miércoles, 18 de marzo de 2015

Metas que no logrará el régimen de Peña

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Recuperar confianza, misión imposible
Lilia Arellano

Estado de los ESTADOS

Despegue económico, aplazado otra vez
A prueba el sistema político en comicios
Será PRI primera minoría; PAN, segundo
PRD, desarticulado por Morena de AMLO

“Si no hubiera tantas leyes habría menos corrupción. Ergo, ley causa corrupción”.- Jorge Saldaña

Recuperar la confianza y lograr el despegue económico son dos metas que no logrará el régimen de Enrique Peña Nieto ni el PRI en el corto plazo, por lo que enfrentará los comicios intermedios del próximo 7 de junio con esos lastres. Con un PRD en franca descomposición y desvalijado por Morena, y con un PAN dividido entre maderistas y calderonistas, el PRI seguramente seguirá siendo la primera minoría del país, y con su satélite, el PVEM, podría lograr una buena parte del control del Congreso, pero no la totalidad de éste, y el plebiscito presidencial que serán estos comicios lo perderá el mexiquense.

El país estará a prueba en los comicios federales próximos, en los que se habrá de renovar la Cámara de Diputados, 1,015 ayuntamientos, 17 congresos locales y 9 gobiernos estatales. Pero también el PAN y el PRD. Los mexicanos no creen en sus políticos ni en los partidos. México está inmerso en una profunda crisis de confianza. Hay una peligrosa ola de incredulidad y desconfianza. A simple vista se vislumbran el disgusto, el hartazgo, la decepción, la desesperanza. Hay un clamor social no atendido de cambiar el rumbo del país. México se aprecia a la deriva y nadie sabe a dónde va a parar. “La Patria se desmorona”, consideran algunos importantes pensadores.

El impulso con el que arrancó Peña Nieto se ha congelado. Si bien sus reformas fueron aprobadas por el Congreso, su aplicación hasta el momento no ha revelado resultados destacados mucho menos alentadores. Además, el actual gobierno enfrenta ahora a sus propios cadáveres ya no en el clóset, sino a la vista de todos. Está en primer lugar Tlatlaya, donde fueron ejecutados a sangre fría 15 civiles por parte de militares. Se hizo todo lo posible, desde las esferas del gobierno, para ocultar los asesinatos. Pero algo falló, un testigo dejó en evidencia al Ejército. Como segunda referencia está la tragedia de Iguala, Guerrero. La presunta matanza de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, perpetrada por sicarios con apoyo de la policía municipal. Esto exhibió crudamente las complicidades entre el poder político y el crimen organizado.

Este último crimen desató una inmensa ola de rechazo al régimen de Enrique Peña Nieto no sólo a nivel nacional, sino también internacional. Fue reclamada la indefensión de las víctimas, la enloquecida brutalidad de los asesinos, la complicidad de las autoridades locales, la ceguera de las autoridades federales, la complicidad que ello representa. Provocó dolor en todo México; se reclamaron los hechos a lo largo y ancho del país, incluso en el extranjero. Las protestas se mantienen en estos momentos no sólo en Guerrero y la capital del país, sino en territorio estadounidense, donde los familiares de los estudiantes denuncian, una vez más, los hechos.

El escándalo de Ayotzinapa también le pegó de lleno a la izquierda del PRD. El Sol Azteca, que en las pasadas elecciones presidenciales quedó en segundo lugar, ha perdido el rumbo bajo la dirección de Carlos Navarrete. Cuauhtémoc Cárdenas, su fundador, se retiró del PRD. Su más carismático candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, quedó fuera de sus filas. En su huída desmanteló la estructura real del perredismo nacional, para montar su propio partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con el que se prepara para disputar, una vez más, la Presidencia de la República, tal vez al mismo Luis Videgaray. Con el tabasqueño se fueron muchos de los liderazgos regionales del PRD, que ha quedado penosamente desmantelado y en vías de convertirse en un partido de “la chiquillada”. La historia de la próxima elección presidencial en México ya se empezó a escribir.

El PAN, también ha sido afectado por la crisis de desconfianza generalizada que predomina en el país. Las encuestas sitúan al blanquiazul con un 25 por ciento de la intención del voto en las elecciones para diputados federales, lo que lo ubicaría como segunda fuerza política. El problema es que enfrenta una dura disputa interna entre los maderistas y los calderonistas, encabezados por la propia Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón, que no se resignan a perder el control del partido que acabó con 71 años de dominio interrumpido en México. De lo que quede de esta disputa, dependerá mucho las posibilidades panistas para la próxima elección presidencial.

Una pieza importante de este México desmoronándose lo es la corrupción de la familia presidencial. El trabajo periodístico que tanto incomoda a Enrique Peña Nieto reveló que su esposa, Angélica Rivera, “La Gaviota”, y su súper secretario de Hacienda, habían adquirido casas de lujo de uno de los grandes contratistas de su administración. Ella a plazos, presuntamente vendiendo productos para el hogar, y Luis Videgaray, gracias a un crédito que le concedió el propio contratista. También se reveló que el propio Peña Nieto había incurrido en una práctica parecida desde su etapa como gobernador. A pesar de los esfuerzos de su costoso equipo de comunicación y propaganda, a la fecha no han podido explicar satisfactoriamente este enriquecimiento patrimonial de la familia presidencial, ni la de su cercano colaborador.

El escándalo fue mayúsculo, potenciado en las redes sociales, dado el control que se tiene de los medios de comunicación tradicionales. Se constató que la corrupción tiene sus raíces más profundas precisamente en la residencia oficial de Los Pinos, de donde es prácticamente imposible de erradicar sin eliminar políticamente a sus habitantes.

Las fichas se han ido acumulando. Ya no sólo se reclama la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sino los más de 23 mil desaparecidos desde el inicio de la guerra contra el narco que detonó Felipe Calderón Hinojosa, quien debería ser juzgado por crímenes de lesa humanidad. Tampoco está como tema central del debate la corrupción de Peña Nieto o de su esposa “La Gaviota, o del “ministro del año”, Luis Videgaray, sino de todo el sistema político priísta.

De la duda se pasó a la certeza, al desánimo, a la confusión, y finalmente a una gran frustración de que poco o nada se puede hacer con este régimen en el tema de la corrupción. La población ahora no perdona ni olvida, y reclama que se cambien las reglas del juego político, de la gobernabilidad en el país. Y no hay el menor interés en el régimen de hacerlo, porque está concentrado en el enriquecimiento de sus integrantes lo más rápido posible y, también, bajo un gran manto de impunidad. No hay rendición de cuentas, no hay transparencia en el manejo de los recursos públicos.

Los errores se han combatido con acciones a medias. La ola de violencia, la delincuencia, el crimen organizado han sido fallidamente combatidos con discursos, con decretos, con leyes, con reformas, presuntamente destinadas a combatir la inseguridad y la impunidad. Pero no hay resultados, a pesar de la disolución de cuerpos policíacos enteros, de la aprehensión de “los más buscados”, de la cacareada reducción de los índices delictivos, de la desarticulación presuntamente de los principales cárteles del país, que ante el descabezamiento de sus líderes se han reconfigurado y han evolucionado, pero no han desaparecido, mucho menos han perdido poder.

Mediáticamente, se ha potenciado la captura de capos del narco. En tan sólo unos días, rápida e incomprensiblemente, gracias a los “trabajos de inteligencia”, cayó el líder de “Los Caballeros Templarios, la organización criminal cuya brutalidad dio vida a los grupos de autodefensas que fueron combatidos con gran saña por las fuerzas federales. También fue detenido el último cabecilla de “Los Zetas”, una de las más sanguinarias organizaciones criminales.

El cadáver político en que se convirtió Jesús Murillo Karam fue sacado de las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR) y se le inyectó vida artificial en el gabinete de Peña Nieto. El caso Ayotzinapa se convirtió en su cementerio; su “verdad histórica, en su epitafio. Su complicidad y su desaseo en las investigaciones, en su estigma, también histórico. Nadie apuesta en este momento por que pueda resurgir del panteón de la política a la actividad pública. A su lugar, al frente de la PGR, llegó un personaje sumamente cuestionado de origen. Una senadora priísta, vinculada al Poder Judicial, hermana de un vicepresidente de Televisa, Arely Gómez González. A la nueva funcionaria no se le ven cualidades para poder dar un vuelco a la crisis de confianza en esa institución.

La corrupción al interior de la propia casa presidencial no se combate. Sólo hay simulación, con la designación de un presunto “zar anticorrupción, que le debe el puesto al propio Presidentey que además es cercano a Luis Videgaray—, del cual recibe la encomienda de investigar los casos en los que él mismo, su esposa y su secretario de Hacienda, se han visto involucrados. Nadie espera nada de la investigación de dicho zar, de hecho se espera que los resultados de ésta sirvan para limpiar la imagen de la pareja presidencial y del propio Videgaray; que no haya jurídicamente terreno al que acudir para demandar el conflicto de interés. En una palabra, que servirá como lavadero de Poncio Pilatos.

Al descrédito y la desconfianza en el gobierno de Peña Nieto hay que sumarle la crisis internacional del petróleo. México es altamente dependiente de los ingresos del crudo. La caída de los precios internacionales enfrió la economía y obligó al gabinete económico a hacer recortes al presupuesto, lo que derivó en recortes también en los pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), con lo que el anunciado despegue económico sólo queda en promesa, largamente aplazada y con pocas esperanzas de concretarse.

Sin estar dentro de una grave crisis estructural o una recesión formal, hay problemas importantes no resueltos. El mercado interno no se recupera, ni hay acciones gubernamentales orientadas a ese fin. Mientras eso no suceda, la economía no despegará, seguirá pasmada. El pesimismo económico impera. También la inestabilidad política es patente en algunas regiones del país, como el Estado de Guerrero, donde hasta la trasnacional Coca Cola se dejó de distribuir por las constantes movilizaciones sociales, por la protesta de grupos magisteriales y estudiantiles.

La desesperanza se expande por todo el territorio nacional. “¿Qué hacer?”, preguntaría Lenin para iniciar la revolución en México.

CON UN DEJO DE IRONIA

La entrevista realizada por el reconocido y viejo periodista Jacobo Zabludowsky me trasladó de inmediato a las muy vistas en publicaciones como el HOLA, o algunas otras donde las interrogantes son tan a modo que resultan risibles. En éstas, se pregunta a quienes presentan a sus vástagos: “y el parto, ¿te dolió mucho?; ¿Qué sentiste de que estuvo tu pareja contigo todo el tiempo? ¿Te tomó de la mano? ¿De que tamaño fue la alegría que sentiste de tener a tu bebé en los brazos?” Sólo que ahora no se trató de una parturienta, aunque pagar mil 250 millones de pesos más por una concesión de televisión debe haber dolido más que dar a luz a triates al mismo tiempo creo yo que los he tenido de uno por uno, como también se responde en esas revistas.

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