domingo, 22 de diciembre de 2013

Los Traidores ala Patria pululan en el País

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Traidores a la Patria Mexicana
María Teresa Jardí

Se consuma lo que la crónica anunciara, de manera que debió hacerse clara para los mexicanos, desde que asesinaron a Luis Donaldo Colosio e impusieron entre Salinas y Beltrones, más Manlio Flabio Beltrones, que Carlos Salinas de Gortari, a Ernesto Zedillo, tan amigo de José María Córdoba Montoya, “la eminencia” gris e impune, impulsora de la corrupción que impera, detrás del salinismo.

Con la permisiva participación de Beltrones, entonces gobernador de Sonora, en el “interrogatorio” se construyó un chivo expiatorio a la medida como autor de ese crimen de Estado.

Y Salinas, Zedillo, Córdoba y Beltrones, si alguna participación tuvieron en ese crimen, siguen impunes. No se puede saber si la tuvieron o no porque el ministerio público, en sus manos, no los investigó. A pesar de que, por una razón o por otra, todos cabían en la primera línea de investigación que el derecho enseña donde las leyes aplicany es aquella que lleva al, o a los, que se benefician.

Llegó Zedillo, ante el pasmo ciudadano con otro crimen sumado al del candidato del PRI a la Presidencia, el del secretario del mismo partido, José Francisco Ruiz Massieu.

Crimen que también continúa impune, a pesar de que Zedillo, como venganza, encarcelara al hermano de Salinas como autor de mismo. Lo que en el expediente, que leí, no se le probó ni por asomo, que fuera.
 
Zedillo se deshizo de la Corte y se creó una Corte a modo de la actual ignominia con la que la mafia política entrega los bienes que a la nación pertenecen y que son los únicos que le quedaban a México para recobrar la soberanía alimentaria. Con lo que se cancela también la soberanía nacional cancelada hace tiempo ha sido la jurídica. Antes de la toma del poder por parte de los tecnócratas neoliberales, se decía que de cada diez delitos cometidos se denunciaba uno. Hoy se puede decir, sin mentir, que de cada cien no se denuncian diez.

No importa que hayan convertido a los recursos naturales de la nación mexicana, en un problema fiscal, dando el tiro de gracia a una Constitución, que, por violada y maltratada, ya no tenía nada que ver con la que nos diera a los mexicanos el constituyente el 5 de febrero de 1917.

Son traidores a la Patria: Enrique Peña, Gustavo Madero, Zambrano que juega el papel de opositor y el Legislativo que ha hecho la entrega vendiendo a la Patria.

No pongo a su patria porque, amén de corruptos, amorales y canallas, son apátridas.

A los crímenes de Zedillo, el iniciador de las ventas de bienes de la nación, a cambio de empleo otorgado por la empresas compradora de nuestros ferrocarriles, se suma hoy otro crimen de Estado: el del general Gutiérrez Rebollo, enjaulado por órdenes de Zedillo y del entonces secretario de la Defensa, el iniciador de la debacle del Ejército nacional, desprestigiado, por Calderón, a modo de la entrega y hoy degradado por Peña y por los yanquis que, con la Armada, acuerdan la represión a aplicar a los millones de mexicanos que descontentos se muestran con la entrega, de lo que no les pertenece: ni a los que en negocio de compraventa de objetos televisivos han convertido a las elecciones, ni a los que a los ciudadanos no representan.

Pero el miedo que sienten y el desprecio con el que declaran hacía el pueblo, evidenciado en las declaraciones de Beltrones, en los festejos de Peña, en las felicitaciones de Madero, que saben que tenemos razón los que nos oponemos, amén del odio del pueblo garantizado para siempre como compañía y el desprecio, que a donde vayan los que por generaciones les sigan va a ser su compañía y, probablemente, a los que les quede algo de conciencia, si a alguno le queda, y si no a sus hijos y nietos, si alguno sale con más dignidad y ética, va a llevarlos a concluir como epitafio de su miserable vida: que cuánto más no hubiera valido haber tenido menos dinero y dejado como herencia algo del respeto perdido.

Por no saber, ya ni siquiera recuerdan, ni el zángano que en el Ejecutivo Federal hoy se sienta, ni el resto de zánganos que le hacen la corte como funcionarios y gatos a modo de desinformadores desde los medios masivos de comunicación, en la empresa y en eso que se llama legislativo y judicial, que a los que zánganos, cuando sobran, las obreras los echan de la colmena, para que mueran y al zángano que se queda, para fecundar a la reina, en cuanto acaba su función se muere porque ya no sirve

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