¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Peña: un hombre sin palabra
En un año la inseguridad se difuminaría: Adiós a la guerra, se
acabaron los tibios charcos de sangre. Coordinación entre todos los
niveles de gobierno, prevención, disminuir los homicidios y la trata de
personas, inteligencia de primera… Con aquel discurso el entonces
candidato presidencial Enrique Peña Nieto quiso vender la imposible
oferta de que él sí acabaría con el narcotráfico. Hoy su palabra caducó.
Ya basta de la ilegal injerencia de Estados Unidos en México, declaró un bravucón Peña Nieto al periódico The Washington Post
días después de la elección presidencial del primero de julio de 2012.
“Es como si le preguntara, ¿Debería nuestra policía operar en el otro
lado de la frontera? No. Eso no sería permitido por las leyes de Estados
Unidos, nuestra situación es la misma”, fustigó ante periodistas del
rotativo. La realidad echó abajó la balandronada del priista; en octubre
pasado, después de que las filtraciones del exagente de la CIA Edward
Snowden revelaran que el propio Peña era espiado por el gobierno del
país vecino, con absoluta sumisión la administración que encabeza el
mexiquense pidió “poner punto final a los asuntos relacionados con las
filtraciones”, de acuerdo con documentos del Archivo de Seguridad
Nacional de Estados Unidos difundidos por MVS Noticias.
El pasado
20 de marzo el también exgobernador del Estado de México dijo que en el
primer año de su gobierno la violencia se reduciría visiblemente: “Creo
yo que en un año podríamos hacer un balance, realmente. Ya en el corte
podremos estar viendo resultados favorables, una reducción sensible,
pero también espacio para hacer los ajustes necesarios a la estrategia
que se está instrumentando”.
El plazo ofrecido por Peña está a
nada de vencer. ¿Realmente la violencia ha disminuido? El especialista
en materia de seguridad e investigador de la Universidad de Columbia
Edgardo Buscaglia lo responde en su más reciente libro, Vacíos de poder en México:
“(…) Aún no se concretan los indicios de reducción de violencia en el
nuevo sexenio, a pesar de los esfuerzos del gobierno federal por
presentarle a la opinión pública un país más pacífico que el del sexenio
calderonista”.
Desde el gobierno federal se ha querido imponer la
versión de que la inseguridad está en declive. El secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció el pasado diez de abril
que durante el primer cuatrimestre de la actual administración se
cometieron 4 mil 249 homicidios violentos, 17 por ciento menos que el
año pasado. Para Buscaglia, “esa reducción en los homicidios no es más
que estadística chatarra, pues si bien uno, en cualquier sociedad,
siempre debe darle la bienvenida a una menor incidencia de homicidios,
la manera en que el gobierno federal de Calderón y Peña Nieto presentan
los cambios relativos a estas tasas hace pensar que el gobierno federal
las utiliza como indicadores de éxito o de fracaso en la contención de
empresas criminales, lo que demostraría una ignorancia negligente en
temas de seguridad”.
Lejos de disminuir, el tráfico de drogas a
Estados Unidos se intensificó con la llegada de los autonombrados
“nuevos priistas”. En su número 1909, la revista Proceso publicó
que el Cártel de Sinaloa incrementó el flujo de mariguana entre Sonora y
Arizona. En enero de este año los decomisos de la planta se elevaron a
4.2 toneladas, en febrero 6.5, en marzo 5.8, en abril 5.3 y 1.03 en los
primeros doce días de mayo, de acuerdo con una investigación del
periodista Jesús Esquivel.
En coincidencia, el líder de ese
cártel, Joaquín, “El Chapo”, Guzmán, permanece como un hombre imposible
de ser detenido, extraordinariamente escurridizo para la “inteligencia”
del gabinete de Peña. Sylvia Longmire, oficial en retiro, exagente de
investigaciones especiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y
fundadora de la consultoría Longmire, anticipó que “El Chapo” sería el
aliado de Peña para estabilizar el negocio de las drogas (Proceso 1884).
Lo
único constante con el actual gobierno es la incógnita de cuál es
exactamente la estrategia para hacer de este un país seguro. “No podemos
resolver un problema de seguridad nacional que no se tiene bien
diagnosticado (y menos) si no se sabe qué se va a combatir, cómo y
cuáles serán los resultados”, advirtió en el programa “México Opina” de
la cadena CNN Alejandro Gertz Manero, rector de la Universidad de las
Américas y secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de
Vicente Fox.
A pesar de la difusa estrategia –si es que existe- la
administración federal se ha volcado en modificar el discurso, es
decir, tratar la inseguridad como un asunto de apariencias. No importa
que no sepamos con precisión qué es lo diferente, cómo exactamente están
mermándose las finanzas del crimen organizado y cuáles son los atos
verídicos que indiquen que realmente la guerra terminó. Para Peña y los
suyos no es relevante que haya paz en el país, basta con que en los
noticieros no se hable del tema. Su lógica: La guerra se gana
olvidándola.
“La guerra sólo produce antagonismos y una lógica de muerte”, declaró a Proceso (número 1908) el general colombiano Óscar Naranjo Trujillo, asesor de seguridad del presidente de México.
Con
aparente obediencia inmediata, los principales medios masivos de
comunicación regularmente ocultan y silencian la diaria carnicería de
mexicanos. A principios de este año, Televisa comenzó a difundir en sus
principales noticieros historias de las víctimas del crimen organizado
en Durango, Ciudad Juárez, Jalisco y el Estado de México. Como si fuese
un tema inédito en la historia reciente del país, la empresa presidida
por Emilio Azcárraga saturó sus programas informativos con reportajes de
Carlos Loret de Mola. Hoy el espacio que preside Joaquín López Dóriga
se caracteriza por soslayar el tema. Optaron por iniciar el programa con
imágenes de animales salvajes en una trasnochada copia malograda del
Animal Planet.
Enrique Peña Nieto, el candidato que empeñó el
eslogan “te lo firmo, te lo cumplo” no honra su palabra. A un año de su
gobierno sólo ha cumplido cuatro de sus 266 promesas de campaña, las
mismas que firmó ante notario (Periódico 24 Horas, 18 de noviembre).
Las
personas desaparecidas continúan sin ser encontradas por el Estado,
olvidadas como si fuesen estadística. Los grandes capos del
narcogobierno están instalados en sus reinos, impunes, con becas en el
extranjero e incluso en pleno ejercicio del poder. Los periodistas,
mascarados como patos en feria. Los atentados son parte de la rutina
diaria, familias enteras acribilladas, estados controlados por el crimen
organizado, secuestros, extorsiones, decapitaciones, descuartizados,
destazados, levantados, bombazos, granadas, narcofosas… Nada ha
cambiado, excepto, claro, que para el gobierno en turno la guerra
terminó.
www.juanpabloproal.com
Twitter: @juanpabloproal
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