¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El adiós de Nubia Macías
Por Sanjuana Martínez
Decía José Vasconcelos que la cultura “engendra progreso” y que sin ella
es imposible exigirle a los seres humanos ninguna conducta moral. La
cultura en tiempos del PRI es un bien escaso, de hecho, desde tiempos
del PAN fue sacrificada de manera ostentosa, para cubrir gastos
supuestamente a favor de la seguridad de los mexicanos.
Los recortes indiscriminados y la disminución de presupuestos destinados
al sector cultural han sido la constante de los últimos gobiernos,
independientemente del partido en el poder. Salvo excepciones, esos
presidentes han exhibido su desprecio a la cultura y han subestimado ese
bien superior que “engendra progreso”.
Por tanto, la labor de los promotores culturales se ha convertido en una
auténtica gesta heroica. Son ellos los que han sabido sobrevivir al
desierto presupuestal y al desierto de ideas emanado de los gobiernos
indolentes y tecnocratas que llevan años anteponiendo sus propios
intereses a las necesidades culturales y educativas de los pueblos.
Los gestores culturales son personas dedicadas en cuerpo y alma a
“engendrar progreso” para México. Gracias a su compromiso social, al
amor a su trabajo, a su vocación inquebrantable, los ciudadanos podemos
tener ese magnífico balón de oxigeno que se llama cultura; aire fresco
en medio de la desolación emanada de la violencia, la corrupción, la
crisis económica y los destinos del poder político. La cultura pues, es
nuestro refugio; remanso de paz, luz en la adversidad.
Desde el fomento a la cultura, la promoción de todas las artes y las
iniciativas de carácter educativo, los gestores se han convertido en
agentes de cambio. Influyen en el tejido social tan dañado por años de
abandono y marginación. Son quienes han creado nuevas formas de llevar
cultura a todos los niveles sociales; nuevos modelos de enseñar y
aprender; de despertar el espíritu, la curiosidad, el saber.
A veces trabajan con las uñas, sin presupuesto, sin apoyo gubernamental
de ningún tipo; sólo con sus ideales por delante, con su tenacidad y
espíritu de lucha. De la mano de la sociedad civil y la comunidad
cultural constituida por maestros, escritores, pintores, artistas,
empresarios y uno que otro político sensible, hacen auténticos milagros,
prodigios de energía renovadora, que nos llenan de esperanza.
Entre los cientos de estupendos proyectos culturales que existen en
México destacan las ferias del libro. Y entre estas, está la más grande
de todas, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la mejor de
América Latina y la única en el mundo que ha sabido conjugar el aspecto
lúdico, la cultura y los negocios alrededor de los libros.
La FIL de Guadalajara es un modelo de éxito de principio a fin. Funciona
gracias al engranaje perfecto del factor humano y los recursos
financieros. Fundada por la Universidad de Guadalajara hace 26 años,
logró desde sus inicios construir una maquinaria impecable e imparable
de hacer cultura, de generar la fiesta más importante en el mundo de las
letras.
La periodista Nubia Macías Navarro se incorporó a la FIL desde 1987 como
jefa de prensa y desde hace diez años como directora se transformó en
una gran gestora cultural. Su capacidad intelectual y don de gentes
fueron fundamentales para crear un equipo de una veintena de mujeres que
transformó la feria; todas ellas brillantes y talentosas: Laura
Niembro, Tania Guerrero, Myriam Vidriales y muchas más.
Entre todas y algún que otro hombre, por aquello de la paridad,
innovaron a base de ingenio y capacidad, un programa ferial que incluye
más de 500 escritores y el millón de visitantes durante diez días. No
existe un gran escritor que no haya pasado por los pasillos de la FIL de
Guadalajara; los ha tenido a todos sentados en sus salones abarrotados
de público, hablando, escuchando, firmando libros, riendo, disfrutando
del milagro del fomento a la lectura y la promoción del español.
La FIL es muchas ferias. Y Nubia Macías logró su éxito internacional
gracias a iniciativas como el Salón de Derechos donde se desarrolla el
intercambio de la propiedad intelectual o el Programa de Becarios con
editores, agentes y escritores que llegan de otros países para aprender y
compartir sus conocimientos.
Fue Nubia Macías con su alegría, hospitalidad y simpatía, la que
convirtió a la FIL en una fiesta de las letras por la mañana y una
opción lúdica por las noches a base de conciertos en la explanada.
Noches llenas de diversión como los lunes dedicados a la salsa en el
Salón Veracruz donde han bailado Gabriel García Márquez y Carlos
Fuentes; los martes las fiestas de las editoriales con música incluida o
los miércoles para congregar a los periodistas en La Mutualista y gozar
de la feria literaria también en la convivencia nocturna.
Fue durante su gestión que nació la FIL Niños, dirigida increíblemente
por Ana Luelmo, un espacio maravilloso dedicado a los más pequeños y al
fomento a la lectura a base de obras de teatro, cuentacuentos y
escenarios cubiertos de diversión, donde deambulan monstruos, hadas,
princesas y brujas…
Gracias a su ingenio, Nubia logró sacar la FIL del sacrosanto recinto
ferial y lanzarla a las calles, a las colonias populares en donde hay
secundarias y preparatorias con alumnos ávidos de cultura. Hasta allí
van los grandes escritores a hablar de literatura para lograr la
verdadera transformación del fomento a la lectura.
Sin solemnidad, Nubia fue creando un ambiente ferial donde no había
espacio para las poses, los alardes, ni la falsa erudición tan común en
el mundo intelectual. Sus risas y carcajadas, entusiasmaban a conocidos y
extraños que celebraban su buen humor, chistes y ocurrencias, para
distender los momentos del pánico escénico de invitados y público en
general.
Y es que Nubia trataba igual a consagrados y noveles; para ella no había
diferencia entre las grandes editoriales y las pequeñas; entre una
multinacional o una incipiente casa del libro.
Tras bambalinas, Nubia Macías, no solamente ha sido una líder nata que
dirigió con precisión la maquinaria de la mejor feria del libro de la
región colocándola en lugares insospechados a nivel internacional; sino
también una amiga fiel, compañera amorosa, confidente y gran ser humano
con su equipo, invitados y colegas.
Es difícil imaginar una FIL sin ella, sin su risa y entusiasmo. Su
renuncia será efectiva a partir del 31 de marzo. Pero Nubia se va por la
puerta grande, dejando una FIL fuerte, llena de su vigor y energía para
“engendrar progreso” a México.
Hace unos años, le pregunté a Raúl Padilla, presidente de la FIL de
Guadalajara, cuál era el secreto del éxito de la feria. Permaneció en
silencio unos segundos, luego me miró a los ojos y me dijo: “Tener
muchas Nubias Macías”… Padilla puede estar satisfecho.
Nubia Macías ha hecho escuela de manera generosa. Su espíritu seguirá en
la FIL Guadalajara durante muchos años. Desde aquí un reconocimiento a
su labor infinita y extraordinaria.
(SIN EMBARGO.MX)
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