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Los jóvenes, las redes y los medios
Silvia Gómez Tagle
Hace un año los jóvenes tomaron la palabra, hicieron de su voz un
instrumento de lucha, mostraron que las organizaciones políticas y los
candidatos son vulnerables a la opinión pública, aun cuando sean muy
poderosos y cuenten con el apoyo de las grandes empresas que en México
forman un duopolio que controla los medios electrónicos.
Pero sobre todo, esos jóvenes del movimiento #YoSoy132, demostraron la
fuerza de las redes y las nuevas tecnologías, los celulares con la
capacidad de videograbar, fotografiar y transmitir mensajes se volvieron
el arma más potente de los ciudadanos. El 13 de mayo, dos días después
de la desafortunada visita de Enrique Peña Nieto a la Universidad
Iberoamericana, 131 estudiantes de la Ibero subieron un video a YouTube
señalando con su credencial en mano que no eran acarreados, y que nadie
les había mandado actuar en contra del entonces candidato del PRI a la
Presidencia.
Con la distancia del tiempo se puede apreciar con claridad que el
desencuentro con EPN fue un accidente que sirvió para catalizar
múltiples descontentos, algunos vinculados con los jóvenes y su futuro,
con el país que los adultos les estamos heredando, con esa democracia
que no acaba de ser, porque aun cuando hoy se puede votar y los votos se
cuentan bastante bien, no existen las condiciones para que los
ciudadanos voten realmente en libertad, por falta de opciones políticas,
por la desinformación que generan los medios o por las redes
clientelares que todavía operan y que llevan a los líderes a considerar
las campañas no como convocatoria para los ciudadanos, sino como una
forma de movilización para lograr favores políticos. En síntesis,
tenemos una democracia capturada por los intereses de los políticos y
por las empresas que a cambio de favores inconfesables apoyan a los
candidatos con la publicidad que no se paga.
El movimiento estudiantil se ha desvanecido, como es natural, porque así
son los movimientos sociales, como olas del mar que fluyen, dejando
sólo una estela de espuma, sobre todo tratándose de estudiantes que por
definición tienen una identidad transitoria; pero esas demandas están
hoy tan presentes como hace un año, habrá que esperar otra coyuntura
política para que otros hechos desaten la sinergia social de un nuevo
movimiento, como lo logró la convocatoria del #YoSoy132 que no eran sino
unos cuantos jóvenes, que no pretendían ser líderes carismáticos, sino
simplemente ciudadanos pensantes, capaces de usar los medios
alternativos para potenciar sus experiencias particulares y darles un
sentido general, hacer de un conflicto específico un caso paradigmático
del autoritarismo, de las deficiencias de nuestra democracias.
Algunos analistas opinan que las demandas de #YoSoy132 en torno a la
democratización de los medios se han visto reflejadas en acuerdos
políticos como el Pacto por México y en la reforma de
telecomunicaciones, y su discurso ha influido en la toma de decisiones
políticas de la nueva administración federal.
Sin embargo, si se consideran las decisiones recientes del gobierno, que
favorecen intereses de Televisa, se albergan dudas en la profundidad de
esos cambios. En febrero el SAT puso en marcha el programa “Ponte al
corriente”, con el que Televisa salió beneficiada, de un total de 3 mil
334 millones de pesos, sólo pagó 10%, por lo que el SAT le está
condonando una cantidad de 2 mil 990 millones 746 mil pesos.
La memoria del autoritarismo no se ha desvanecido, la sospecha de su
reaparición está presente, pero los ciudadanos tenemos hoy mayores
herramientas para defendernos, y en eso ha contribuido el movimiento
#YoSoy132, porque que demostró la fuerza de las redes sociales y los
medios alternativos de comunicación.
Esa es la herencia más importante
que nos ha dejado como la espuma de las olas, porque fue una experiencia
compartida por muchos ciudadanos que, desde sectores diferentes de la
sociedad, se convirtió rápidamente en la clave de una gran convocatoria.
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