Compromiso y Dignidad
Proceso
"Sociedad acosada"
Jhon M. Ackerman
El retorno de los dinosaurios al trono ha venido acompañado de un ataque
sistemático a los movimientos sociales. J. Edgar Hoover, el repudiado
director del FBI durante casi cinco décadas (1924-1972), decía que su
objetivo era “exponer, trastornar, redirigir, desacreditar y neutralizar
de cualquier forma” a los grupos disidentes. Hoy el PRI y sus aliados
en los gobiernos estatales y los medios de comunicación aparentemente
están decididos a seguir el nefasto y criminal ejemplo de Hoover al pie
de la letra.
La estrategia de "shock & awe" (conmoción y pavor) implementada por Enrique Peña Nieto durante los primeros meses de su gestión (véase mi análisis: http://ow.ly/l3RBb)
no funcionó para eliminar la resistencia popular. Si bien desarticuló
algunos movimientos juveniles e intimidó a otros sectores, el río ya
empieza a regresar a su cauce.
Una gran parte de la sociedad se niega a aceptar el cuento falso de que
en México hay democracia y de que la mejor vía para ser escuchado es
votar en la próxima elección en favor del candidato menos peor.
Simultáneamente, el aumento en los precios de la gasolina y de los
alimentos, junto con los regalos desde el poder a empresas monopólicas
como Televisa, atizan el descontento social e incrementan el repudio al
gobierno en turno.
Llama la atención que sean los maestros y los estudiantes quienes hoy
encabezan las protestas. Son las personas más cultas, con conocimiento
de la historia de México y el mundo, quienes ponen el ejemplo en
rechazar las mentiras de los medios de comunicación dominantes y tomar
el destino del país en sus manos.
Después de la Revolución Mexicana, los maestros rurales exponían su vida
para llevar la educación científica y racional a las comunidades más
alejadas y bajo el control de la Iglesia. Al grito de “¡Viva Cristo
Rey!”, los Cristeros linchaban a los maestros que buscaban enseñar a sus
hijos la evolución de las especies y los orígenes del ser humano. Hoy
los profesores vuelven a tomar la batuta en el combate a la ignorancia
fomentada desde las cúpulas del poder. Y hoy los nuevos pastores
apostados en Avenida Chapultepec también linchan a los maestros, desde
la pantalla televisiva, al relacionarlos con “narcotraficantes”,
“guerrilleros” y “vándalos”.
En los años sesenta y setenta las movilizaciones estudiantiles obligaron
al régimen a abrirse e iniciar un largo y sinuoso proceso de
liberalización. Pero cientos de estudiantes primero tuvieron que pagar
con sangre en la masacre de Tlatelolco de 1968 y los actos represivos
posteriores, como el Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971. Hoy de
nuevo los estudiantes en todo el país sacrifican sus importantes
actividades cotidianas para luchar por el interés general y exhibir las
injusticias del sistema. Y también son recibidos con balas, denuncias
penales y oídos sordos de parte de los gobernantes.
Un indignante botón de muestra de la vigencia de la intolerancia
autoritaria fue la detención y tortura de tres jóvenes activistas
falsamente acusados de planear protestas violentas durante la visita de
Peña Nieto a Puebla para las celebraciones del 5 de mayo. Jesús Robles
Maloof ha relatado con detalle las inaceptables violaciones a los
derechos humanos en contra de Iván Guizasola, Néstor López y Eduardo
Salazar (análisis completo en: http://ow.ly/l3Z86).
Como bien lo ha señalado el mismo Maloof: “Si quieres saber si un país
es democrático, sólo observa cómo tratan a los opositores. En México los
torturan”.
En Morelos, el gobernador Graco Ramírez sistemáticamente criminaliza a
los disidentes en sus declaraciones públicas. En Guerrero, Ángel Aguirre
ha logrado órdenes de aprehensión en contra de más de 20 maestros de la
CETEG. De la misma manera en que se acosaba a los estudiantes de 1968
con acusaciones penales exageradas, hoy se acusa de “sedición” y “motín”
a los dirigentes magisteriales.
La infiltración de provocadores también es una práctica comúnmente
implementada por los gobiernos autoritarios. La reciente recomendación
de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal sobre los
acontecimientos del pasado 1 de diciembre de 2012 evidencia la muy
probable utilización de estas tácticas para justificar la represión en
contra de auténticos y pacíficos movimientos juveniles. Ello no debería
sorprender a nadie ya que, como el maestro Miguel Ángel Granados Chapa
denunciaba de manera sistemática, estas tácticas son muy comunes en
entidades priistas como Hidalgo, su estado natal, y el Estado de México,
cuyos ex-gobernadores hoy comandan el gobierno federal.
Otra estrategia que se utiliza para debilitar a los movimientos es la de
los “diálogos” estériles, cuyo verdadero propósito es cansar a los
opositores. Tanto los alumnos de la UNAM como los dirigentes
magisteriales deberían tener mucho cuidado en sus actuales
interlocuciones con las autoridades para asegurar que generen resultados
concretos y productivos.
Finalmente, es muy difícil creer que los sofisticados nuevos aparatos
para intervenir conversaciones y comunicaciones que el gobierno mexicano
ha recibido de Estados Unidos, incluyendo los aviones espía (o
“drones”), están siendo utilizados exclusivamente para combatir el
narcotráfico. El reciente escándalo que involucra la vigilancia ilegal
de Associated Press por el gobierno de Barack Obama es solamente la
punta del iceberg en la materia, tanto en Washington como en México.
Asimismo, es importante darnos cuenta de que uno de los propósitos para
acusar a activistas de delitos graves como “sedición”, o incluso de
“delincuencia organizada”, puede ser precisamente permitir una
intervención indiscriminada en sus comunicaciones personales.
El gobierno le apuesta al miedo, la paranoia, la violencia y el
sectarismo. La mejor respuesta desde la sociedad sería invertir nuestro
tiempo en la construcción de nuevas redes públicas de confianza, debate,
crítica y propuesta. El poder del dinero y el de la fuerza son grandes,
pero el de la verdad, la educación y las redes sociales es mayor.
Twitter: @JohnMAckerman
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