¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Corruptos, corruptitos y corruptotes
Por Alejandro Páez Varela
Puedo
citar tres casos de las últimas semanas de personas que por alguna
razón cruzan el (o al) Estado de México y los detiene una unidad de
policía para extorsionarlos; es ya un clásico para los que traen placas
de otras entidades. Cientos de casos se denuncian por distintos medios
cada semana en redes sociales, en las páginas de algunos medios, por
correos electrónicos. ¿Usted ha escuchado a Eruviel Avila hacer una sola
mención al problema de corrupción en el Edomex? Ninguna.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) acaba de revelar su
estudio sobre las prisiones en México, el Diagnóstico Nacional de
Supervisión Penitenciaria 2012. Les resumo el resultado: las autoridades
estatales, locales y federales reciben cantidades insospechadas de
dinero para que los prisioneros puedan a) Tener autogobiernos; b) Tener
privilegios y; c) Cometer crímenes orquestados y ejecutados desde las
celdas. El informe se presentó la semana pasada. ¿Escuchó usted una
reacción oficial del gobierno de la República, principal aludido?
Ninguna. Tampoco abrieron la boca los gobiernos locales o estatales. Se
hicieron básicamente guajes.
El periódico Reforma acaba de exhibir –oootra vez– a una parte de la
cúpula panista. Insólito: diputados que extorsionan a los alcaldes de su
propio partido (y a los que se dejen) por autorizarles partidas
presupuestales más amplias. No recuerdo haber leído o escuchado esta
forma de extorsión en ninguna parte del mundo pero, ¿usted sabe si se
abrió una investigación? Ninguna. Como sucedió con los desvíos de
recursos del Senado de la República en la bancada del PAN (¿recuerda?,
el reparto hecho por Ernesto Cordero), todo quedará para el anecdotario.
Casos escandalosos de corrupción en este país pasan al limbo, semana a
semana, con una facilidad impresionante. Ni siquiera para taparle un ojo
al macho se atienden los casos emblemáticos: No sabemos qué es de las
propiedades y cuentas bancarias de Elba Esther Gordillo; o si se
investiga a los beneficiarios de la corrupción, a sus cercanos o a sus
familiares. Ninguna investigación se lleva a cabo sobre el saqueo de
Pemex por parte de Carlos Romero Deschamps después de que durante 2013,
mes con mes, se dieron a conocer los excesos de sus hijos: viajes por
todo el mundo con todo y perros, autos de superlujo, departamentos de
estrellas de cine en Miami, por citar algo. Walmart compra a
funcionarios mexicanos para ningunear la Ley, y en Estados Unidos los
reporteros se llevan el premio Pulitzer por la investigación sobre la
corrupción de autoridades en México (una sobresaliente periodista del
país, Alejandra Xanic, entre ellos) y no hay ni acusados ni detenidos.
Humberto Moreira, patético como siempre ha sido, muestra desde España
fotos de él en Facebook después de hacer workout, mientras miles de
coahuilenses pagan con su trabajo los miles de millones que se
“extraviaron” en su administración.
Y esos son los casos emblemáticos. Existen acusaciones a diestra y
siniestra contra gobernadores, alcaldes, diputados, senadores, líderes
de partidos políticos, candidatos, ex candidatos, jefes policiacos,
delegados del DF, jueces, magistrados, funcionarios federales, estatales
y locales. La pregunta es: ¿Quién les da seguimiento? La otra pregunta
obligada es: ¿Importa? Tanta cochinada en México, ¿importa a los
ciudadanos?
La corrupción sucede en nuestras narices porque en nuestras narices suceden otras cosas peores, desgraciadamente.
El secuestro va en aumento, la violencia va en aumento, los asesinatos
van en aumento según todas las estadísticas privadas, y verifiquen
ustedes los discursos de Enrique Peña Nieto, de Miguel Ángel Osorio
Chong y de Jesús Murillo Karam: ni una cifra. En meses, ni una cifra.
Nada. Ningún dato para desmentirlo.
Los feminicidios van en aumento, la violencia de género va en aumento,
va en aumento el ataque y asesinato de defensores de los derechos
humanos y de periodistas. La impunidad, madre de todos estos males,
también crece junto con la cifra negra, es decir, la de los ciudadanos
de este país que deciden no denunciar porque no tienen confianza en las
instituciones. Y verifiquen los discursos oficiales del gabinete o del
Presidente; no les quiero ahorrar el trabajo, pero les adelanto que no
encontrarán nada.
Y si sobre el aumento de crímenes y de la desconfianza en el gobierno se
le agrega que la pobreza, el gran flagelo, ha crecido de manera
sostenida durante años –a pesar de que con cambios de metodología se
quiera vender otra cosa–, ¿quién va a pensar en la corrupción? Suena
fresa, la corrupción, ¿no creen?, frente a la cantidad de cosas que
pasan en nuestras narices. ¿Cierto?
***
En los meses y años porvenir –yo creo que PRD y PAN le aprobarán la
Reforma Energética a Peña Nieto–, un nuevo reto se nos viene. Y este sí
es en serio. Hará palidecer a Elba Esther Gordillo, a Carlos Romero
Deschamps, a los Humbertos Moreiras y las extorsiones de los panistas.
Es la llegada de los más grandes corruptores del planeta: las empresas
petroleras.
Ni Canadá, ni Estados Unidos, ni Inglaterra, ni Francia, ni Alemania, ni
Japón, ni los países árabes ni aquellos que tienen los mejores
indicadores de combate a la corrupción han podido frenar a las
petroleras. Señoras, señores, ¿ustedes se imaginan lo que va a suceder
en México cuando puedan operar con toda libertad? ¿Saben qué significa
un juez local, un alcalde, un Congreso para esas empresas que son dueñas
del mundo? Nada. Nada, oíganlo bien, se les interpondrá. Difícilmente
los gobernadores, el Presidente o los legisladores de Estados Unidos
pueden contra ellas, ¿imaginan qué será de nosotros acá?
En este país no pagan los policías corruptos del Estado de México
(anónimos en el ranking de la corrupción), y tampoco pagan los corruptos
emblemáticos; todo lo contrario, se pasean en nuestras narices tan
ocupadas en tantas cosas tan canijas que suceden en esta Nación: tumbas
clandestinas, desaparecidos, miles de muertos, feminicidios, crímenes,
agresiones, impunidad. ¿Se imagina qué será de este país y de sus
recursos cuando empiecen a trabajar sobre nuestro territorio esas
empresas que pudieron acabar casi por completo con la vida natural de
una parte del Golfo de México y no las obligaron a cerrar?
Los mexicanos somos apáticos, agachones y conformistas. Esa es una
realidad dolorosa. Discúlpenme que insista, pero si ni siquiera le
exigimos al Presiente Enrique Peña Nieto que nos explique de dónde viene
su fortuna (lo he dicho ya tres semanas consecutivas), ¿se imaginan qué
podremos hacer frente a las petroleras que operarán aquí, que no tienen
rostro y que son más poderosas, en muchas naciones, que el Estado
mismo?
Si difícilmente le pedimos cuentas a los diputados, a los alcaldes, a
los jueces, a los líderes sindicales, a los partidos, a los magistrados,
a los delegados (la lista es infinita), ¿se imagina qué significará, en
este campo fértil para la corrupción y la impunidad, cuando llegue y se
instale la industria corruptora por excelencia: las petroleras?
NOTA: El próximo fin de semana estaré en la Feria del Libro de
Guadalajara. La presentación de “Música para Perros” será el sábado 30
de noviembre a las 17:00 horas en el Salón Elías Nandino. Ojalá puedan
asistir, ojalá puedan compartir. Con gusto firmaré libros. Me presenta
Sergio Ramírez, entrañable caballero, extraordinario escritor
nicaragüense. Los espero por allá, y si no, pues aquí nos leemos el
próximo lunes. Saludos
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