¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Amago de nuevo golpe de Estado
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Con
pacto o sin él seguirán adelante las contrarreformas reaccionarias que
la oligarquía quiere imponer a la nación. Esto debe quedar muy claro
para que no siga habiendo simulaciones. La salida del PRD de tal
esperpento político no es más que un acuerdo cupular orientado a que
“Los Chuchos” no pierdan el control del partido, ante la amenaza de que
Cuauhtémoc Cárdenas regrese a la dirigencia nacional. No se debe perder
de vista que el grupo en el poder necesita de una “izquierda”
domesticada que permita llevar a cabo la mascarada “democrática” de
manera menos desgastante.
Sin embargo, las cosas parece que ya no serán tan fáciles para los
“estrategas” del PRI. Las bases perredistas empiezan a tomar conciencia
de que el peligro para la nación es muy grave, y que no actuar ahora
cancelará cualquier posibilidad de hacerlo después por cauces
institucionales. No es ya un asunto de liderazgos, sino de realidades.
El propio Cuauhtémoc Cárdenas está rebasado, pues aun cuando llegara de
nuevo a la presidencia del PRD, no podría frenar las protestas de una
militancia enojada ante tanta traición de sus dirigentes.
Entonces no tendrá sentido quitar a “Los Chuchos” para abrir una nueva
oportunidad a Cárdenas, con el fin primordial de cerrarle el paso al
Movimiento Regeneración Nacional (Morena), pues las condiciones
objetivas estarán puestas sobre la mesa para que la izquierda verdadera
siga adelante en su defensa de algo tan concreto como la Patria. Porque
finalmente se llegó a una situación límite que no tiene regreso. El
grupo en el poder está decidido a todo para cumplirle a la oligarquía y a
las grandes trasnacionales, lo que obliga a la ciudadanía a tomar
conciencia de que es ahora o nunca la posibilidad de impedir la total
entrega del país a intereses extranjeros.
Lo dijo muy claramente Emilio Gamboa: “La reforma energética va a salir,
pues bastan los votos del PRI y del PAN”. No necesitan a “Los Chuchos”,
quienes al fin se dieron cuenta de que no les queda otra alternativa,
para seguir en la palestra política, que actuar como oposición, aunque
sea momentáneamente. No dice nada nuevo Gamboa, lo novedoso es la
firmeza con la que asegura que no hay manera de parar la entrega de
Pemex a las grandes trasnacionales petroleras. De ahí la trascendencia
histórica de la traición de “Los Chuchos” al prestarse a la manipulación
del grupo en el poder y facilitar la fundación del Pacto por México.
Ahora pagarán las consecuencias de un amasiato absurdo, aunque
provechoso para ellos, cuando con un poco de sensatez y honestidad
pudieron haberlas previsto. La cuestión central en este momento es qué
hacer ante lo inevitable. No queda más que cerrar filas en torno al
supremo propósito de salvar a la Patria, deponiendo diferencias tribales
y de intereses de grupo para lograr resultados tangibles. Es preciso
entender que no hay tiempo para seguirle haciendo el juego al grupo en
el poder: o se le combate con la fuerza de un pueblo organizado, o se
pierde toda posibilidad de rescatar a la nación de las garras de una
oligarquía voraz y dispuesta a todo con tal de conseguir sus objetivos.
Es el momento exacto para que, de una vez por todas, la izquierda se
deje de infantilismos y actúe con madurez. Esto es primordial para los
dirigentes más visibles y con más posibilidad de influir en el rumbo de
una izquierda verdadera, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc
Cárdenas. En momentos como éste, conviene aprender las lecciones de la
Historia. Recuérdese cómo Benito Juárez no se anduvo con remilgos para
hacer alianzas con sus contrincantes más brillantes, pero dispuestos a
enfrentar a los verdaderos enemigos, los vende patrias que soñaban con
formar parte de la “nobleza” gala.
La similitud es exacta, pues los vende patrias de hoy son tan
entreguistas como los de antaño. Sólo se les pudo vencer después de
muchos sacrificios del pueblo, pero una vez que los defensores de la
Patria, con Juárez a la cabeza, tomaron plena conciencia de que debían
actuar unidos en torno al supremo ideal de evitar que una nación
extranjera se apoderara de México. Hoy está sucediendo lo mismo. No hay
ninguna diferencia, por ejemplo, entre Juan Nepomuceno Almonte y Emilio
Gamboa o Gustavo Madero. El amago de “golpe de Estado” es una realidad.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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