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Proceso
2013, de los peores años
Este 2013 será uno de los peores años en la historia reciente del
país, pues a comparación con los anteriores no sólo se perdió la batalla
contra la violencia, que sigue galopando sin freno, lo mismo que la
pobreza y la crisis económica, sino que también se quebrantó la
soberanía en una de las responsabilidades y obligaciones del Estado: la
protección del petróleo y la energía eléctrica, que el gobierno priista
de Enrique Peña Nieto ha dejado en manos de las empresas privadas.
Con el discurso sofista de que la Constitución y Pemex se quedaron
rezagados de la historia y de la globalización, que la economía
mejorará, los precios de los energéticos bajarían (gas, luz, gasolina,
petróleo) y habría más recursos para abatir los niveles de pobreza, el
PRI y Peña Nieto, asociado con el PAN y una parte del PRD y las grandes
corporaciones de medios, concretaron su intención de privatizar el
petróleo y la energía eléctrica.
Mientras que desarrollaban esta estrategia privatizadora bajo el
nombre del Pacto por México, al mismo tiempo la vida de las mayorías en
el país se iba deteriorando.
Al cierre de 2012, 53.3 millones de mexicanos eran pobres, de
acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social (Coneval). Esa cifra no disminuyó ni un solo punto
porcentual como lo prometió el gobierno peñista a través de la
experredista y hoy titular de Desarrollo Social, Rosario Robles, cuando
echó a caminar el plan de lucha contra la pobreza.
Con una inflación de casi 4 por ciento, la economía en crecimiento
cero, desempleo de cerca del 6 por ciento de la población económicamente
activa y el salario mínimo de 61 pesos diarios, ni cómo enfrentar esta
situación apremiante para muchos jóvenes y familias enteras que miran
en el comercio informal o en el crimen organizado un paliativo a sus
necesidades básicas.
Así, mientras los partidos políticos y el gobierno de Peña Nieto se
disputaban sus propios intereses en el congreso legislativo, sobre todo
con las llamadas reformas estructurales, sin tomar en cuenta la opinión
de la gente, la corrupción y la violencia tampoco cedieron, sino al
contrario, se mantuvieron en la misma espiral y en peores niveles.
De acuerdo con el reporte de Transparencia Internacional, México es
uno de los países más corruptos del planeta, ocupa el lugar 105 de 172
países, y según la revista Forbes los políticos mexicanos están los
primeros sitios del ranking mundial con personajes como Elba Esther
Gordillo y Carlos Romero Deschamps, quienes en los sindicatos de
maestros y petroleros, respectivamente, han sido uno de los bastiones
del PRI.
La violencia en el país se mantiene, la organización México Evalúa
estima el costo de la inseguridad en un equivalente al 27.7% del PIB, de
acuerdo con el Índice de Paz 2013, elaborado por primera vez para el
país por el Institute for Economics and Peace (IEP).
Pero más allá de estos indicadores materiales, las pérdidas de vidas
humanas (muertos y desaparecidos) no ha disminuido en el primer año de
gobierno de peña Nieto.
El desangrado social no para, si en los últimos siete años ha habido
más100 mil ejecutados producto del narcotráfico y 27 mil desaparecidos,
en el primer año de gobierno de Peña Nieto se estima que han muerto 12
mil.
La estrategia militar y policiaca seguida por el priista comprueba el
fracaso de esta forma de combatir al crimen organizado que implantó el
panista Felipe Calderón, siguiendo las líneas establecidas por Estados
Unidos desde Richard Nixon.
El 2013 es un año para recordar, pero no por los avances y mejoría
en el país, sino por el ahondamiento de la crisis, la cesión de la
soberanía en el sector energético y la incapacidad manifiesta y
comprobada del gobierno de Enrique Peña Nieto.
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