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Revolución Nini: Ni memoria, ni festejo
Ricardo Monreal Avila
A
103 años de su surgimiento, el 20 de noviembre de 1910, la Revolución
Mexicana enfrenta la más crucial de sus batallas, en medio de dos
fuegos: el olvido colectivo por un lado, y el ninguneo de la clase
gobernante por el otro.
Cada vez son más los mexicanos que poco o nada saben sobre el
significado y el sentido de esta fecha. Muestra clara del naufragio de
la educación cívica en México. Un alto porcentaje de estudiantes
desconoce quiénes fueron los héroes revolucionarios y qué proponían.
Según un estudio de la revista Nexos y del diario El Universal de
noviembre del 2010, sólo una tercera parte de los estudiantes de
primaria y secundaria puede identificar a los cuatro principales líderes
de la Revolución Mexicana (Emiliano Zapata, Francisco Villa, Venustiano
Carranza y Francisco I. Madero). Dentro de ellos, los más conocidos
resultaron ser los dos primeros, mientras que los menos mencionados
fueron Carranza y Madero, en ese orden). Estos estudiantes mexicanos
identifican más a gente del espectáculo musical y del entretenimiento
artístico que a los próceres revolucionarios.
Por otra parte, en el imaginario colectivo, el 20 de noviembre empieza a
ser identificado más como una fecha “para ir de compras”, asociada al
evento mercantilista de “El Buen Fin”, que a una efeméride con algún
significado nacionalista o patriótico. De ahora en adelante, el “puente”
del segundo fin de semana de noviembre será destinado más a saquear las
tiendas departamentales repletas de ofertas engañosas o ficticias, que a
conmemorar la Revolución Mexicana mediante un desfile deportivo y
militar, a nivel local y nacional.
Por el lado de la clase gobernante, el desplazamiento del 20 de
noviembre como una fecha con sentido histórico para los mexicanos empezó
en el gobierno de Ernesto Zedillo. Agobiado por los efectos de la
megacrisis económica; asediado por protestas de grupos radicales que
lograban infiltrar desfiles oficiales como el primero de mayo e
impactado por el fatal accidente aéreo militar del 16 de septiembre de
1995, Zedillo decide reducir la duración del desfile deportivo del 20 de
noviembre y acotarlo a los eventos militares; de manera especial, al
otorgamiento de ascensos y retiros a jefes militares de alto rango.
Vicente Fox es el primero que cancela la conmemoración, reduciéndola a
un simple día de asueto; mientras que Felipe Calderón retoma la versión
zedillista de un desfile exclusivamente militar y la reubicación por
decreto del día descanso al lunes o viernes más próximo a la fecha del
20 de noviembre, con el fin de incentivar un puente o descanso
turístico. Hoy esa intención ha sido suplantada notoriamente por la
introducción de la práctica comercial de “El buen Fin”.
El actual gobierno se hizo bolas con la primera conmemoración del 20 de
noviembre que le toca organizar por ley. Primero anunció que no habría
desfile alguno, siguiendo la tradición de las presidencias panistas.
Después que sólo habría un evento para reconocer el trabajo y el
compromiso del Ejercito con la seguridad y la democracia. A última hora,
retoma la edición del último gobierno priísta en el poder, y anuncia
que siempre sí habrá un desfile, aunque corto y exclusivamente militar.
El anuncio tomó por sorpresa a las autoridades del aeropuerto de la
Ciudad de México y a las líneas aéreas, que al cuarto para los doce
debieron demorar, diferir o trasladar a otros aeropuertos el arribo de
vuelos, hasta con un margen de tres horas.
En el mismo sentido, el tránsito vehicular en la zona centro de la
Ciudad de México se vio alterado y desestabilizado antes, durante y
después de esta conmemoración improvisada o al vapor.
Uno supondría que el regreso del PRI al poder reviviría la conmemoración
de la gesta histórica de la Revolución Mexicana que, a diferencia de la
revolución de independencia, si algún producto político llevó su marca o
huella de identidad durante más de 70 años, llamándose incluso heredero
universal y plenipotenciario de sus banderas, fue precisamente el
Partido Revolucionario Institucional.
Pero el regreso del PRI al poder no significó precisamente la
reivindicación de la Revolución Mexicana como gesta fundacional de este
gobierno, y más bien siguió la inercia militarista del gobierno de
Zedillo y la vergonzante de los gobiernos de Fox y Calderón,
identificados más con la Independencia de 1810 que con la Revolución de
1910.
Este festejo improvisado del 20 de noviembre es una muestra más de cómo
el actual grupo gobernante está ideológica y programáticamente más cerca
del conservadurismo de derecha actualmente dominante que del reformismo
revolucionario original de hace un siglo.
Cabe una reflexión final sobre la vía insurreccional del cambio
político. A 103 años de la Revolución Mexicana, ¿está vigente la vía
armada para promover cambios políticos, sociales y económicos? En lo
personal, considero que ni en México ni en el mundo la vía armada tiene
algún futuro.
La última revolución armada exitosa en América Latina fue el Sandinismo
en Nicaragüa, hace 33 años. De allí en adelante ningún otro movimiento
armado ha tomado el poder, ni en América Latina ni en el mundo. Un dato
revelador: en los últimos 60 años, de acuerdo a Casa de la Paz y
Wikipedia, han surgido en los cinco continentes 138 movimientos
insurreccionales o grupos guerrilleros con el objetivo expreso de tomar
el poder en sus países o regiones. De ellos, sólo cinco consiguieron su
objetivo. El continente con mayores grupos insurreccionales es África
(40), seguido de América del Sur (31), después Europa (29), Asia (18),
América Central (12) y por último América del Norte (8), donde se
incluye a México.
¿Cuál ha sido el destino de ellos? 51 se han disuelto; 38 siguen en
activo; 34 se han convertido en partido político; 8 están en tregua o
inactivos; y sólo 7 han sido desarticulados por fuerzas del Estado.
México tiene un récord: es el país con mayor número de grupos
insurreccionales activos (EZLN, EPR, ERPI, FARP, TDR-EP).
A 103 años de la Revolución Mexicana, la vía armada como motor del
cambio no está cancelada, pero sí rebasada y fuera de tiempo. Esto no es
motivo para convertirla en un evento nini: sin memoria y con un festejo
al vapor. Hoy las revoluciones que están cambiando a los países se
hacen con la educación, la ciencia, la tecnología, la productividad y la
competitividad. Esas son las armas del cambio y del progreso, y son
también las banderas vigentes de la Revolución Mexicana.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
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