¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El efecto Calderón
Jorge Carrillo Olea
Dos muertes incomprensibles e inaceptables
Sólo la muerte por edad es entendible. No la de un adulto productivo, no
la de jóvenes promesas, no la de un niño en floración. Cualquiera de
las segundas se da en el campo de lo inexplicable, consecuentemente en
el de lo inaceptable. Menos aceptable es cuando las causas no son
naturales, esto es, que sí serían evitables.
Así fueron las muertes por homicidio de los jóvenes Alfredo David y
Diego Alejandro Páramo. Todavía en el campo de la investigación
pareciera que el móvil fue una deuda con narcomenudistas por un monto de
10 mil pesos. Una deuda por la adquisición de estupefacientes.
Resulta imposible reproducir el dolor de los padres —dos periodistas— a
quienes sorpresivamente se les priva de manera tan cruel de dos bellas
esperanzas de su vida y todo ello sin la menor racionalización sobre lo
que lo hizo posible. La redundante pregunta: ¿por qué?, como en toda
tragedia, queda sin respuesta satisfactoria. Nada lo explicaría. La
existencia de una mano asesina resulta sólo circunstancial.
La verdadera razón es que por esa misma causa mueren cientos de
mexicanos. La verdad es que los gobiernos y una sociedad
insuficientemente reclamante hemos sido incapaces de hacer desaparecer
ese ambiente de muerte que es la existencia de un mercado letal de
drogas. Letal no por sus supuestos efectos sobre consumidores, sino
letal para todo el que se ve insertado en el perverso sistema de
intereses que se ha generado a su alrededor, desde su producción hasta
su última venta.
La criminalización de toda la actividad vinculada a las drogas genera
ese campo de muerte en el que dolorosamente cayeron los hermanos Páramo.
Si México hubiera encontrado un camino de despenalización como el de
Portugal, el tolerante de Canadá, el ejemplar del Brasil o el de dejar
hacer con disimulo como el español, nos hubiéramos ahorrado las
aflicciones por muchas muertes. Pero no, los intereses y las
imposiciones de Estados Unidos están primero.
¿Alguien recuerda después de los primeros días de cualquier gobierno que
éste sostenga algún programa de prevención a las adicciones o del
delito en general? ¡No! Es terreno de discursos estériles. Tampoco ha
habido gobierno, por más que lo ofreciera, que auspiciara una discusión
sobre las distintas modalidades de suavizar el problema con una
legalización reguladora, empezando por la marihuana que universalmente
está en vías de legalización.
Esta posición plantearía el fin de la interdicción radical de la
producción, tráfico y venta de drogas sustituyéndola con el concepto que
rige a toda forma de comercio pero que asusta al gobierno: el control.
Bajo ese sistema, los jóvenes Páramo no hubieran recurrido a la
ilegalidad y por ende…
La política de Calderón contra las drogas disparó, expandió, difundió la
socialización del crimen como práctica común de la cual el individuo se
asume en un ambiente sociocultural perverso para la obtención del
dinero fácil, principal atractivo para los jóvenes.
Hay que definirlo: El efecto Calderón fue la adhesión social a cualquier
práctica que condujera al dinero fácil y ahí están vigentes las drogas.
El dinero fácil y el crimen consecuente vienen de la prohibición, de la
dificultad para el manejo legal de un bien de gran demanda y las drogas
—todas— son y seguirán siendo altamente demandadas. Son verdades de a
kilo con las que hay que comulgar. Éste fue el drama de la familia
Páramo.
Estados Unidos —y no habría que describirlo— tiene razón para reírse de
nosotros y de nuestras tragedias nacionales, familiares e individuales.
Marcha en la materia por un ancho camino propio y nosotros como estatuas
de sal inconmovibles nos quedamos paralizados, esperando su
beneplácito, traicionando a la sociedad cuyo bien debiera ser nuestro
único objetivo.
El reformista Enrique Peña, si encuentra y enfrenta una solución,
verdaderamente pasaría a la historia. Superaría su propio récord
Guinness elbista, hasta hoy su indecente remate.
* * *
…Suspensivos. Para Ripley el nombramiento de Maricela Morales como
cónsul en Milán. Se alienta la impunidad. Se ofende al Ejército. Se
ofende al Servicio Exterior y se irrespeta al pueblo italiano. Es
presunta responsable de delitos contra la administración de la justicia,
prevaricación. El canciller con su justificación enseñó el cobre de su
bisoñez.
hienca@prodigy.net.mx
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