viernes, 6 de febrero de 2015

El País va camino a un colapso sin salida

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Mientras más errores más cinismo
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del Inegi, coloca a la corrupción en el tercer lugar de los problemas que más preocupan a los mexicanos, detrás de la inseguridad y el desempleo. Los tres son consecuencia de la descomposición del tejido social, situación a su vez derivada de un sistema económico que ha polarizado a la sociedad a extremos muy peligrosos. Sin temor a equivocación, puede asegurarse que de continuar por el rumbo que vamos, el país va camino a un colapso generalizado del que será muy difícil salir.

Lo dramático de esta realidad es que no tiene justificación, pues México tiene todo para crecer y progresar. Sin embargo, como lo demuestran los hechos, las élites son el factor que frena la posibilidad de instaurar un sistema realmente democrático, un Estado de Derecho que aglutine a la sociedad y le dé confianza en el futuro. No quieren aceptar que ellas son la causa fundamental de la crisis social que nos está llevando a la desesperación, actitud que de seguirse apuntalando puede abrir cauces a salidas falsas, más desastrosas aún que la realidad que estamos viviendo.

El impacto gubernamental en la población es absolutamente negativo, no por el índice que nos reporta el Inegi con respecto a la corrupción, de 45.5 por ciento, mientras que para la inseguridad alcanzó 70.4 por ciento y para el desempleo dio un puntaje de 51 por ciento, sino porque no se vislumbran cambios positivos. Al contrario, como lo demuestran los resultados de dos años de ejercicio gubernamental del PRI, luego del terrible desbarajuste dejado por el PAN durante dos sexenios. Si algunos ingenuos o desinformados creían que con el regreso del partido tricolor las cosas iban a mejorar, ahora se dan cuenta que su optimismo no tenía ninguna base.

Para la cúpula del grupo en el poder no pasa nada, como lo demuestra su cinismo. Se le señalan sus constantes y costosos errores y siguen tan campantes, como si la población fuera sólo un rebaño de borregos al que se puede dirigir aunque se vaya directo a un profundo abismo. Así lo patentizan con su desvergüenza, actitud que por otro lado tiene su lado positivo, pues está abriendo los ojos a la ciudadanía, no obstante su pobreza y desamparo.
 
Cree la clase política que porque la dirigencia priísta puede todavía acarrear a unos cuantos miles de marginados, sobre todo mujeres desesperanzadas, tiene aún mucho margen de maniobra. Considera que con los programas asistencialistas como Prospera y la Cruzada Nacional contra el Hambre, puede superar el desgaste producto de los excesos de la élite gubernamental. Sin embargo, se equivoca en su apreciación por demás subjetiva: la realidad está nulificando la capacidad del PRI para controlar a una población cada vez más descontenta y preocupada por el futuro que le espera a sus descendientes.

Se engañan solos, los miembros de la burocracia dorada, porque la realidad es mucho más compleja de lo que suponen. Y más la están complicando con su cinismo y voracidad, como lo demuestra la creciente preocupación de la ciudadanía por el incremento de la corrupción. No es casual que este fenómeno sea consustancial a la decadencia de los imperios, como lo demuestra la Historia. Es una de las manifestaciones más burdas del desprecio que las élites sienten por el pueblo, y mientras menos se le conoce y valora más contundente es esa actitud.

Por eso es una burla dolosa la decisión tomada por Enrique Peña Nieto de poner a un subalterno para que lo investigue, burla que habrá de contribuir a un más rápido descalabro del sistema liderado por la ultraderecha, por las consecuencias políticas de tan bochornoso error. Asimismo, es un despropósito afirmar que hay que democratizar los servicios financieros, como lo demandó el secretario de Hacienda Luis Videgaray, cuando lo que se está haciendo es precisamente lo contrario. Las clases mayoritarias no tienen una mínima capacidad de ahorro, y las perspectivas son muy dramáticas en cuanto que la pobreza no cede porque es el sostén del sistema político.

Si realmente les interesara reducir el flagelo, ya hubieran puesto en marcha políticas públicas orientadas a impulsar el crecimiento, reducir el desempleo y aprovechar mejor la capacidad del aparato productivo nacional. Pero eso les dificultaría su tarea de comprar votos por frijoles con gorgojos.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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