdica por las noches a base de conciertos en la explanada. Noches llenas de diversión como los lunes dedicados a la salsa en el Salón Veracruz donde han bailado Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes; los martes las fiestas de las editoriales con música incluida o los miércoles para congregar a los periodistas en La Mutualista y gozar de la feria literaria también en la convivencia nocturna.

Fue durante su gestión que nació la FIL Niños, dirigida increíblemente por Ana Luelmo, un espacio maravilloso dedicado a los más pequeños y al fomento a la lectura a base de obras de teatro, cuentacuentos y escenarios cubiertos de diversión, donde deambulan monstruos, hadas, princesas y brujas…

Gracias a su ingenio, Nubia logró sacar la FIL del sacrosanto recinto ferial y lanzarla a las calles, a las colonias populares en donde hay secundarias y preparatorias con alumnos ávidos de cultura. Hasta allí van los grandes escritores a hablar de literatura para lograr la verdadera transformación del fomento a la lectura.

Sin solemnidad, Nubia fue creando un ambiente ferial donde no había espacio para las poses, los alardes, ni la falsa erudición tan común en el mundo intelectual. Sus risas y carcajadas, entusiasmaban a conocidos y extraños que celebraban su buen humor, chistes y ocurrencias, para distender los momentos del pánico escénico de invitados y público en general.

Y es que Nubia trataba igual a consagrados y noveles; para ella no había diferencia entre las grandes editoriales y las pequeñas; entre una multinacional o una incipiente casa del libro.

Tras bambalinas, Nubia Macías, no solamente ha sido una líder nata que dirigió con precisión la maquinaria de la mejor feria del libro de la región colocándola en lugares insospechados a nivel internacional; sino también una amiga fiel, compañera amorosa, confidente y gran ser humano con su equipo, invitados y colegas.

Es difícil imaginar una FIL sin ella, sin su risa y entusiasmo. Su renuncia será efectiva a partir del 31 de marzo. Pero Nubia se va por la puerta grande, dejando una FIL fuerte, llena de su vigor y energía para “engendrar progreso” a México.

Hace unos años, le pregunté a Raúl Padilla, presidente de la FIL de Guadalajara, cuál era el secreto del éxito de la feria. Permaneció en silencio unos segundos, luego me miró a los ojos y me dijo: “Tener muchas Nubias Macías”… Padilla puede estar satisfecho.

Nubia Macías ha hecho escuela de manera generosa. Su espíritu seguirá en la FIL Guadalajara durante muchos años. Desde aquí un reconocimiento a su labor infinita y extraordinaria.
(SIN EMBARGO.MX)

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