sábado, 21 de diciembre de 2013

Terrorífico control de medios de EsPurioN

Imagen del spotCárdenas Palabra por Palabra”. Fuente: Youtube
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¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Homozapping
La Blitzkrieg petrolera de Peña Nieto, el control de los medios
Jenaro Villamil


Inundaron con planas compradas a los periódicos para promover mentiras obvias: que la reforma energética provocará la disminución de las tarifas de gas y de luz; que las reformas constitucionales que abren la inversión generarán más empleo.

Pagaron cientos de millones de pesos en producir spots televisivos con las mismas frases. La producción al estilo Ana María Olabuenaga (Soy Totalmente Palacio) se convirtió no sólo bombardeo propagandístico sino en una nada velada censura a quienes cuestionan. Si no sabes, “infórmate”.

La Blitzkrieg o “guerra relámpago” del gobierno de Enrique Peña Nieto sólo se explica por las prisas y las ganas de cumplirle a sus promotores de las grandes financiadoras, medios internacionales y compañías petroleras.

Es el aplastamiento de cualquier intento de deliberación, crítica o de duda. Hay que creer en lo que dicen porque es una verdad propagandística que constituyen siempre las peores mentiras.

Todos los mexicanos sabemos que el exceso de propaganda gubernamental encubre siempre un engaño. Los mexicanos no creen en la publicidad oficial porque hay décadas de aprendizaje. Leemos al revés los mensajes: si nos anuncian disminución de tarifas, seguramente pagaremos más por la energía eléctrica y el gas.

Si esto es así, y cualquier mercadólogo político lo sabe, ¿por qué este diluvio de anuncios y de frases de “desplazamiento publicitario” en los programas de espectáculos, en los talk shows y hasta en telenovelas para promover una reforma energética que no le fue consultada a nadie?

El que Paga Manda

La Blitzkrieg peñista tiene un objetivo muy concreto: controlar vía el flujo publicitario a los medios electrónicos, impresos o digitales.

Mantuvieron en el ayuno de los convenios de publicidad a cientos de medios impresos bajo el pretexto de la “curva de aprendizaje” del primer año. Fue una técnica tan mañosa como priista para atenazar a los medios con el dinero público destinado la publicidad oficial (es decir, recursos de todos los mexicanos para promoción de las campañas a costa de que “se porten bien”).

Reforma, el rotativo más importante de la capital del país, cambió su línea editorial bajo el pretexto de un nuevo diseño, pero, en realidad, se convirtió en un periódico sin dientes. Dejó de cuestionar o de indagar en su información. Y era el medio impreso que más les preocupaba.

La Jornada, al igual que Reforma y otros periódicos, fue inundada con carretadas de desplegados a página entera. No disminuyó su enfoque crítico, pero tampoco privilegió ni fue más allá de lo que todos los medios ya habían cubierto previamente.

El Universal de tiempo atrás se dedica a reproducir las versiones oficiales y si bien realiza una cobertura informativa correcta, evade cualquier cuestionamiento de fondo.

La mayoría de los otros medios impresos sirvieron de acompañamiento propagandístico: desde las cadenas Milenio, El Sol de México hasta periódicos cuyos propietarios son claramente contratistas de Pemex, como La Razón, del empresario tamaulipeco Ramiro Garza Cantú, contratista en la perforación de yacimientos en aguas profundas

Nuevo Excélsior, como Milenio, con canales de noticias en televisión restringida simplemente siguió el guión dictado por la línea oficial. Algunas entrevistas críticas, como la realizada al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, pero más del 90 por ciento de la información, el análisis y las crónicas favorables a un proceso legislativo plagado de opacidad.

En la televisión abierta todos sabemos lo que ocurrió. Fue más importante el cobalto 60curioso “distractor” promovido en los noticiarios estelares de Televisa y TV Azteca- en los momentos más álgidos de la discusión en el Senado. Y cuando la reforma constitucional pasó a la Cámara de Diputados, se privilegió lo anécdotico y lo grotesco de la rebelión perredista por encima del fondo.

“Son tácticas dilatorias”, editorializó una y otra vez Joaquín López Dóriga, criticando a los opositores que fueron los únicos que argumentaron porque los promotores de la reforma jamás nos explicaron los detalles de cada uno de los artículos reformados y menos de los transitorios.

No es ninguna casualidad lo sucedido en las televisoras. Ambas tienen fuertes intereses en el sector energético. El Consejo de Administración de Grupo Televisa es presidido por el ex secretario de Hacienda, Pedro Aspe, tutor político e intelectual de esta reforma, consultor de poderosos fondos de inversión vinculados a la energía y los hidrocarburos desde Evercore Partners. Y TV Azteca recibió el regalo de una Agencia, promovida por la hija de Ricardo Salinas Pliego, la senadora Ninfa Salinas, del Partido Verde.

A nadie pareció alterar o molestar este obvio conflicto de intereses.

Y los medios digitales financiados por Carlos Slim, otro poderoso contratista de Pemex, tampoco fueron más allá.

Las estaciones de radio fueron un coro perfectamente sincronizado a favor de la reforma, salvo notables excepciones que confirmaron la regla prevaleciente en el cuadrante de la era peñista: quienes se salgan del “guión” serán marginados.

Algo similar ocurrió con revistas y semanarios de información. Salvo Proceso, Contralínea o Emequis, el coro circundante de más de 100 publicaciones de este tipo se dedicaron a las alabanzas o a la promoción del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, como el caso grosero de la revista Cambio, de los mismos propietarios de Grupo Capital, los Maccise del Estado de México.

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