La Jornada
Pacto por México: inconsecuencias
El presidente nacional
del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, anunció
ayer que ese instituto se retira del Pacto por México porque no está
conforme con la reforma política que buscan el gobierno peñista y el
Partido Acción Nacional (PAN) ni con el
albazocon el que se pretende aprobar la privatización de la industria petrolera. A decir de Zambrano, la negociación para el segundo de esos propósitos se lleva a cabo fuera del Senado. La decisión perredista fue de imediato replicada por el presidente Enrique Peña Nieto, quien desde Ojinaga, Chihuahua, dijo que si bien las voces minoritarias
merecen ser escuchadas, en el seno del Pacto por México
no necesariamente debiéramos encontrar siempre unanimidad, pero sí el consenso suficiente, el respaldo mayoritario a aquello que debemos cambiar y en lo que coincidimos.
La respuesta de Peña Nieto no fue más afortunada que la resolución perredista: si de formar mayorías se trata, éstas deberían conformarse de cara a la sociedad, en las instancias legislativas correspondientes, y como resultado de una negociación transparente, y no como producto de intercambios de trastienda, que es como se han conseguido, hasta ahora, los votos necesarios para la aprobación de las reformas peñistas.
En suma, los movimientos políticos de ayer confirman que el Pacto por México ha sido, en realidad, un pacto por el beneficio de los partidos que lo firmaron y por la legitimidad del actual gobierno. Esa manera de suplantar el genuino trabajo legislativo en interés de los electores por actos y aparatos de simulación explica, en buena medida, la sima de desprestigio en que se encuentran las instituciones y la clase política y la creciente ingobernabilidad en el país.
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