miércoles, 22 de mayo de 2013

Denigrante crecimiento económico 0.8%

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Crisis, cinismo y perversidad
Julio Pimentel Ramírez

El gobierno priísta de Enrique Peña Nieto se caracteriza, entre otras cosas, por instrumentar reformas de corte neoliberal, centralizar y reforzar el sistema presidencialista debilitando aún más el federalismo para lo cual coopta de la domesticada oposición, envuelto en un discurso triunfalista que recuerda aquel que decía que, ahora sí, México pronto será una potencia mundial. Sin embargo la cruda realidad más temprano que tarde pone las cosas en su lugar, según datos oficiales la economía mexicana se desplomó en el primer trimestre del año.

Desde hace tres décadas los gobiernos mexicanos instrumentan la política económica neoliberal en la que destacan, por ejemplo, la privatización de los bienes y recursos de la Nación, la apertura indiscriminada de las fronteras mercantiles en detrimento de la estructura productiva del campo, la industria, el comercio y los servicios, todo ello en medio de un sistema político, jurídico y social en descomposición en el que prevalece la corrupción y la impunidad.

Como se publicó oportunamente en las páginas de POR ESTO!, la economía mexicana cayó en una desaceleración más pronunciada de lo esperado. En el primer trimestre de este año, el producto interno bruto (PIB) creció 0.8 por ciento, comparado con el mismo periodo de 2012. La actividad productiva, que pasa por su peor momento en tres años, se redujo a una sexta parte de la dinámica que mostraba hace 12 meses, de acuerdo con datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

El efecto de la desaceleración de los tres últimos meses es una reducción de 567 mil millones de pesos en el valor de la economía mexicana en marzo respecto del nivel alcanzado en diciembre, de acuerdo con los datos del Inegi. Se trata de una cantidad que, para efectos comparativos, equivale al valor de las exportaciones mexicanas de petróleo en un año: en 2012 alcanzaron 46 mil 788 millones de dólares, unos 561 mil millones de pesos, al tipo de cambio de este viernes.

Ante esto la Secretaría de Hacienda se vio obligada a reducir la expectativa de crecimiento para este 2013 de 3.5 a 3.1 por ciento. Menor crecimiento económico es igual a menor generación de empleo formal, que de por es escaso y mal pagado, y menor gasto lo que significa ajustes en los recursos destinados a determinados programas gubernamentales federales, estatales y municipales.

Es claro que esta contracción económica en nada ayuda al constantemente deteriorado ambiente social. Pero mientras el gobierno no atienda la realidad económica y mantenga el discurso del México feliz y en progreso permanente, como lo realizó Peña Nieto al presentar por televisión, en vivo y a todo color como acostumbra este gobierno mediático, el llamado Programa Nacional de Desarrollo, las sacudidas serán regulares.

El panorama se complica, porque si la Secretaría de Hacienda quiere que su nueva proyección se haga realidad, entonces la economía deberá crecer a un ritmo no menor a cuatro por ciento en cada uno de los tres trimestres que le restan al año, para que al final de cuentas logre un promedio anual de 3.1 por ciento. Según analistas económicos nada hay en el escenario que permita vislumbrar un comportamiento de esa naturaleza.

No obstante este panorama de crisis, para ser más precisos debido a ella, la “banca moderna y sólida” que opera en el país saquea a sus usuarios a través de sus dos funciones básicas, la del crédito y la del ahorro. Se informa que el nivel del primero se encuentra por debajo del registrado en 1994 y de que el segundo sea proporcionalmente menor al reportado por empobrecidas naciones como Haití.

Informes de instituciones financieras, mexicanas e internacionales, señalan que las tasas de interés que cobran en promedio los bancos en México a los usuarios de préstamos al consumo son hasta 20 veces superiores a las que obtienen los ahorradores que depositan su dinero en esas instituciones, quienes incluso obtienen beneficios menores a la inflación, lo que se traduce en una pérdida en el valor de sus recursos.

Sin ignorar esta última información y tras conocer el informe del Inegi, Enrique Peña Nieto, uno de los promotores de la imagen de solidez de la economía mexicana y del discursos de que somos una potencia emergente, dijo que de ninguna manera son satisfactorios los resultados del primer trimestre, aunque justificó que si la economía no ha crecido más se debe, entre otras razones, a que el resto del mundo tampoco lo está haciendo.

En el colmo del cinismo y la perversidad, el presidente de la República y sus altos funcionarios le recetan al enfermo la medicina que lo tiene postrado en la inanición y reiteran que México tiene que ocuparse de hacer cambios estructurales para fortalecer su mercado interno y de dejar de depender necesariamente de la dinámica global, cuando han sido medidas de este rango las que han causado que seis de cada diez trabajadores se desempeñen en la economía informal sin ningún tipo de protección social, que el poder adquisitivo de quien vive de su salario cada día se achique, que 80 millones de mexicanos padezcan algún tipo de pobreza, que la población padezca violencia, incertidumbre y desesperanza

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