Homozapping
Gas shale, el gran mito
(Segunda parte)
Jenaro Villamil
Consulta la primera parte aquí.
La fiebre por este tipo de gas natural inició en México a principios de 2010, cuando la Agencia Internacional de Energía de Estados Unidos (AIE) calculó en 680 millones de pies cúbicos las reservas de este gas en entidades federativas como Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y una parte de Chihuahua y Veracruz.
En abril del 2013 la misma agencia
disminuyó sus expectativas. Afirmó que eran 545 billones de pies
cúbicos, mientras que los estudios de Pemex estimaron que en las
provincias geológicas de Burro-Picachos-Sabina, Burgos-Tampico-Misantla y
Veracruz y Chihuahua eran, en realidad, mucho menores: entre 150 y 459
billones de pies cúbicos.
Montado en
la euforia, el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero llegó a
afirmar que su partido se proponía abrir 20 mil pozos al año para la
explotación del gas shale. De cumplirse con esta expectativa se
necesitaría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el
consumo doméstico de 4.9 a 15.9 millones de personas en un año, según el
reporte de FUNDAR.
En Coahuila iniciaron desde el año
pasado los trabajos de exploración. En 2011 se confirmó en el Diario
Oficial de la Federación (DOF) que el acuífero Allende-Piedras Negras es
la región identificada como la más rica en gas de esquisto. El
gobernador Rubén Moreira propuso construir 10 mil pozos utilizando la
técnica del fracking, a pesar de las propias recomendaciones del estudio publicado en el DOF.
El estudio calcula que la disponibilidad
media anual de agua subterránea para el acuífero Allende-Piedras Negras
es de 18.7 millones de metros cúbicos al año. De construirse los 10 mil
pozos que propone Moreira, “se requeriría entre 90 y 290 millones de
metros cúbicos de agua en el transcurso de algunos años”, estima la
alianza medio ambiental contra el fracking.
“Nos sorprende que la propuesta de
decreto para el acuífero Allende-Piedras Negras (Cofemer, expediente
04/0970/230413) no establezca la veda recomendada sino una ‘zona
reglamentada’, lo que permitiría a la Comisión Nacional del Agua
(Conagua) vigilar las concesiones y asignaciones, sin dejar de autorizar
el uso de este volumen del acuífero para actividades de extracción de
gas por fractura hidráulica”, anota el informe.
Actualmente, en los municipios de Nava y Guerrero, en Coahuila, la empresa Geokinetics realiza los trabajos de exploración de gas shale. Llevan un 25 por ciento de avance, según Pedro Tinoco, vocero de la empresa entrevistado por el periódico La Vanguardia.
“El estudio abarca 11,500 kilómetros
cuadrados o unas 140 mil hectáreas, por lo que desde un campamento
ubicado en el municipio de Guerrero se realizan las operaciones”, afirmó
Tinoco.
En Chihuahua, las autoridades y algunos empresarios como Eloy Vallina han declarado que están dispuestos a invertir en el gas shale, pero el propio Grupo ALFA, de Monterrey, ha decidido invertir más en territorio norteamericano que en el mexicano.
Pemex estima que la inversión requerida
para extraer este gas natural es de 30 mil millones de pesos entre 2010 y
2016. Para los próximos 50 años requeriría de un presupuesto estimado
en 600 mil millones de pesos para el óptimo desarrollo de una industria
de explotación de este tipo de gas.
En Estados Unidos, la potencia energética mundial que ha promovido la exploración y explotación del gas shale, la
misma industria gasífera reconoce que en el 80 por ciento de los pozos
perforados los costos de producción superan a las ganancias esperadas,
según reportes de la prensa especializada citados por la Alianza contra
el Fracking.
El shale gas se conviritó en una
alternativa a raíz de la declinación de los yacimientos de gas y
petróleo convencionales, en paralelo con el incremento de la demanda a
nivel mundial. Tras el crack financiero de 2008, Estados Unidos
impulsó la explotación de este tipo de gas hasta representar el 40 por
ciento del total de su producción de gas natural, pero el alto costo de
producción en varios pozos ha vuelto inviable económicamente la
explotación en territorio norteamericano.
El Factor del Narcotráfico
La fiebre por el gas shale en
México, similar a lo que ocurrió en 2008 con la exploración en los
campos de aguas profundas, se debe a la cercanía de nuestro país a tres
campos petroleros estadounidenses altamente productivos en el Golfo de
México y la posibilidad de que se establezcan en territorio mexicano.
Los llamados “campos elefantes” están en
el Golfo de México y hay “grandes posibilidades de hallazgos similares
en aguas mexicanas”, según geólogos entrevistados por la agencia
Reuters. Sin embargo, de los 25 pozos perforados en aguas profundas,
sólo en 5 hay viabilidad.
Lo mismo sucede con los yacimientos de
esquisto en Texas, Eagle Ford, y en la cuenca Permian, colindante con
los estados fronterizos mexicanos. Nada garantiza, hasta ahora, que la
rentabilidad de la explotación del gas shale en Texas sea equivalente a la mexicana.
El gran factor de riesgo es la
inseguridad de la zona, en entidades dominadas por los cárteles del
Golfo y de los Zetas, en permanente disputa.
“¿Hay gente involucrada en Eagle Ford
que querrá cruzar la frontera al sur? Quizá no, debido a las grandes
preocupaciones por la inseguridad”, confió Kenneth Medlock, del Centro
de Estudios Energéticos de Rice University, de Houston, a la agencia
Reuters.
Consulta la primera parte aquí.
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