Contralínea
15 multimillonarios y 54 millones en la miseria
Álvaro Cepeda Neri *
Sin la menor duda, en el sangriento salinismo iniciador del neoliberalismo económico como punta de lanza del capitalismo salvaje se inició la pobreza que 24 años después ha llegado a la miseria que raya en hambruna, al rebasar los 81 millones de mexicanos empobrecidos (continuaron con esa política Ernesto Zedillo, sanguinario como su antecesor; después Vicente Fox, el payaso cocacolero; y luego Felipe Calderón, el borrachín homicida de más de 100 mil mexicanos, 27 mil desaparecidos y los más de 10 mil feminicidios), con quienes la nación tiene a 54 millones en la vil pobreza.
Cuatro sexenios de miseria: “de pobres entre los pobres”, sentenciara el poeta Víctor Hugo en su magna obra Los miserables; tantas veces guión cinematográfico (como la más sobresaliente versión, con Gérard Depardieu; la interpretada por Liam Neeson y la versión musical de Hugh Jackman) y también presentada como obra de teatro. Ahora mismo en nuestro país, en dramática realidad y devastadora tragedia, 54 millones de mexicanos superan la fantasía literaria de Víctor Hugo.
Beneficiado por Carlos Salinas con la
primera privatización al entregarle Teléfonos de México, en 24 años
Carlos Slim se convirtió en el multimillonario número uno del mundo, con
una fortuna de más de 73 mil millones de dólares. Y con él, desde ese
salinismo, el zedillismo, el foxismo y el calderonismo, hay 14
multimillonarios más: los Baillères, Larrea Mota Velasco, Salinas
Pliego, Gonda Rivera, Aramburuzabala Larregui, Jerónimo Arango,
Azcárraga, Vigil, Calderón Rojas, Hank Rhon, Roberto Hernández, Harp
Helú, Michel Suberville y Gallardo Thurlow. En estos 15 y no más de 300
familias se concentra la riqueza nacional, mientras sobreviven en la
informalidad 24 millones de personas, no menos de 10 millones de
desempleados y cientos de miles más en la pobreza alimentaria, las
enfermedades y sin acceso a medicinas.
Y en esa crisis general, el peñismo toma
decisiones contra la pobreza, en el papel de las promesas, amenazando
con imponer no menos de 10 por ciento de impuestos a los alimentos y
medicinas… ¡Dizque para que esos 15 empresarios multimillonarios no
salgan beneficiados, cuando con las 300 familias consumen los servicios
médicos y medicinas estadunidenses y se alimentan con productos traídos
de los mercados europeos y en restaurantes de lujo!
Los miserables mexicanos no viven,
sobreviven. Los salarios son de hambre y los trabajadores son
explotados, mientras de las clases medias degradadas apenas 10 millones
tienen para cubrir sus necesidades en el contexto de 114 millones de
mexicanos en todos los grados de la pobreza masiva. Esos
multimillonarios hicieron sus fortunas por la protección-complicidad de
las elites que han gobernado a la nación, permitiéndoles enriquecerse
explotando la mano de obra de los recursos humanos; apoderándose de
todas las áreas de producción con base en los recursos naturales. Son
dueños de las minas, las mejores tierras agrícolas, la ganadería y
avicultura; en suma, apropiándose de los más redituables servicios.
Empresarios y gobernantes se han
repartido el país como botín. “¡Ratero!”, le gritó desde su curul el
exdiputado Aurelio Manrique al entonces presidente Plutarco Elías
Calles, cuando éste salía del Congreso de la Unión tras su último Informe. El sonorense le replicó: “¡Pruebas!”, y Manrique soltó de inmediato: “¡Te acuso de ratero, no de pendejo!, frase que se ha completado con la cínica de Carlos Hank González (del Grupo Atlacomulco, que empolló
a Enrique Peña): “un político pobre es un pobre político”. Así han
engordado políticos. Y éstos han protegido a los empresarios que ahora
son los multimillonarios del capitalismo salvaje, donde hasta los
delincuentes tienen grandes fortunas, como para que abra la lista
Carlos Slim y la cierre Joaquín Guzmán Loera, el Chapo. Uno presidiendo la delincuencia económica. El otro, la delincuencia del narcotráfico.
Para utilizar las palabras de
Tocquevielle (pronunciadas en las vísperas de la Revolución Francesa de
1848): “es verdad que el desorden no está en los hechos, pero ha
penetrado muy profundamente en los espíritus. Miren lo que pasa en el
seno de esas clases obreras, que hoy –lo reconozco– están tranquilas. Es
verdad que no están atormentadas por las pasiones políticas propiamente
dichas, en el mismo grado que lo estuvieron en otro tiempo, pero, ¿no
ven ustedes que sus pasiones políticas se han convertido, de políticas,
en sociales?”. Y se pregunta el teórico de la democracia moderna: “¿Y
saben ustedes porqué?”, para responder: “es que la clase que gobierna se
había convertido, por su indiferencia, por su egoísmo, por sus vicios,
en incapaz e indigna de gobernar”.
Añado que en nuestro país, empresarios,
patrones y gobernantes se han convertido en multimillonarios sometiendo a
los mexicanos a la miseria, mientras se enriquecen como nueva clase de
delincuentes y que son la otra cara de la moneda de la delincuencia del narcotráfico. Ambas roban, saquean, matan… Y viven en la impunidad y la opulencia.
*Periodista
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