¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Consumidores de sexo comercial
Sanjuana Martínez
“Sin
demanda no hay trata”, es un conocido lema de la campaña contra el
tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, que intenta
sensibilizar y concientizar a los hombres para dejar de consumir sexo
comercial.
Los consumidores son un eslabón importante de la cadena que daña a miles
de mujeres secuestradas y vendidas. Pero lo son más, los consumidores
poderosos y aliados de los traficantes.
En la última redada del table dance Cadillac fueron rescatadas 46
mujeres víctimas de la trata, entre ellas bailarinas y nudistas, algunas
extranjeras que eran obligadas a ofrecer servicios sexuales en
“privados” de ese lugar, a cambio de un pago. La Procuraduría General de
Justicia del Distrito Federal detuvo a 40 personas en ese antro de la
colonia Anzures, propiedad de Alejandro Iglesias Rebollo, quien fue
dueño de la discoteca Lobohombo, donde fallecieron 21 personas durante
un incendio en el año 2000.
Entre los testimonios de las víctimas de trata rescatadas, es fácil
encontrar las características del tipo de clientela que había en el
“Cadillac”, muchos de ellos hombres vinculados al poder económico y al
poder político, como diputados y senadores y otros cargos en los
distintos gobiernos.
Sin satanizar a los consumidores de sexo comercial, ni hacer pública la
larga lista de sus nombres, me interesa mencionar a uno en particular,
debido a su investidura y a circunstancias, que tienen que ver con la
intención de algunas senadoras de modificar la Ley General para
Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de
Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas.
Los testimonios de las chicas fueron grabados y distorsionadas sus voces
para protegerlas. Una de las víctimas va señalado el tipo de
consumidores que la frecuentaban. Ella cuenta que le llamaba la atención
uno en particular, por su asistencia recurrente y sus generosos pagos
hacia una compañera “predilecta” en particular.
“Un cliente que recuerdo muy bien su rostro y yo no sabía quien era,
pero después investigué porque me llamaba mucho la atención, porque una
compañera me decía: “Me lleva, me paga 10, 15 mil pesos” y yo no sabía
quien era, hasta que me dijo: “Es el presidente del PRD (Partido de la
Revolución Democrática)”. Entonces yo tuve esa inquietud de verlo, para
ver quien era el presidente del PRD y como iba una o dos veces por mes y
si me di cuenta que efectivamente era el presidente del PRD, Jesús
Ortega o Arteaga. Siempre estaba allí. Él ya tenía a su chica, la
esperaba, se tomaba uno o dos tragos y ya. La chica se vestía y salía, y
se iba con él”.
La víctima señala que había cuentas hasta de 300 mil pesos: “Iban
políticos y narcotraficantes. ¿Cómo nos dábamos cuenta? Se cerraba el
Salón VIP. Ellos pagaban por el salón… Y llegaban 10 hombres y elegían a
las chicas. Personas normales, pero se veían con ese poder,
prepotencia, todo; gente con dinero. Y pagan inmediatamente a las
chicas: “¿Haber cuánto me cobras?”… La relación sexual nosotras las
cobrábamos a 3 mil o a cómo se dejara el cliente y luego pedíamos
champán porque era la comisión más alta. Y ellos decían: “¡Champán para
todas!” y hasta mandaban traer rosas… Todo lo que ellos quisieran,
mandaban traer… En cuestiones de personas públicas con las que estuve,
no me aprendí todos sus nombres, pero si llegue a estar con diputados,
senadores, funcionarios, artistas, jugadores de fútbol. En una ocasión
cuando se cerró Cadillac y nos fuimos al Nick, que está en Eje 10 e
Insurgentes, llegó la Selección Mexicana… Había todo de clientes,
también allí la gente importante prefería los privados donde se hacia de
todo. ¿Por qué era obvio? Un artista o un funcionario no era
cualquiera, para ellos mejor en el lugar que salir con una chica”.
Luego cuenta que eran obligadas a dar servicio gratuito a los
funcionarios de la Delegación correspondiente al la ubicación del lugar
donde trabajaban; en el caso del Cadillac, la Miguel Hidalgo: “Nos
obligaban a hacerlo en diciembre. Era como darles su aguinaldo”, dice.
Los testimonios de las víctimas de trata rescatadas son reveladores,
porque incluyen muchas aristas de este flagelo que afecta a millones de
mujeres en el mundo. Son testimonios que ofrecen una radiografía de las
entrañas de las redes de trata que operan en México.
Entre todos las decenas de nombres de “hombres importantes”
identificados por las víctimas no solo del Cadillac, sino del Solid Gold
— testimonios que estoy analizando para un extenso reportaje de
investigación que preparo— me llamó la atención el nombre de Jesus
Ortega Martínez, ex dirigente nacional del PRD, diputado federal en tres
ocasiones, senador de la República y actual líder de la corriente Nueva
Izquierda.
No es la primera vez que “Chucho” como se le conoce, es involucrado como
“aliado” de los dueños de estos lugares de giro negro. Recordé el caso
denunciado en su momento por mi querida colega Lydia Cacho, quien ha
realizado un gran trabajo de investigación sobre las redes
internacionales de trata y lo ha denunciado en numerosos textos, y
especialmente en su extraordinario libro “Esclavas del poder”
(Grijalbo).
Recordé cuando arrestaron a Gregorio Sánchez, candidato a gobernador del
PRD de Quintana Roo. En aquella ocasión Lydia Cacho escribió: “Puede
significar la hecatombe para el PRD y para su líder Jesús Ortega, amigo
personal del detenido. Desde el 2007 Ortega y el CEN del PRD tuvieron en
sus manos la documentación sobre las relaciones del entonces alcalde de
Cancún y su familia con la delincuencia organizada de Guatemala y
Chiapas. En enero de 2010 la PGR advirtió a Ortega que Sánchez estaba
bajo investigación, sin embargo lo denominaron candidato. El PAN se negó
a ir en alianza en Quintana Roo porque Nava sabía de las pesquisas de
SIEDO”… Si alguien sabe en este país sobre trata de mujeres, es la
periodista Lydia Cacho, quien ha arriesgado su vida denunciando los
vínculos del poder político y el crimen organizado, que componen las
redes internacionales de tráfico humano.
Lo que me interesó en aquel entonces y ahora, es precisamente el vínculo
de amistad de Chucho Ortega, con un hombre como Greg Sánchez, ex alcalde
de Cancún, que durante su gestión incrementó los permisos de los
llamados “giros negros”, particularmente table dance y prostíbulos donde
se comprobó había víctimas de trata mexicanas e internacionales con
fines de explotación sexual.
De acuerdo a documentos del Cesid a los que he tenido acceso, la
“recomposición” de los Zetas en Quintana Roo y el sureste mexicano, fue
posible gracias a hombres como Greg Sánchez, su familia y sus amigos. En
este tema, los Zetas en concreto, es uno de los cuatro cárteles de la
droga que han incursionado en la trata de mujeres y niñas. Controlan una
gran cantidad de negocios de “giros negros” explotando sexualmente a
miles de víctimas.
En la exclusiva clientela que frecuentaba el Cadillac y el Solid Gold,
hay hombres de poder del gobierno federal, hombres cercanos a Enrique
Peña Nieto, importantes senadores, diputados y funcionarios. Por eso, es
importante mencionar que la cadena Solid Gold trae mujeres de
diferentes países a México; una red de trata vinculada con Raúl Martins
que ha extendido sus redes a San Ángel, Santa Fe y la Zona Rosa, entre
otros luegares. Y que tiene ilustres defensores de estos negocios como
el litigante y ex senador panista, Diego Fernández de Ceballos.
La fama de los Solid Gold es internacionalmente conocida: dos Solid Gold
fueron clausurados en Florida por violar las leyes migratorias y por
promover la prostitución. Hace 3 años el FBI en operación conjunta con
la policía antinarcóticos cerró el Solid Gold de Nueva York por tráfico
de heroína y drogas de diseño. En la redada encontraron jóvenes
obligadas no solo a prostituirse, sino también a consumir drogas duras
como la heroína para “mantener el ritmo de los clientes”.
En fin, el nombre de Jesús Ortega es importante, porque es precisamente
su esposa la Senadora Angelica de la Peña del PRD quien está impulsando
una reforma a la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los
Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y
Asistencia a las Víctimas.
En esta cuestionable iniciativa, la esposa de Jesús Ortega está
acompañada por la senadora panista Adriana Dávila, quien tiene
aspiraciones de gobernar Tlaxcala, precisamente, centro neurálgico de la
trata de mujeres y niñas; y por consiguiente, lugar donde operan un
buen número de tratantes.
Ambas, junto a Lucero Saldaña (PRI), Luisa María Calderón (PAN) y
Margarita Flores (PRI), entre otros senadores, pretenden modificar esta
ley, perjudicando seriamente a las víctimas de trata y beneficiando a
los padrotes.
La ley de trata que tenemos en México es un ejemplo a nivel
internacional, lo han dicho especialistas penalistas, funcionarios de
organismos internacionales como la ONU. Los resultados son palpables:
278 personas consignadas, 118 procesos penales, 217 autos de formal
prisión, 33 sentencias condenatorias y 42 sentenciados que purgan penas
que van de los 9 a los 39 años de prisión.
Esos tratantes presos podrían salir libres si la reforma impulsadas por
estas senadoras es aprobada. La iniciativa afecta a la forma de
reparación a la víctima de trata, porque la manda a la Ley General de
Víctimas, algo que es reprobable, ya que las víctimas de trata, tienen
características diferentes que deben ser manejadas de manera concreta.
La reforma quita las palabras combate, prevención, erradicación del
delito y lo peor le quitan la asistencia y protección a las víctimas.
Las senadoras defienden su ley diciendo que es porque eso ya esta
previsto en otras leyes, sin embargo, esas leyes no son operables o
condicionan la protección a la víctima.
Los especialistas que han analizado la reforma en estudio y aún no
aprobada, coinciden en señalar que a las Senadoras les preocupa más el
delincuente que la víctima. Repiten que hay que prever instancias porque
es un derecho humano del procesado. Quitan los agravantes del delito de
trata. Y finalmente parece que tratan de quitarle los derechos humanos a
la víctima y dárselos al tratante.
Cuando observas la ilustre lista de clientes de estos negocios, no queda
más que pensar que esos hombres de poder — algunas veces ayudados por
mujeres de poder— que además hacen y cambian las leyes, son los más
interesados en preservar la explotación sexual de miles de mujeres y
niñas en México, un tráfico humano que genera más de 10 mil millones de
dólares anuales.
(SINEMBARGO.MX)
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