sábado, 30 de noviembre de 2013

Son tiempos para la verdadera izquierda

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Amago de nuevo golpe de Estado
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

Con pacto o sin él seguirán adelante las contrarreformas reaccionarias que la oligarquía quiere imponer a la nación. Esto debe quedar muy claro para que no siga habiendo simulaciones. La salida del PRD de tal esperpento político no es más que un acuerdo cupular orientado a que “Los Chuchos” no pierdan el control del partido, ante la amenaza de que Cuauhtémoc Cárdenas regrese a la dirigencia nacional. No se debe perder de vista que el grupo en el poder necesita de una “izquierda” domesticada que permita llevar a cabo la mascarada “democrática” de manera menos desgastante.

Sin embargo, las cosas parece que ya no serán tan fáciles para los “estrategas” del PRI. Las bases perredistas empiezan a tomar conciencia de que el peligro para la nación es muy grave, y que no actuar ahora cancelará cualquier posibilidad de hacerlo después por cauces institucionales. No es ya un asunto de liderazgos, sino de realidades. El propio Cuauhtémoc Cárdenas está rebasado, pues aun cuando llegara de nuevo a la presidencia del PRD, no podría frenar las protestas de una militancia enojada ante tanta traición de sus dirigentes.

Entonces no tendrá sentido quitar a “Los Chuchos” para abrir una nueva oportunidad a Cárdenas, con el fin primordial de cerrarle el paso al Movimiento Regeneración Nacional (Morena), pues las condiciones objetivas estarán puestas sobre la mesa para que la izquierda verdadera siga adelante en su defensa de algo tan concreto como la Patria. Porque finalmente se llegó a una situación límite que no tiene regreso. El grupo en el poder está decidido a todo para cumplirle a la oligarquía y a las grandes trasnacionales, lo que obliga a la ciudadanía a tomar conciencia de que es ahora o nunca la posibilidad de impedir la total entrega del país a intereses extranjeros.

Lo dijo muy claramente Emilio Gamboa: “La reforma energética va a salir, pues bastan los votos del PRI y del PAN”. No necesitan a “Los Chuchos, quienes al fin se dieron cuenta de que no les queda otra alternativa, para seguir en la palestra política, que actuar como oposición, aunque sea momentáneamente. No dice nada nuevo Gamboa, lo novedoso es la firmeza con la que asegura que no hay manera de parar la entrega de Pemex a las grandes trasnacionales petroleras. De ahí la trascendencia histórica de la traición de “Los Chuchos” al prestarse a la manipulación del grupo en el poder y facilitar la fundación del Pacto por México.

Ahora pagarán las consecuencias de un amasiato absurdo, aunque provechoso para ellos, cuando con un poco de sensatez y honestidad pudieron haberlas previsto. La cuestión central en este momento es qué hacer ante lo inevitable. No queda más que cerrar filas en torno al supremo propósito de salvar a la Patria, deponiendo diferencias tribales y de intereses de grupo para lograr resultados tangibles. Es preciso entender que no hay tiempo para seguirle haciendo el juego al grupo en el poder: o se le combate con la fuerza de un pueblo organizado, o se pierde toda posibilidad de rescatar a la nación de las garras de una oligarquía voraz y dispuesta a todo con tal de conseguir sus objetivos.

Es el momento exacto para que, de una vez por todas, la izquierda se deje de infantilismos y actúe con madurez. Esto es primordial para los dirigentes más visibles y con más posibilidad de influir en el rumbo de una izquierda verdadera, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas. En momentos como éste, conviene aprender las lecciones de la Historia. Recuérdese cómo Benito Juárez no se anduvo con remilgos para hacer alianzas con sus contrincantes más brillantes, pero dispuestos a enfrentar a los verdaderos enemigos, los vende patrias que soñaban con formar parte de la “nobleza” gala.

La similitud es exacta, pues los vende patrias de hoy son tan entreguistas como los de antaño. Sólo se les pudo vencer después de muchos sacrificios del pueblo, pero una vez que los defensores de la Patria, con Juárez a la cabeza, tomaron plena conciencia de que debían actuar unidos en torno al supremo ideal de evitar que una nación extranjera se apoderara de México. Hoy está sucediendo lo mismo. No hay ninguna diferencia, por ejemplo, entre Juan Nepomuceno Almonte y Emilio Gamboa o Gustavo Madero. El amago de “golpe de Estado” es una realidad.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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