¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Sin crecimiento,
¿para qué las reformas?
Rogelio Ramírez de la O
Por lo menos desde la administración de Miguel de la Madrid los
gobiernos aprendieron que el crecimiento económico era clave para su
éxito político y que no era suficiente que ganara las elecciones de
mediados del sexenio, sino también, y limpiamente, las del final del
periodo. De ahí que el crecimiento económico sea clave, no sólo para el
gobierno, sino también para la gente.
El crecimiento y cómo sostenerlo debe plantearse con independencia de
las reformas. Primero, porque es posible lograrlo así, aunque no sea tan
alto como con reformas. Segundo, y sin entrar en la discusión de cuáles
reformas, porque sin crecimiento éstas pueden no concretarse o bien
salir desacreditadas. Pues ¿de qué sirven las reformas si no se
materializan en bienestar económico tangible?
La agenda de crecimiento de corto y mediano plazo es entonces
insustituible y nunca ha resistido el análisis el alegato de que fue por
falta de reformas que México casi no creciera en los 12 años del PAN en
el gobierno. Aunque hayan servido muy bien como excusa.
Ahora, si puede haber un círculo virtuoso entre las reformas, vía
expectativas de los inversionistas y el crecimiento, bienvenido. Pero no
debe supeditarse cualquier acción buena para el crecimiento a que el
Congreso tenga a bien aprobar las reformas y que además lo haga sin
causar daño al diseño original de las mismas.
Con el ciclo económico estadounidense pasando por una desaceleración en
el segundo semestre de 2012, los motores que produjeron crecimiento de
4% en 2012 se fueron apagando poco a poco, pero especialmente las
exportaciones y las remesas.
Sin embargo, por primera vez en muchos años, la demanda interna se
sostuvo razonablemente, tanto por el consumo como por la inversión. Los
inversionistas extranjeros que siempre han visto en México una
oportunidad, concluyeron correctamente que el cambio de gobierno daba
una oportunidad para que el gobierno recuperara una agenda de
crecimiento. Y se animaron más con el arresto de Elba Esther Gordillo,
porque éste demostraba capacidad sin titubeos.
Sin embargo, después de cinco meses del nuevo año, los motores de
crecimiento interno también se apagaron. Estados Unidos ha seguido
creciendo y dándonos el modesto crecimiento que puede darnos hoy y por
los próximos años. Pero la demanda interna se fue agotando.
Primero, se cayó la vivienda, un sector que ya estaba mostrando todo
síntoma de enfermedad. Al mismo tiempo, las finanzas estatales, casi
todas en pésimas condiciones, causaron freno de pagos a proveedores.
Luego, la recuperación de la cobranza se volvió un dolor de cabeza en
muchos sectores. El aumento del consumo se desaceleró y las ventas de
las empresas cayeron.
La ambiciosa agenda del pacto no cubre la deficiencia de la falta de
crecimiento y menos cuando las expectativas han estado tan altas como
mostraron las encuestas. Este pacto puede ser compatible, pero no
sustituto de otras acciones que se deben tomar para animar el
crecimiento y que no pueden esperar al lento y tedioso proceso
legislativo de aprobación.
La desaceleración es tan fuerte que ya afectó a la baja el crecimiento
potencial de 2014 y no sólo el de este año. El riesgo es que el énfasis
de la política económica se ponga ahora a reaccionar a problemas de
corto plazo y que de ahí resulte una tasa de crecimiento de 2% a 3% para
un tercio del sexenio. Las condiciones globales pueden facilitar el
crecimiento en 2015, pero también será un año de dificultades, por el
aumento muy probable de tasas de interés, al concluir la flexibilización
monetaria de Estados Unidos.
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