¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Crisis, cinismo y perversidad
Julio Pimentel Ramírez
El
gobierno priísta de Enrique Peña Nieto se caracteriza, entre otras
cosas, por instrumentar reformas de corte neoliberal, centralizar y
reforzar el sistema presidencialista debilitando aún más el federalismo
para lo cual coopta de la domesticada oposición, envuelto en un discurso
triunfalista que recuerda aquel que decía que, ahora sí, México pronto
será una potencia mundial. Sin embargo la cruda realidad más temprano
que tarde pone las cosas en su lugar, según datos oficiales la economía
mexicana se desplomó en el primer trimestre del año.
Desde hace tres décadas los gobiernos mexicanos instrumentan la política
económica neoliberal en la que destacan, por ejemplo, la privatización
de los bienes y recursos de la Nación, la apertura indiscriminada de las
fronteras mercantiles en detrimento de la estructura productiva del
campo, la industria, el comercio y los servicios, todo ello en medio de
un sistema político, jurídico y social en descomposición en el que
prevalece la corrupción y la impunidad.
Como se publicó oportunamente en las páginas de POR ESTO!, la economía
mexicana cayó en una desaceleración más pronunciada de lo esperado. En
el primer trimestre de este año, el producto interno bruto (PIB) creció
0.8 por ciento, comparado con el mismo periodo de 2012. La actividad
productiva, que pasa por su peor momento en tres años, se redujo a una
sexta parte de la dinámica que mostraba hace 12 meses, de acuerdo con
datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi).
El efecto de la desaceleración de los tres últimos meses es una
reducción de 567 mil millones de pesos en el valor de la economía
mexicana en marzo respecto del nivel alcanzado en diciembre, de acuerdo
con los datos del Inegi. Se trata de una cantidad que, para efectos
comparativos, equivale al valor de las exportaciones mexicanas de
petróleo en un año: en 2012 alcanzaron 46 mil 788 millones de dólares,
unos 561 mil millones de pesos, al tipo de cambio de este viernes.
Ante esto la Secretaría de Hacienda se vio obligada a reducir la
expectativa de crecimiento para este 2013 de 3.5 a 3.1 por ciento. Menor
crecimiento económico es igual a menor generación de empleo formal, que
de por sí es escaso y mal pagado, y menor gasto lo que significa
ajustes en los recursos destinados a determinados programas
gubernamentales federales, estatales y municipales.
Es claro que esta contracción económica en nada ayuda al constantemente
deteriorado ambiente social. Pero mientras el gobierno no atienda la
realidad económica y mantenga el discurso del México feliz y en progreso
permanente, como lo realizó Peña Nieto al presentar por televisión, en
vivo y a todo color como acostumbra este gobierno mediático, el llamado
Programa Nacional de Desarrollo, las sacudidas serán regulares.
El panorama se complica, porque si la Secretaría de Hacienda quiere que
su nueva proyección se haga realidad, entonces la economía deberá crecer
a un ritmo no menor a cuatro por ciento en cada uno de los tres
trimestres que le restan al año, para que al final de cuentas logre un
promedio anual de 3.1 por ciento. Según analistas económicos nada hay en
el escenario que permita vislumbrar un comportamiento de esa
naturaleza.
No obstante este panorama de crisis, para ser más precisos debido a
ella, la “banca moderna y sólida” que opera en el país saquea a sus
usuarios a través de sus dos funciones básicas, la del crédito y la del
ahorro. Se informa que el nivel del primero se encuentra por debajo del
registrado en 1994 y de que el segundo sea proporcionalmente menor al
reportado por empobrecidas naciones como Haití.
Informes de instituciones financieras, mexicanas e internacionales,
señalan que las tasas de interés que cobran en promedio los bancos en
México a los usuarios de préstamos al consumo son hasta 20 veces
superiores a las que obtienen los ahorradores que depositan su dinero en
esas instituciones, quienes incluso obtienen beneficios menores a la
inflación, lo que se traduce en una pérdida en el valor de sus recursos.
Sin ignorar esta última información y tras conocer el informe del Inegi,
Enrique Peña Nieto, uno de los promotores de la imagen de solidez de la
economía mexicana y del discursos de que somos una potencia emergente,
dijo que de ninguna manera son satisfactorios los resultados del primer
trimestre, aunque justificó que si la economía no ha crecido más se
debe, entre otras razones, a que el resto del mundo tampoco lo está
haciendo.
En el colmo del cinismo y la perversidad, el presidente de la República y
sus altos funcionarios le recetan al enfermo la medicina que lo tiene
postrado en la inanición y reiteran que México tiene que ocuparse de
hacer cambios estructurales para fortalecer su mercado interno y de
dejar de depender necesariamente de la dinámica global, cuando han sido
medidas de este rango las que han causado que seis de cada diez
trabajadores se desempeñen en la economía informal sin ningún tipo de
protección social, que el poder adquisitivo de quien vive de su salario
cada día se achique, que 80 millones de mexicanos padezcan algún tipo de
pobreza, que la población padezca violencia, incertidumbre y
desesperanza.
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